El líder norcoreano tampoco aparece en los actos de conmemoración del 69º aniversario del Partido de los Trabajadores
Activistas del Sur lanzan globos con mensajes hacia el Norte provocando un fuego cruzado
Kim Jong-un lleva ya 40 días sin aparecer públicamente en Corea del Norte. Su ausencia ha desatado rumores de todo tipo en las últimas semanas –algunos periódicos surcoreanos hasta han especulado con su muerte- y este viernes la incertidumbre se ha disparado aún más. El 10 de octubre es un día importante en Corea del Norte, la fecha de la fundación del Partido de los Trabajadores, la formación que Gobierna con mano de hierro el hermético país desde 1948. En 2010, el aparato propagandístico del país utilizó esta fecha para consagrar a Kim Jong-un como líder del régimen. Desde entonces, el joven líder ha rendido tributo a las figuras de su padre, Kim Jong-il, y su abuelo Kim Il-sung (fundador del régimen) en el Palacio de Kumsusan, donde descansan los cadáveres de ambos embalsamados. Cada año, desde que heredó el poder, ha cumplido religiosamente, menos éste.
El nombre del líder norcoreano no apareció hoy en el listado de invitados del encuentro de la pasada medianoche que ha facilitado la agencia de noticias norcoreana KCNA. Su único mensaje esta vez fue a través de una ofrenda de flores que llevaba su nombre y que se colocó ante las dos inmensas estatuas que se alzan a las afueras de Pyongyang. Tampoco se ha informado de que Kim haya hecho acto de presencia en los actos de celebración diurnos. El joven líder no se deja ver en público desde el pasado 3 de septiembre, cuando acudió con su esposa, Ri Sol-ju, a un concierto del grupo local Moranbong.
A mediados de septiembre tampoco hizo acto de presencia en una sesión de la Asamblea Popular norcoreana, el órgano legislativo, sesiones que raramente suele saltarse. Su presencia este viernes era clave, según los analistas, para determinar –o al menos dar algunas pistas- sobre qué es exactamente lo que le pasa a Kim Jong-un. Pero no apareció y los rumores se han multiplicado.
El Gobierno surcoreano descartó hoy que el mariscal haya sido víctima de un golpe de Estado militar y consideran que el país sigue bajo su control. Las especulaciones sobre esta tesis crecieron cuando, por sorpresa, el pasado 4 de octubre una delegación norcoreana viajó a la ciudad surcoreana de Incheon para asistir a la ceremonia de clausura de los Juegos Asiáticos. El grupo lo encabezó Hwang Pyong-so, nombrado recientemente vicepresidente de la Comisión Nacional de Defensa y vice mariscal del todopoderoso Ejército. Entre los rumores de inestabilidad política, el portavoz del Ministerio de Unificación surcoreano aseguró hoy que “parece que el Gobierno de Kim Jong-un funciona con completa normalidad” aunque no pudo confirmar los detalles sobre el estado del líder norcoreano “por falta de información”, según informó la agencia Yonhap. A pesar de su ausencia, los medios estatales norcoreanos siguen elogiando su figura a diario.
Aunque altos cargos del Norte lo han negado, la mayoría de indicios apuntan a que Kim sufre algún problema de salud, como que padece gota o que tiene ambos tobillos fracturados tras una “intensa” gira por las fábricas y bases militares del país y por su sobrepeso. La televisión estatal norcoreana informó hace unas semanas que sufría “algunas molestias”, sin dar más detalles. Las imágenes mostraban al joven líder cojeando durante una visita a una fábrica, lo que da fuerza tanto a la tesis de la gota como a la de los tobillos fracturados. Una fuente anónima en Corea del Norte explicó a la agencia Reuters que Kim se lesionó una pierna durante unos ejercicios militares y que podría tardar unos 100 días en recuperarse. A pesar del revuelo, no es la primera vez que desaparece: meses antes de erigirse como líder supremo del país no se tuvieron noticias suyas en 23 días. Su padre y su abuelo también se evaporaron en numerosas ocasiones. Lo significativo es que ninguno de ellos había faltado en una cita tan determinante para el país como es el aniversario del partido.
Coincidiendo con la efeméride, y como ya se hizo el año pasado, varios activistas surcoreanos lanzaron globos con mensajes contrarios al régimen comunista en la Zona Desmilitarizada, la frontera terrestre que divide ambos países y que, irónicamente, cuenta con una fuerte presencia militar. El Norte disparó a los globos, y algunos de estos disparos cayeron al sur de la franja, por lo que el Ejército surcoreano también abrió fuego de artillería, según explicó el Ministerio de Defensa en Seúl. La agencia norcoreana tachó el envío de panfletos como “poco menos que una declaración de guerra” y aseguró que las relaciones entre ambos países pueden desembocar en una “catástrofe incontrolable” si no se acaban estos episodios.
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