El Senado chileno acaba de aprobar la despenalización del aborto terapéutico y en caso de violación. Tras más de dos años de trámites, los senadores aceptaron la interrupción del embarazo en los 3 causales: riesgo de vida para la madre, inviabilidad del feto y violación.
Con esta resolución de la Cámara Alta, Chile se encuentra a tan solo un paso de abandonar la lista de países que persiguen el aborto en todas sus circunstancias. El proyecto de ley, impulsado por la presidenta Michelle Bachelet, se someterá a votación en la Cámara de Diputados hoy jueves.
"Se aprobaron las tres causales que es la principal lucha (...) es un gran aporte a la historia de Chile", declaró Claudia Dides, portavoz de la Corporación por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Miles), según recoge el diario argentino Clarín.
"Es una mañana histórica", señaló la presidenta chilena Michelle Bachelet. “Lo que permite esta ley es que seamos un país donde las mujeres frente a diversas situaciones puedan tomar la mejor decisión posible”, añadió.
La derecha opositora anunció que enviará el proyecto al Tribunal Constitucional para impugnar la medida ya que consideran que vulnera los derechos del niño no nato. Durante la reunión en el Senado, varios activistas antiaborto irrumpieron en la Cámara Alta y tuvieron que ser expulsados por las fuerzas de seguridad.
La despenalización del aborto era uno de los objetivos de Michelle Bachelet y si todo sale bien, lo podrá conseguir antes de que acabe su legislatura, en marzo de 2018.
Si finalmente los diputados aprueban la ley del aborto, Chile volvería a los derechos de salud sexual y reproductiva que tenía antes de la dictadura. En el país era legal abortar desde 1931 pero poco antes de que terminara el Gobierno autocrático de Augusto Pinochet, este decidió prohibirlo. En septiembre de 1989, el régimen dictatorial dictaminó que “no se podía ejecutar ninguna acción cuyo fin sea provocar un aborto”.
La decisión de Pinochet provocó un retroceso en los derechos de las mujeres y la persecución sistemática de aquellas que interrumpían el embarazo. En Chile se registran oficialmente 30.000 abortos provocados o espontáneos pero se cree que la cifra negra o clandestina podría llegar a las 160.000 interrupciones del embarazo.
Pese a que aún queda por debatir ciertos aspectos de la ley (como la objeción de conciencia o qué hacer en el caso de las menores de edad), que el proyecto haya pasado la primera prueba es más que positivo. Y sobre todo teniendo en cuenta que, según los sondeos, el 70% de la población chilena aprueba despenalizar este derecho fundamental.
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