Las revueltas en Ucrania han destapado el lujo con el que vivía Víctor Yanukovich.
- Robert Ceacescu construyó el segundo edificio más grande del mundo para albergar su residencia.
- La residencia de Gadafi contaba incluso con un parque de atracciones.
- Robert Ceacescu construyó el segundo edificio más grande del mundo para albergar su residencia.
- La residencia de Gadafi contaba incluso con un parque de atracciones.
Por VANITY FAIR | 24 de febrero de 2014
A 15 kilómetros del centro de Kiev, lejos de las cenizas y las barricadas, apartado de las manifestaciones, de los funerales y del caos, se alza una mansión de madera con las paredes recubiertas de mármol. Una casa que era propiedad de Víctor Yanukovich hasta que este fin de semana fuera tomada por los manifestantes. El depuesto mandatario ucraniano tenía asignado un salario de 100.000 dólares anuales, la misma cantidad que cuesta, por ejemplo, cada una de las tres lámparas de araña que decoran el salón principal de su residencia.
El edificio de Mezhirya que hoy ocupa las portadas de medio mundo fue construido por la empresa finesa Honka, especializada en construcciones de madera. Los constructores se vanagloriaban de haber conseguido la casa de madera más grande del mundo, incluso quisieron presentarla oficialmente al libro Guinness, algo que a su nuevo ocupante no le pareció una buena idea.
Tampoco las comunicaciones de la zona le parecieron oportunas al nuevo e ilustre vecino de Mezhirya. En 2010, dentro del marco de las obras realizadas en Ucrania para alojar la final de la Eurocopa 2012, Yanukovich aprovechó para desarrollar una espectacular carretera que uniera Kiev con esta pequeña localidad. Nadie se explica cómo pudo ayudar esto a celebrar la Eurocopa, ni siquiera los organismos oficiales que se negaron a dar más detalles.
Datos como este han escandalizado a un país donde la corrupción hace tiempo que dejó de ser noticia -Ucrania ocupa el puesto 152 en la lista de los 182 países más corruptos del planeta-. La parcela de Yanukovich está compuesta por 137 hectáreas de lujo y oropel. Un espacio algo menor que el estado de Mónaco y que cuenta con un zoológico, un helipuerto, un lago artificial, un bosque privado y un campo de golf, diseñado y construido por expertos franceses. Todo por valor de más de dos millones de dólares.
Todo estaba listo para que Yanukovich se sintiera a gusto en su nueva casa. Solo faltaba pulir los últimos detalles. Y cuando se habla de un hombre como Yanukovich estos no son una cuestión baladí. Las puertas de cedro libanés que sellan las habitaciones tienen un valor de 64.000 dólares, los paneles de madera para rematar las escaleras costaron 200.000 y el revestimiento del invernadero no le va a la zaga con un coste de 328.000 dólares.
Tal vez lo que más llama la atención es la columna neoclásica en la que este fin de semana se han retratado cientos de ucranianos. En su momento costó 430.000 dólares. Suma y sigue. En apenas un año y medio el costo total de los accesorios importados para Mezhyhirya rozaba el millón y medio de dólares según la base de datos del departamento de aduanas e impuestos especiales de Ucrania.
La locura de un hombre ebrio de poder puede cristalizarse en edificios excéntricos pero desde luego no originales. El complejo de Yanokovich se une a una larga lista de palacios que los sátrapas de todo el mundo abandonaron junto al poder. La población ucraniana pide ahora que se dé un uso efectivo al complejo, que se use como hospital o universidad. Una petición que resulta un tanto utópica si tiramos de hemeroteca.
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Palacio en Bucarest que fue mandado construir por el dictador Nicolae Ceaucescu.©Cordon Press
A los dictadores les gusta el lujo
El segundo edificio más grande del mundo -solo lo superado el Pentágono- es el Palacio de Snagov del dictador rumano Nicolae Ceaucescu. Tras la caída del mandatario, el Estado tuvo que buscarle un nuevo uso a este descomunal espacio. El Parlamento, el Senado, el Tribunal Constitucional e incluso el museo de arte contemporáneo de Rumanía se alojan ahora en esta mole. Para su construcción 20.000 albañiles demolieron más de 7.000 viviendas, doce iglesias, tres monasterios y dos sinagogas. Fueron sustituidos por más de 5.000 habitaciones.
Saddam Hussein acumuló una gran fortuna durante los 30 años que estuvo en el poder. Con dicho capital, el mandatario compró y remodeló mansiones, como el antiguo palacio de Nabucodonosor II. El edificio original fue construido en honor del más famoso gobernador de Babilonia, y en su honor se grabaron los ladrillos de la construcción original. Hussein no quiso ser menos y mandó grabar los más de 60 millones de ladrillos con la inscripción "en la era de Saddam Hussein, protector de Iraq, que reconstruyó la civilización y reconstruido Babilonia". Muchos los cubrió con pinturas de Rowena Morill, una ilustradora americana de género fantástico. El edificio tiene cuatro plantas y las dimensiones de cuatro campos de fútbol y se encuentra en situación de abandono.
La mítica jaima de Gadafi fue destrozada y saqueada tras la caída del dictador. En su época de esplendor contaba con jardines, una mezquita, un campo de fútbol e incluso un parque de atracciones. Destacaba también la habitación de la hija adoptiva del dictador, que falleció cuando no llegaba a contar con un año. Todos los objetos de la habitación habían sido conservados en vitrinas de cristal.
Las excentricidades se dan también al otro lado del Atlántico. Es reseñable el caso de Pinochet. El dictador chileno llegó a construir una casa dotada de tal lujo que no pudo evitar las críticas, que arreciaron hasta tal punto que cedió la construcción al Ejército antes de llegar a habitarla. La casa tiene 5.000 metros cuadrados construidos, cuatro pisos, búnker, canchas de tenis, piscina, tres invernaderos y 68.000 metros cuadrados de jardines.
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