Lima
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (Lima 1938), está a punto de cumplir un año de mandato. Cuando asumió el cargo, en julio de 2016, prometió “una revolución social” que, asegura, sigue siendo uno de los objetivos centrales de la legislatura. El acrónimo de su nombre, PPK —como se le conoce popularmente— es el mismo que el del partido que fundó, Peruanos Por el Kambio. Kuczynski, execonomista del Banco Mundial y formado en Oxford y Princeton, recibió a este periódico en el Palacio de Gobierno de Lima hace dos semanas. Este lunes comienza su primera visita oficial a España. Se reunirá con el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y participará en el foro El Perú del futuro,organizado por EL PAÍS.
Pregunta. Perú lleva años creciendo por encima de otros países de la región. Aunque el FMI ha rebajado sus previsiones, ¿se cree a quienes continúan hablando de “milagro peruano”?
Respuesta. No creo que haya ningún milagro peruano, sí hay un resurgimiento después de años de malas políticas económicas. Durante el Gobierno militar, después del establecimiento democrático de los ochenta, se mantuvieron controles al crédito, controles a los precios, subsidios, empresas estatales que andaban muy mal. Todo eso incidió en un déficit fiscal muy grande que siguió a todo lo largo de los setenta y los ochenta, y el cambio de timón se dio en los noventa. Pero los cambios más profundos se hicieron en la primera década de este siglo. Ahí empezaron realmente las concesiones en infraestructuras y se hicieron grandes cambios financieros, que siempre son tema de discusión. Eso es lo que le ha dado al Perú el grado de inversión.
P. Pero usted dijo que ahora necesitan una “revolución social”.
La corrupción tiene un costo, pero es mejor tragar el sapo de una vez
R. Yo hablé en la inauguración [de la legislatura] de la revolución social. Son palabras un poquito poéticas, pero la verdad es que sí necesitamos hacer cambio en educación, en salud pública y agua potable, y se ha empezado. En seguridad lo mismo, los indicadores que tenemos son una mejora sustancial en percepción de seguridad, sobre todo de las empresas. Todavía nos falta mucho en el tema del agua potable, donde estamos atrasadísimos y tenemos un programa grande en marcha. Y en salud pública, porque la concepción de salud pública que impera en las ciudades es que tienen que tener un gran hospital y lo que deberían mirar es lo que se hizo en España, con puestos de salud, de atención primaria, prevención. La otra cuestión cultural que ha crecido mucho es que cada pueblo quiere tener su universidad. En Perú hay 150 universidades, lo que parece absolutamente increíble.
P. Hay una frase de un politólogo, Alberto Vergara, que dice que en Perú hay “crispación sin crisis”. ¿Por qué?
R. No, yo creo que más bien es una cuestión de los editorialistas. La inflación está entre el 2% y el 2,5%, el crecimiento más o menos en el 3% pero yendo para el 5%. Protestas sociales siempre hay, por ejemplo en el caso de grandes proyectos mineros que están cerca de zonas agrícolas. Lo que nos frena ha sido que en el Gobierno pasado se pusieron tantos requisitos burocráticos que la caída de los precios del cobre a raíz de China ha frenado la inversión minera, pero ahí estamos a punto de recuperar.
P. ¿Cuál es el objetivo de su viaje a España?
UN “ARBITRAJE” PARA LA CRISIS DE VENEZUELA
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, se muestra especialmente duro con el Gobierno de Nicolás Maduro y preocupado por la situación de crisis institucional que atraviesa Venezuela. En su opinión, “el tema fundamental es que se liberen todos los presos políticos”. “Si no se hace eso no hay diálogo posible”, considera.
“Si se hiciera eso, que es una altísima prioridad, creo yo, entonces se puede hacer que tres países amigos de la democracia nombren a unos asesores y tres países del otro lado nombren también a gente. Cuba, Nicaragua, Bolivia, y Perú, Chile, Colombia o Brasil. Y que se haga como un arbitraje. Tres de un lado y tres de otro. Tendría que ser gente de altísimo prestigio que esté dispuesta a sentarse por meses o semanas a tratar de buscar un entendimiento y una transición. Obviamente no se van a sentar en Venezuela. Se pueden sentar en Curazao”.
Esta es la propuesta del presidente peruano, quien ve en Unasur “un grupo demasiado sesgado hacia un lado”, al igual que el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG). “Yo creo”, resalta, “que hay que hacer algo porque el barrio [en referencia a la región] no puede tener a un país importante que se está hundiendo estrepitosamente, y es el país que tiene las reservas petroleras más grandes del mundo”.
R. Nuestra relación con España es óptima. Había tensiones en el pasado por las tarifas telefónicas, cosas que ya han pasado completamente. Lo que yo quisiera de España es que conozcan mejor al Perú y atraer aquí grandes empresas constructoras, porque con el escándalo de Odebrecht, las brasileñas poco a poco pierden aquí relevancia e importancia y necesitamos reemplazarlas. Ya hay empresas españolas aquí. OHL, Sacyr, ACS… Ese es mi objetivo. Hay inversionistas que quieren hacer cosas aquí.
P. Perú es uno de los países más golpeados por el caso Odebrecht. ¿Qué coste ha tenido la corrupción?
R. Es muy bueno que todo esto se destape, porque en otros sitios hay mucha corrupción y está enterrada debajo de la alfombra. Aquí se destapó en Brasil, cayó el Gobierno en realidad por otras razones, aunque eso fue parte del entorno del problema. En Ecuador se ha destapado, en Colombia también, aquí hemos tomado medidas drásticas y eso tiene un costo. Algunos proyectos se han parado. Eso tiene un costo en el crecimiento de la economía, pero es mejor tragar el sapo de una vez y limpiar la casa.
P. Brasil es un país clave para Perú y toda la región. ¿Le preocupa la crisis que está atravesando?
R. Muchísimo. No sé qué va a pasar, Brasil es más del 40% del producto de América Latina. Entonces tenemos que acompañarlo con nuestros deseos y que todo salga bien. Otro país importante es México, que es el 30% del producto más o menos, y no sé cuáles son las perspectivas después de la próxima elección. Ahora, de contrapeso a eso tenemos Colombia, Perú y Chile, que juntos son más de 100 millones de habitantes, algo más de un trillón de dólares de producto. Si logramos juntarnos podemos ser una entidad más unida económicamente. Para hacer eso tenemos que convencer a Ecuador de que es parte del Pacífico también. Nos tenemos que abrir. Tenemos que crear un mercado único entre los cuatro países.
P. Usted gobierna en minoría frente al partido de Keiko Fujimori. ¿Cuál es su horizonte político?
R. El Congreso lo domina la oposición. Aquí tiene que haber algún tipo de entendimiento, porque si la percepción es que el Congreso quiere censurar a los ministros por cualquier pequeño desliz que tenga, entonces la situación se torna en ingobernable. El ministro de Transportes [que dimitió en mayo por la crisis del aeropuerto de Cuzco] ha ido al Congreso infinidad de veces a explicar, ha sido una cosa realmente increíble los insultos que ha recibido ahí, insinuaciones, un hombre absolutamente pulcro y transparente se expone a eso. Yo creo que no hay que llegar a esos extremos de calentamiento. Tenemos que bajar la temperatura y entender bien cuáles son los objetivos: hacer esta revolución social, hacer que la economía crezca y mantener la paz en un país inmenso.
P. ¿Lo ve factible? Hay también un debate sobre la liberación del expresidente Alberto Fujimori.
Hay que hacer una revolución social, crecer y mantener la paz
R. Yo creo que al final todo se va a calmar. Ha habido muchas críticas a que yo juego con el expresidente Fujimori, porque dije que hay que voltear la página. Yo creo que sí que hay que voltear la página, estamos estudiando el tema, había una propuesta en el Congreso para que cumpla su sentencia en la casa, pero esa propuesta ni siquiera se discutió. Habrá otras formas de encarar esto. Es algo que estamos estudiando.
P. Tomando prestada la expresión del Zavalita de Mario Vargas Llosa, ¿cuándo se va a desjoder el Perú?
R.El Perú es un proceso que toma tiempo. Si miramos Suiza, que hoy es un país incólume, casi celestial, hubo una guerra civil en Suiza que duró casi 500 años. Aquí no hay guerra civil, aquí hay un forcejeo para ponernos de acuerdo sobre hacia dónde vamos y yo sí creo que hay un consenso que poco a poco emerge de a dónde debemos ir.
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