24/02/2014 12:00 AM - REDACCIÓN
La emergencia del liderazgo de Hugo Chávez en Venezuela fue el resultado directo del descrédito total del sistema de partidos, que se resumía en dos fuertes organizaciones, Acción Democrática, socialdemócrata y Copei, conocido como Partido Socialcristiano. Después de un inicial impulso a la democracia, corrompieron tanto sus instituciones que el país terminó buscando un Mesías. Chávez fue la respuesta, y la coyuntura que le correspondió vivir permitió que se aventurara por un proyecto socialista totalmente fuera de época. Pero él pudo intentarlo.
Con su muerte, el denominado Socialismo del Siglo XXI ha entrado en crisis. Se afirmaba en la personalidad de Chávez que murió demasiado temprano para sus sueños. Con la primera prueba de fuego que fueron las elecciones para sustituirlo, sus formaciones lograron la victoria con una diferencia de apenas 300 mil votos, mientras la oposición, liderada por Enrique Capriles, avanzó muy marcadamente.
La sociedad venezolana llevaba en sus entrañas el serio problema de la inseguridad. Chávez no pudo con ella. La tasa de homicidios es de 39 por cada 100,000 habitantes. La oposición la eleva a 79 por cada 100,000 habitantes. Como quiera que sea, es un serio problema. Los dominicanos estamos muy preocupados por la inseguridad y nuestra tasa media es de 24 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
Pero la Venezuela que recibió Nicolás Maduro no sólo confrontaba el problema de la violencia común. La economía ya estaba descompuesta aún en tiempos de Chávez. En medio de su gravedad empezó a dar signos angustiantes. Esas angustias se trasladaron a los países beneficiarios de Petrocaribe. Hoy, Venezuela tiene una inflación que ronda el 56.3% y dramáticas escaseces. El gobierno ha pretendido, en medio de esa situación, controlar los precios, lo que resulta contraproducente. Al mismo tiempo, la falta de dólares en el mercado es muy grave. Esa escasez se ha reflejado en los periódicos y hasta movilizó a los periodistas.
Estamos ante una crisis económica que se convierte en una crisis política. Lamentablemente, la Administración no parece darse cuenta. Aunque reconocemos que nadie mejor que los venezolanos sabe de verdad lo que pasa en su país.
Abogamos por el diálogo.
Con su muerte, el denominado Socialismo del Siglo XXI ha entrado en crisis. Se afirmaba en la personalidad de Chávez que murió demasiado temprano para sus sueños. Con la primera prueba de fuego que fueron las elecciones para sustituirlo, sus formaciones lograron la victoria con una diferencia de apenas 300 mil votos, mientras la oposición, liderada por Enrique Capriles, avanzó muy marcadamente.
La sociedad venezolana llevaba en sus entrañas el serio problema de la inseguridad. Chávez no pudo con ella. La tasa de homicidios es de 39 por cada 100,000 habitantes. La oposición la eleva a 79 por cada 100,000 habitantes. Como quiera que sea, es un serio problema. Los dominicanos estamos muy preocupados por la inseguridad y nuestra tasa media es de 24 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
Pero la Venezuela que recibió Nicolás Maduro no sólo confrontaba el problema de la violencia común. La economía ya estaba descompuesta aún en tiempos de Chávez. En medio de su gravedad empezó a dar signos angustiantes. Esas angustias se trasladaron a los países beneficiarios de Petrocaribe. Hoy, Venezuela tiene una inflación que ronda el 56.3% y dramáticas escaseces. El gobierno ha pretendido, en medio de esa situación, controlar los precios, lo que resulta contraproducente. Al mismo tiempo, la falta de dólares en el mercado es muy grave. Esa escasez se ha reflejado en los periódicos y hasta movilizó a los periodistas.
Estamos ante una crisis económica que se convierte en una crisis política. Lamentablemente, la Administración no parece darse cuenta. Aunque reconocemos que nadie mejor que los venezolanos sabe de verdad lo que pasa en su país.
Abogamos por el diálogo.
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