Por ANTONIO HEREDIA
Ante tantas cosas inverosímiles que a diario siguen escandalizando nuestro sufrido país, he analizado muchas epopeyas gloriosas, que aunque al principio parecían imposibles, debido al hartazgo se han hecho realidad con la decisión y el coraje del pueblo.
Para muestra he aquí un botón y es que el pasado 7 de noviembre se cumplió el 206 aniversario de una célebre batalla librada entre los criollos que a partir del 27 de febrero del 1844 pasaron a llamarse dominicanos, en contra de las tropas invasoras francesas del emperador Napoleón Bonaparte.
Esta sangrienta batalla se produjo un día 7 de noviembre del 1808 en el paraje de Palo Hincado, a media legua al oeste de la población del Seibo, donde los criollos dirigidos por el brigadier Juan Sánchez Ramírez a machete y tiro certero de fusil hicieron trizas los batallones franceses dirigidos por el general Jean Louis Ferrand, quien al verse derrotado tocó el tambor de retirada con un grupo de oficiales supervivientes mientras que el campo quedaron tendidos cientos cadáveres franceses.
Antes de la batalla, Sánchez Ramírez arengó a las tropas nacionalistas con su famosa frase "Pena de la vida al que volviere la cara atrás, pena de la vida al tambor que tocare retirada, y pena de la vida al oficial que lo mandare aunque sea yo mismo".
De esta manera el héroe de la batalla de Palo Hincado obligó a todos, inclusive a él, a pensar que era mejor morir peleando que deshonrosamente fusilado.
Entonces, ya es hora que los “quisqueyanos valientes alcemos, nuestro invicto glorioso pendón” ante tantas diabluras que a di
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