Es un hecho en la historia política e intelectual del país: durante la dictadura de Trujillo hubo intelectuales que prestaron su pluma, su voz y su conciencia. Unos los hicieron por convicción, otros obligados por las circunstancias. Eso ha dado lugar a un género de discurso, cuyos elementos están contenidos en estas palabras de Balaguer incluidas en su obra La palabra encadenada:
“Tal vez pueda servir, no de excusa ni de disculpa, pero sí de atenuación de la falta en que incurrimos los panegiristas de aquella etapa de la vida nacional, el reconocimiento expreso que hice, en muchos discursos que se insertan en este volumen, del carácter francamente dictatorial del régimen. La loa, a veces desorbitada, aparece revestida en cada uno de ellos de cierta independencia, en la única medida compatible con la férrea disciplina y la celosa intemperancia con que se trató de mantener el culto a la personalidad del Jefe durante aquel régimen de fisonomía rabiosamente autoritaria”. (Balaguer, 1998)
El discurso pronunciado por Juan Bosch en Andrés Boca Chica el 5 de enero de 1938, corresponde a ese tipo de discurso de la palabra encadenada. Bosch trataba de convencer a su auditorio de que pidieran a Trujillo que se reeligiera, quien, al parecer, no estaba promoviendo su candidatura directamente, y había que forzarlo a decidirse. ¿Y quién mejor para hacerlo?: el pueblo, sobre todo el campesino.
Diversos elementos describen contexto histórico que sitúan ese discurso de Bosch:
1. Trujillo era un dictador.
2. Era un dictador que tenía una voluntad omnímoda de poder, apoyada en un partido único.
3. Era un dictador que había ordenado la matanza de miles haitianos, y se encontraba en medio de un escándalo internacional.
4. Como resultado de esa matanza y de ese escándalo, estaba compelido, temporalmente, a desistir de la reelección para el período 1938-1942.
5. Ese año, 1938, Bosch, que no era trujillista, era objeto de seducción y de coacción para que adhiriera al régimen de Trujillo. Meses después partió al exilio.
Desde 1937 había un movimiento reeleccionista. En diciembre de 1937, el Listín Diario se hizo eco en su editorial, solicitando la reelección para las elecciones del 16 de mayo de 1938(Fernando Infante, 2004):
“Tenemos a Trujillo porque Dios nos lo dio y sólo a Dios podemos reconocerle el derecho de arrebatárnoslo. Entre tanto, invitamos al mundo a que sea testigo el próximo 16 de mayo, del fervor entusiasta con que el pueblo dominicano aclamará, una vez más, el nombre esclarecedor de su Presidente electo”.
El mismo periódico, dentro de la campaña reeleccionista, se hace eco del discurso de Juan Bosch en Andrés, Boca Chica. El Listín Diario destaca el argumento esgrimido antes por el periódico, de que Trujillo debe permanecer en el poder y que hay que votar por él el 16 de mayo:
“Yo no soy orador ni he pretendido serlo ni lo seré nunca… Yo tengo mi criterio sobre la hora que vive el país y quiero exponerlo aquí. De manera que si ustedes quieren evitar que el Presidente Trujillo nos deje, lo único que deben hacer es unirse brazo con brazo, corazón con corazón, y el día 16 de mayo votar por él y no tendrá más remedio que quedarse, porque él tiene que acatar la voluntad de su pueblo”.
El 11 de enero de 1938, Trujillo desiste a presentarse como Presidente de la República:
“Mi alejamiento del poder como rector de los negocios públicos, repito, no debe provocar angustias ni zozobras en el ánimo de los hombres de orden, de paz y de trabajo; porque es una verdad indiscutible que las condiciones bonancibles en que se desenvuelven las actividades públicas y las actividades privadas de la complacida familia dominicana, ya no están expuestos a ser menoscabados por lamentables transgresiones al orden”.
Luego de ese desistimiento, el Listín Diario editorializa, acatando la decisión de Trujillo, y apelando a los mismos argumentos suyos, acerca de la seguridad y la garantía, no sin un tono de incertidumbre:
“Trujillo no se desentenderá jamás de la suerte del pueblo dominicano, ni de su destino; Trujillo no lo abandonará nunca. Su patriotismo no lo permitirá”.
Finalmente, el 30 de marzo de 1938, Trujillo anuncia que Peynado fue escogido como candidato a la Presidencia:
“El Dr. Jacinto B. Peynado es el ciudadano escogido por la Convención del Partido como candidato para la Presidencia de la República, de 1938 a 1942 y el Dr. Manuel de Js. Troncoso de la Concha el candidato para la Vicepresidencia de la República. Yo cumpliré con mi deber depositando mi voto a favor de ellos.
El discurso de Bosch debe ser situado dentro de ese coro de la palabra ajena, la palabra encadenada. Esa pieza oratoria es totalmente diferente a las que pronunció años después, luego de su salida al exilio en 1938.
En ese discurso, Bosch expone los siguientes argumentos a favor de la reelección de Trujillo, quien reelegido en mayo de 1934, en mayo de 1938 era tiempo de renovar su mandato como Presidente de la República, no así como el de El Jefe, función que no estaba en juego.
–“Yo tengo mi criterio sobre la hora que vive el país”
–“la República Dominicana, esta tierra que es de todos nosotros, desde las fronteras de la Línea del Sur hasta los confines del Cibao y del Este, es ahora una propiedad grande bien sembrada, desyerbada para que no entren reses ni puercos, bien cuidada por el Presidente Trujillo”.
–“eso es la República, y el que la atiende y el que la mantiene limpia, es el Presidente Trujillo”.
–“pero la propiedad no ha dado cosecha todavía. La cosecha será la instrucción, de salud, de riquezas para todos. Ya tenemos algo de esas tres cosas, pero lo que tenemos son cosechitas de entre tiempo comparados con los que vamos a coger si conseguimos que el Presidente Trujillo siga atendiendo la propiedad”.
–“El Presidente Trujillo va a cumplir en agosto de este año (1938) su período de gobierno y quiere descansar. Pero ustedes, que son los que verdaderamente saben lo que valen la tranquilidad y la garantía que él ha dado a la República, porque pueden trabajar y mantener sus hijos sin que los abusadores los maltraten, no aceptan esa idea de que se vaya”.
–“De manera que si ustedes quieren evitar que el Presidente Trujillo nos deje, lo único que deben hacer es unirse brazo con brazo, corazón con corazón, y el 16 de mayo votar todos por él, y él no tendrá más remedio que quedarse, porque él tiene que acatar la voluntad del pueblo”.
–“Cojamos nosotros nuestra cosecha con el Presidente Trujillo en el gobierno y volvamos a sembrar con él que ya lo conocemos y sabemos que cuide nuestros intereses”.
–“No hay más remedio que hacer lo que ustedes quieran: es decir, que el Presidente Trujillo siga siendo Presidente, para garantía de Uds. Y para bien de la República”. (Juan Bosch, Obras completas 2007)
Todos esos argumentos eran los tópicos comunes de los adeptos al régimen, que se divulgaban en la prensa, y donde Trujillo pudiera oírlos. Son por tanto, parte de la jerga del momento, de acuerdo con la distinción entre jerga y discurso establecida por Andrés L. Mateo (2004).
Luego de leer ese discurso, con las expresiones de la palabra encadenada, queda el enigma rondando en la cabeza del lector: ¿Fue Bosch trujillista en aquel momento? ¿Había que ser trujillista para pronunciar un discurso así, y asumirse como correligionario del Partido Dominicano? El texto no nos da la información necesaria que nos ayuden a entender ese enigma.
Es necesario, entonces, recurrir al contexto descrito por otros informadores en otros textos. Ya se ha identificado el contexto de la palabra encadenada en que tuvieron que vivir los intelectuales de la época.
El mismo Juan Bosch ofrece testimonios de que en 1935 había sido encarcelado bajo un expediente de complot contra Trujillo; de su prisión y del complejo panorama de represión, chantaje y oferta de adscripción al régimen, luego de la prisión.
Nadie podía tener un cargo en el gobierno, aun sea modesto, como el de Director de la Sección de Información de la Dirección de Estadística, sin ser aceptado en el régimen y en el partido. Pero, eso no obligaba a Bosch a ser trujillista. Afirma Bosch:
“Si alguien se distinguía en cualquier actividad pública, Trujillo le ofrecía un puesto en el gobierno, y era peligroso no aceptarlo, y decidí salir del país”. (Guillermo Piña-Contreras, 2000)
Trujillo le había ofrecido ser diputado, porque Bosch era ya un escritor reconocido, y había sido elegido presidente de la Sección de Periodismo del Ateneo Dominicano. Pero no se podía ir del país sin riesgo y contra Trujillo. Bosch debió emplear un recurso del agrado del Jefe. Y ese recurso fue, en las condiciones dadas, el discurso reeleccionista.
Así lo afirma también Guillermo Piña-Contreras, el biógrafo de más crédito de Juan Bosch. Ese autor ve en ese discurso sólo una estrategia:
“Discurso de campaña de Juan Bosch a favor de Trujillo, estrategia para ganar la confianza del dictador y obtener el pasaporte que le permitiría salir de República Dominicana unos días después”.
Bosch recibió la propuesta de Trujillo de hacerlo diputado, y a ese respecto afirma Piña-Contreras:
“Ante la proposición de Trujillo de hacerlo diputado, Bosch decide salir de República Dominicana para Puerto Rico con una excusa de quebrantos de salud de su esposa. Sólo sabían que no volvería, hasta la caída de la dictadura de Trujillo sus amigos Mario Sánchez Guzmán, Virgilio Díaz Ordóñez y Emilio Rodríguez Demorizi”.
Estrategia, ardid, engañifa, adhesión circunstancial y forzada a la política de Trujillo, todos esos son los supuestos que están ausentes del discurso de Bosch del 5 de enero a favor de Trujillo. Sin embargo, el contexto político y la situación de ese discurso son los factores básicos que determinan el hecho de que discursos como esos sean considerados como propios de un régimen coercitivo que no sólo se ejerce como un verdugo sobre la vida, sino también sobre la palabra y el libre albedrío de los ciudadanos.
En ese sentido, ese acto verbal de Juan Bosch debe ser visto como la acción de un poder totalitario del que él fue una víctima, como miles de dominicanos, de todas las condiciones sociales, económicas e intelectuales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario