Afirmar que Venezuela atraviesa un episodio inédito de nuestra historia no es exagerado. La devastación humana e institucional a la que nos ha llevado el gobierno no tiene precedentes ni en el país ni en Latinoamérica. No ha habido en la sub-región un régimen que al tiempo de conculcar los derechos elementales del hombre, haya vaciado el tesoro de la república, entregado territorialmente el Estado a intereses dogmáticos, de explotación y dominio de otras naciones, cooptado sus FFAA, agazapado grupos radicales y convivido con mafias milicianas y criminales. Nunca.
En América Latina -mediados del siglo XX- la violencia del ejército fue dirigida contra la insurgencia social. Un ejército que actuó como entidad corporativa y albacea del poder, que perseguía y atacaba partidos o asociaciones comunistas. La mayoría jóvenes universitarios. Los dictadores militares en América Latina fueron formados en la Escuela de las Américas, institución que en el contexto de la “guerra fría” garantizó fidelidad de los ejércitos latinoamericanos a la política exterior de EEUU. Dictaduras típicamente dirigidas por juntas militares de Estado Mayor, obsesionadas contra el comunismo igualitario. No les borró un milímetro de aberración. Fue el caso de Argentina (1976 y 1983), gobernada por comités del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, con el Gral. Jorge Rafael Videla al frente, quien asumió el poder tras el golpe de Estado de 1976. De Juan María Bordaberry en Uruguay (1973 y 1984). De la Chile tomada por Augusto Pinochet Ugarte, entre 1973 y 1990, prolongándose como senador vitalicio en la transición a la democracia. Algo muy parecido, Dési Bouterse en Surinam. Dictaduras pretorianas, terroristas, de prácticas represivas y violadoras de DDHH, sobre la base de la confrontación ideológica, esto es, del Estado policial vs. el Estado popular y colectivista. Pero no comportaban el grave ingrediente del Estado Criminal attachée de regímenes transnacionales (Cuba, Irán, China, Rusia, Bielorrusia), ausente de toda institucionalidad y planificación socio-económica (anarquía), disciplina ciudadana, fiscal o civilista, guarida de saqueadores, verdugos y fanáticos. Nunca vivimos algo así.
Bolivia pasó por la dictadura del Gral. Hugo Banzer (1971 y 1978), y en Paraguay sobrevivió el dictador militar el Gral. Alfredo Stroessner, quien gobernó durante 35 años (1954-1989). En RD, Rafael “Chapita” Trujillo se impuso desde 1930 hasta su asesinato en 1961. En Perú hizo lo propio el dictador Juan Velasco Alvarado -1968 a 1975- y su denominado Gobierno Revolucionario de las FFAA, sucedido por Francisco Morales Bermúdez. En Colombia la dictadura del Gral. Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), fue sobrevenida por la unión de los partidos liberal y conservador (el Frente Nacional), que influyó en el inicio de la lucha guerrillera. Volviendo a Perú -el llamado tiempo del miedo- hace referencia a las prácticas terroristas del Partido Comunista, Sendero Luminoso y la llegada de Fujimori. El primero reclutaba indígenas y mantenía sus operaciones con dinero proveniente de la droga, y el segundo, con pretexto de combatir a Sendero Luminoso, desapareció a sus opositores. Pero ni la Guerrilla o grupos radicales fueron gobierno en Latinoamérica, como tampoco las dictaduras civiles o militares, combinaron narco, anarquía, impunidad y ocupación, con violación de DDHH... En Ecuador Guillermo Rodríguez Lara (1972 a 1976) y Anastasio Somoza García en Nicaragua (1936 y 1956), estableciendo una dinastía familiar hasta 1979. En Brasil (Abril/1964), se produce un golpe de Estado que derroca a João Goulart (1964) e inicia la dictadura de Castelo Branco hasta Tancredo Neves, quien muere antes de asumir la presidencia (1985). En Venezuela el Gral. Marco Pérez Jiménez (1952 hasta 23/01/1958), mientras Omar Torrijos Herrera se convertía en uno de los últimos dictadores de corte albacea de línea nacionalista-militarista, por ser Manuel Noriega, también en Panamá, el hombre de bota y machete que instaura el narco estado, que sabemos cómo culminó (tanto su mandato y su vida). En Venezuela hoy, estamos atrapados.
El recuento busca desmitificar el régimen de Venezuela por no ser una dictadura típica de la Latinoamérica del siglo XX. Hoy tenemos un autoritarismo patibulario y estrafalario que ha absorbido todos los componentes del Estado. Un “modelo de poder” que no se combate con justicia nativa (por expropiada), sino con la justicia global. No lo digo yo. Lo dijo Benedicto XVI. Según el papa emérito Ratzinger, “la dictadura del relativismo, del propio yo y sus ganas- es cuestión central que urge abordar con seriedad, pues, en efecto, allí se juega su futuro la Humanidad. Frente al riesgo de la disolución, ISIS y Venezuela, son apenas los síntomas minúsculos de una enfermedad que hace metástasis”. Y contra tanta maldad los venezolanos -como no pudieron los cubanos, los Balcanes, los pueblos centro africanos o Latinoamericanos- necesitamos el concierto moderno, valiente y de vanguardia de las democracias serias del mundo, para recuperar nuestra libertad y la estabilidad de la región. El problema no es sólo local. Es de paz universal. Ahí está la salida...
@ovierablanco
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