Por ELSY FORS GARZON
Faro a Colón, en Santo Domingo.
 
Dos de los pilotos, antes de participar en el fatìdico Vuelo Panamericano.
|
Parecería que una maldición persigue al emblemático monumento de Santo Domingo dedicado a la memoria del Almirante genovés, Cristóbal Colón.
El robo de un arcabuz de su vitrina de exposición en el museo ubicado en el Faro a Colón en 2011, desempolvó el azaroso camino recorrido entre la idea y la realización del proyecto de monumento en homenaje al Gran Navegante.
Los ladrones, que nunca fueron identificados por la policía, sustrajeron esta arma de fuego considerada patrimonio de la humanidad y valorada en más de 105 mil 263 dólares. Donado por Japón a este museo, el arcabuz asemeja a los que acompañaron al descubridor de América y los españoles que vinieron con él en 1492.
Los empleados del museo no estaban sorprendidos del hurto porque desde su inauguración, el lugar no cuenta con cámaras de seguridad, sistema de alarma ni suficientes guardianes.
Explicaron que este tipo de arma fue utilizada por la infantería europea de los siglos 15 al 17. El objeto robado se exhibía en la sala de Japón del Museo de las Américas y Tumba Mausoleo del Almirante Cristóbal Colón.
El museo cuenta con 48 salas donde se exhiben objetos de gran valor cultural e histórico pertenecientes a igual número de países.
Transcurrieron 134 años desde que surgió por primera vez la idea del monumento a Colón en la obra del historiador dominicano Antonio Delmonte y Tejada, en su libro Historia de Santo Domingo, publicado en La Habana en 1852.
Un concurso realizado para escoger el mejor proyecto de dicho monumento fue ganado por el arquitecto J.L. Gleave entre 455 participantes de 48 países. El faro que corona la edificación es en sí mismo único, integrado por 251 focos que alumbran de forma vertical al cielo y una luminaria que da la vuelta en 360 grados.
Sólo en 1986 se comenzó la construcción bajo la supervisión del arquitecto dominicano, Teófilo Carbonell, y fue inaugurado justo a tiempo para conmemorar el encuentro de dos culturas –choque violento, por cierto- al cumplirse 500 años del descubrimiento de América.
Entre 1852 y 1992, sin embargo, el proyecto dio muchas vueltas, dando vida en 1937, a una empresa conjunta cubano-dominicana, integrada por tres aviones cubanos y uno más potente de República Dominicana, conocida como Vuelo Panamericano pro Faro a Colón.
En el Aeródromo de Miraflores, República Dominicana, el 12 de noviembre de 1937, cuatro aviones iniciaron un periplo que pretendía abarcar 26 países latinoamericanos y caribeños en el supremo intento de recaudar fondos y unir las voluntades de los gobiernos en aras de levantar un faro monumental en memoria del insigne navegante.
El mismo día 12, llegan a Puerto Rico; luego vuelan a Venezuela, Trinidad, Guayana Holandesa (hoy Surinam), Brasil, Uruguay y Argentina. De Buenos Aires cruzan los Andes rumbo a Chile. Después vendría Bolivia, y luego Perú.
De ahí van al Ecuador; llegan el 26 de diciembre a Colombia, y viajan hasta Bogotá para regresar el día 28. Ese día ponen rumbo a Panamá, siguiendo el curso del río Cali que tenía peligrosos farallones. El peso de las aeronaves cubanas les impidió alcanzar mayor altura y solo el avión dominicano, más potente, pudo aterrizar en Panamá, donde conoció de la tragedia de sus compañeros.
Al cumplirse en 2012, 75 años de la hazaña panamericana, historiadores y amantes de la aviación latinoamericana conmemoraron en Cuba el hecho que sería recordado en los países que recibieron a los valientes pilotos para que contribuyera a una más estrecha cooperación regional.
(Extraído del libro "Memorias Dominicanas" de la periodista cubana Elsy Fors Garzón, residente en La Habana, puesto a circular recientemente)
No hay comentarios:
Publicar un comentario