Editorial Diario Libre
Estamos llegando al quinto año de la presente administración, primero de su actual gestión, y a pesar de todos los cambios, algunos de ellos dramáticos, ocurridos a su alrededor, el Gobierno solo parece interesado en continuar con tres de sus programas emblemáticos: las visitas sorpresa, la construcción de aulas y terminar la planta de Punta Catalina.
El Gobierno no parece prestar atención a lo que está ocurriendo en su entorno y no pretende sacudirse con medidas efectivas, de los fardos que ha estado cargando, entre los cuales se encuentran el caso Odebrecht, la deuda pública y una economía que ha comenzado a arrastrar unos problemas que ya se sienten en la calle.
El caso Odebrecht, aunque ha tenido el desarrollo que se esperaba, paralizó y enmudeció al Gobierno y al partido. Incluso, la defensa de los acusados ligados al Gobierno y al partido, ha sido muy tímida y casi ceremonial. Asimismo, ya nadie cree en la “ilimitada capacidad de pago del Estado” para continuar endeudando al país sin tomar las medidas de profilaxis necesarias para enderezar una economía cuyos principales sectores están sometidos a una enorme presión.
Y en medio de todo esto, lo único que se le ocurre decir al Gobierno es que el presidente no piensa reelegirse en el 2020, cuando dadas las circunstancias, esa ya no es una ficha de negociación.
Y peor aún, el enrarecido clima está impidiendo que iniciativas importantes para el desarrollo del país puedan ser tomadas, como los pactos fiscal y eléctrico.
El Gobierno tiene que salir de su avergonzada modorra y realizar movidas agresivas y atrevidas que demuestren que no está derrotado, que es la impresión que está ofreciendo con su actitud.
atejada@diariolibre.com
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