Por DOMINGO CABA RAMOS
El pasado sábado (4/10/2014), las llamas del infierno estaban más ardientes que de costumbre. En un rincón de este diabólico y caluroso lugar, Trujillo sudaba copiosamente, casi al borde del desmayo. Así lucía el exsanguinario dictador dominicano cuando de repente vio que por el ancho portón de entrada a la morada infernal entraba un nuevo inquilino acompañado de Satanás: el exmandatario haitiano Jean-Claude Duvalier (Baby Doc)
- ¿Y que tú haces por aquí, muchacho? – preguntó irónicamente Trujillo al no menos sanguinario dictador, hijo del también megadictador François Duvalier.
- No te hagas el tonto coño – respondió Jean-Claude, sin poder esconder su molestia. Tú sabes muy bien que yo fallecí hoy, víctima de un infarto. Mi alma abandonó la tierra esperanzada en que, aunque fuera en el purgatorio, me permitirían residir durante dos o tres meses.
De esa manera mantuve mis esperanzas hasta que un emisario de Lucifer fue a buscarme para comunicarme que este, el infierno, era el lugar que me correspondía disque por los diversos crímenes, arrestos ilegales, torturas, encarcelamientos y el exilio forzado a que sometí a mis adversarios, así como por los actos de corrupción en que, según dicen, incurrí durante los quince años que fui presidente de Haití.
- Cuanto lo lamento, mi hermano; pero no te preocupes. La vida aquí es muy difícil. Satanás administra todo esto con manos de hierro y sus azotes no hay quien los soporte; pero ya te acostumbrarás. Mientras tanto, puedes contar conmigo. Viviendo en este infierno ya yo soy un veterano y además gozo del gran privilegio de que el Diablo me tiene mucho aprecio debido, según él, a que nos parecemos mucho. Por eso, casi todo lo que le pido me lo concede. En ese orden haré todo lo posible para que te ubiquen donde las llamas azoten con menos intensidad.
Al oír eso, el Baby Doc, aterrorizado y temblando, bajó la cabeza al mismo tiempo que dos intensos lagrimones se desprendrían de sus otroras ojos de fiera enjaulada.
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