Se matriculó en Psicología, pero más tarde prefirió orientar su oficio por la rama de las artes plásticas, quizás porque entendió que desde ahí podía lograr sensibilizar más sobre las víctimas que dejan los conflictos bélicos. Eso lo ha llevado a recorrer distintos países del mundo para conocer de cerca y mirarles la cara a aquellos que no han podido escapar de las guerras.
Centrado siempre en la víctima y no en las cifras de muertos que dejan las guerras, Eduardo Gómez Ballesteros trata de conjugar la psicología con las bellas artes para a través de las imágenes estimular y crear conciencia sobre la violencia política.
“Creo que el arte es un trabajo con conciencia, que no te permite plantear respuestas, sino hacer preguntas, creo que tienes posibilidades de convertir en experiencias sensoriales las cosas en las que más se pueden influir a nivel de criticas sociales y políticas, y se puede hacer desde el genocidio”, dijo Ballesteros.
Al hablar en entrevista exclusiva para LISTÍN DIARIO, el experto español entiende que hay que trabajar para que el mundo sea mejor.
Su archivo lo componen miles de imágenes de archivos y de lugares de torturas que ha recorrido en sus más de 30 años de carrera.
Rememorando una de sus primeras exposiciones, realizada en Croacia, juró no tomar partido en los conflictos de los países en los que expone su trabajo, al indicar que cuando tocas determinados temas, aunque aparentemente estén cerradas esas heridas, no han curado.
Rememorando sus inicios, narra que no fue fácil. Ha estado detenido varias veces. Recordó la guerra de Yugoslavia, en 1993, donde vio la posibilidad de trabajar con las imágenes de un campamento de refugiados musulmanes, de la gente que había desaparecido, que habían fusilado, incluyendo mujeres, niños, ancianos, convirtiéndolas en obras de arte.
Esas imágenes las mostró en el campamento para refugiados, encontrando de inmediato el rechazo de los croatas que ocupaban el lugar, quienes destruyeron la exposición y terminó detenido.
Desde entonces decidió que en su trabajo tomaría posesión de los hechos, pero no partido. Por eso, las imágenes que trabaja las exhibe en lugares donde no pertenezcan, tras indicar que hay hechos que todavía están abiertos, “como República Dominicana, por ejemplo. Un Trujillista lo ve diferente que un balaguerista, entonces por eso, para verlo como tema de arte nunca meto las piezas para que no me pase como en la guerra yugoslava, me rompieron las piezas, entonces es mejor no mostrarla en sitios donde son tomadas”, dijo Ballesteros, al asegurar que si no trabaja de esa manera al final, el mensaje del arte se diluye.
Su trabajo se exhibe en lugares y museos de memoria. Y precisamente eso fue lo que lo trajo a República Dominicana a mostrar su exposición Genocide Proyect, la cual estará abierta al público hasta el seis de agosto en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (MMRD).
Allí se exhiben piezas de arte del conflicto en Sri Lanka, el genocidio en Camboya, la guerra civil en el Líbano y el genocidio en Ruanda, así como piezas de víctimas de distintos lugares en conflictos.
Además de República Dominicana su proyecto lo ha llevado a Croacia, Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Cuba, México, Guatemala, Estados Unidos.
Sobre República Dominicana resaltó que da “envidia” la riqueza que guarda en temas de memoria. “Porque aquí hay sitios para exponer, imágenes para tomar, y un trabajo sincero y coherente que se puede mostrar, es un país pequeño, que muchos europeos piensan que es el paraíso de las mulatas y de las playas, el ron y un poco más, y de repente tienes un trabajo que no lo conoces, y eso para mí es lo sustancial, lo fundamental”, plantea.
Está claro que no le interesa el dinero, por eso no acepta patrocinadores y sus viajes son autofinanciados porque según dice, eso le permite ser libre y organizar su proyecto de acuerdo a su convicción sobre lo que sienten las víctimas de esos hechos.
Sobre Genocide Proyect
Es un proyecto de investigación que tiene una parte de pedagogía, de historia y la parte artística, que tiene como objetivo principal exponer piezas de sitios de memoria para crear conciencia, donde la gente tenga una experiencia sensorial.
Es un proyecto de investigación que tiene una parte de pedagogía, de historia y la parte artística, que tiene como objetivo principal exponer piezas de sitios de memoria para crear conciencia, donde la gente tenga una experiencia sensorial.
“Tú te mires en la víctima y la víctima se mire en ti, porque yo no planteo respuestas, busco que la persona se plantee interrogante, que se plantee hasta qué punto tú podrías ser víctima, o victimario en el futuro, eso es lo que me interesa, crear conciencia mediante la experiencia del arte, no mediante la información”, plantea.
“El genocidio que más me retorció las tripas fue el camboyano”
Al hablar sobre su experiencia sobre los lugares que ha visitado, resalta que “el genocidio que más me retorció las tripas fue el genocidio camboyano, del Yemen Royo, de hecho me impactó tanto que estuve trabajando para hacer una tesis doctoral sobre él. Camboya es un paraíso, es fascinante, a mi Asia me apasiona”.
Al hablar sobre su experiencia sobre los lugares que ha visitado, resalta que “el genocidio que más me retorció las tripas fue el genocidio camboyano, del Yemen Royo, de hecho me impactó tanto que estuve trabajando para hacer una tesis doctoral sobre él. Camboya es un paraíso, es fascinante, a mi Asia me apasiona”.
En Camboya hay una prisión, que en principio fue un colegio de monjas francesas, luego pasó a ser la prisión del 71, la prisión de seguridad número 21 del Yemen Rojo. Fue convertido en un museo donde hay seis mil imágenes de gente que iba a ser fusilada. Dice que la mirada de esa gente no las ha encontrado en ningún otro lugar, porque generalmente las imágenes de archivo de víctimas son familiares o policiales.
“Entonces cuando ya pasa del Yemen Rojo a ser prisionero, sabes que vas a morir sí o sí, entonces ver esas seis mil imágenes de gente que sabes que vas a morir, todo cambia, porque no hay parangones en el mundo de ese tipo de imágenes. De ahí empecé a pensar que había muchas posibilidades de trabajar con la mirada, miradas que miras y te devuelves a mirarlas, generan algo especial”, resalta.
Su archivo lo componen incontables piezas de arte de distintos países que han vivido conflictos que han dejado miles de víctimas, en las que cada una guarda algo distinto y nuevo, ya que para él si la pieza no trae una novedad no vale nada.
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