Por: Carlos René Ramírez
Nuestra pobre Nicaragua ha sido prolífica en dictaduras, tiranías y gobernantes cuyo principal objetivo no es velar por una nación en búsqueda de su desarrollo, para que las futuras generaciones mejoren su nivel de vida. Al contrario, ha sido unánime el comportamiento histórico de casi todos los que han detentado el poder en un esmero vigoroso en superar al anterior en riqueza, y, lo más deleznable, en querer perpetuarse en el poder. Sin embargo, dentro de la disyuntiva de dictadores buenos y dictadores malos, aunque creo que todas las dictaduras son aberrantes y perjudiciales para los pueblos y países, de repente surgen actos que son beneficiosos como leyes sociales o laborales a favor de los trabajadores.
Uno de los dictadores que fue blanco permanente de los comunistas o socialistas es Pinochet, quien encaminó a Chile a su conversión en la economía más desarrollada en Latinoamérica y, creyendo que tenía el apoyo del pueblo, promovió un referendo por el sí o el no para reelegirse, y al perder él dejó el poder. Esto no lo hacen los dictadores que saben que no tienen el apoyo mayoritario de los votantes y más bien refuerzan con gran ímpetu los engranajes electorales para garantizar eternamente el sí. En una época de la dictadura de los Somoza yo manejaba el Crédito Rural del Banco Nacional y me decía el gerente general, que en las reuniones con campesinos agricultores no debíamos hacer proselitismo político y que teníamos que darles el crédito sin distinción de su filiación política, pero sí, que fueran hombres trabajadores y honrados.
Así fue que el crédito llegó a todos los confines de Nicaragua, a miles de pequeños agricultores que al recolectar sus cosechas o ganado pagaban cumplidamente y nunca tuvimos una mora más allá del 2.5 por ciento, mientras que ahora el remedo de banca estatal anda por el 45 por ciento de cartera en riesgo y mora. Qué vergüenza. Esto es producto de la cultura del no pago que se estableció en la década perdida, cuando comenzaron a crecer los millonarios de nuevo cuño que han acrecentado sus activos en forma alarmante, amparados por la consigna de la nueva dictadura. Los Somoza, en 45 años llegaron a acumular, dicen, alrededor de US$$500 millones, pero las estadísticas clandestinas no han llegado a calcular el monto de la riqueza de la actual dictadura, que ha copiado todo lo perverso que hizo la dinastía Somoza e indudablemente quiere superarla, o ya la superó en unos cuantos milloncitos.
Todo está calculado; la concentración de canales de TV, radios, etc., además de ser una inversión que rinde beneficios, también es el arma sutil para controlar las comunicaciones, porque a simple vista los únicos medios no sandinistas que existen son el Diario LA PRENSA y la Radio Corporación. ¿Cómo se llama aquel que gobierna sin respetar la separación de poderes, que erosiona las libertades democráticas, reforma la Constitución a su gusto y antojo, tiene todo bajo su omnímoda voluntad, manipula la conciencia de la gente y se rodea de serviles que lo reverencian y se entroniza en el poder? Solamente viene a mi memoria la terrorífica referencia histórica de Hitler, Stalin, Duvalier, Franco, Gadafi, Hussein, Pol Pot, Pinochet, Castro, Somoza, Ortega, etc. A pesar de sus calificaciones vertidas del averno, fueron nominados al Premio Nobel de la Paz personajes como Hitler, Stalin, Castro, por algunos individuos de mentes retorcidas. Pero las características símiles son como una malévola oscuridad que cubre el resplandor de la libertad, ya que al enarbolar la bandera del autoritarismo y endiosamiento convierten a los pueblos en prisioneros perpetuos.
El ejemplo más cercano es el guía, maestro y conductor de los nuevos dictadores ilusionistas del Alba, Fidel Castro, quien hace 55 años maneja las llaves de la prisión flotante que es ahora Cuba, país que en 1928 tenía 61 emisoras de radio siendo la primera en el mundo emisoras por número de habitantes y extensión territorial. En 1937 Cuba decretó por primera vez en Latinoamérica la Ley de Jornada laboral de ocho horas, el salario mínimo y la autonomía universitaria. En fin, Cuba era pionera del desarrollo, y ahora vive en la pobreza y la miseria, porque el socialismo es sinónimo de fracaso. Como dijo Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz: “No podemos dejar que el pasado nos ponga cadenas”, porque seremos prisioneros del futuro. El autor es cooperativista, fue funcionario del BNN.
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