La agonía por lo tangible

José Miguel Gómez
La vida material y hedonista ha fortalecido y reforzado los postulados de que el “existo” está basado en lo que se puede tocar, y lo que se puede enrostrar a las demás personas. La acumulación de cosas materiales; grandiosas y ostensibles pasaron a formar parte del nuevo estatus social: La vivienda grande, el vehículo de lujo, la vida acomodada, el confort, la fortuna, el acceso al poder, el vivir diferente a los demás ciudadanos, etc. establecieron la agonía por el nuevo estatus social.
Desde la posmodernidad, el ser humano se fue divorciando de la educación, del sentido de la utilidad, la vocación del servicio, del altruismo social, de la vida ética y moral que eran los indicadores de reconocimiento y validación social para determinar los roles en cualquier sociedad con un mínimo de organización.
Décadas después de la apertura de estos nuevos conceptos económicos y sociales se fue apostando y creyendo en la lucha por el logro de lo tangible. Es decir, la conquista de la vida material como sinónimo de “éxito”. Esas nuevas motivaciones y reforzamientos sociales formaron la nueva conciencia social, el cuerpo y esqueletos del hombre y la mujer que optaron por luchar y vivir hacia una vida personalista, individualista y ostentada en el dinero, el confort, los inmuebles, la tenencia de los medios y de los bienes que favorecen la riqueza material, legitimando así el nuevo estatus.
La vida y las nuevas motivaciones sociales de hoy están reforzadas exclusivamente hacia lo tangible: lo que se ve y lo que se toca. Lo que me puede decir y dar constancia de que he logrado en la vida terrenal. Desde estas nuevas corrientes del pensamiento conceptual y de la nueva filosofía global posmoderna, la existencia está basada en la ostentación de las cosas materiales, la conquista y agonía por el confort, el placer y la seducción de la vida placereada. La lucha por lo tangible es una lucha feroz, desigual, deshumanizada y despersonalizada que apunta hacer lo que sea, como forma de lograr las cosas materiales; desde la violación a las normas sociales y morales, hasta la traición de los valores familiares, de parejas y sociales. Esta nueva búsqueda de vivir y luchar en el nuevo orden social, económico y político, reproduce los modelos de corrupción, tráfico de drogas, robo e impunidad; pero también el aprendizaje de una nueva cultura política social que he llamado “la sociedad de los iguales”.
Es decir, lo tangible es lo que prevalece y da constancia de legitimidad del nuevo ascenso social, sin importar como se acumula el dinero, ni la vía, ni la prisa, de la sustentación; solamente importa sea aceptado por los grupos que controlan el poder político, económico y social, para legitimar lo obtenido.
Esa nueva cultura es la que moviliza a cientos de jóvenes y adultos a vivir dentro del sistema partidario, del tráfico de drogas, corrupción, etc. Que representa el ascenso rápido en la adquisición de cosas tangibles: poder, fuerza, dinero, oportunidades, vía rápida de llegar y lograr el nuevo estatus social.
El existo en la posmodernidad apuesta a la agonía y la angustia por lo tangible; vivir el “parecer”, por lo que se pueda mostrar, pero también, llegar a sentirse validado, aceptado e incluido, partiendo de la vieja condicionante “quien más tiene más vale”.
Ahora hay que tener más, no solo para satisfacer las necesidades primarias: alimentos, medicinas, educación, techo, etc. Ahora hay que tener un poco más de todo; algo que nos represente y nos valide, que nos refuerce la vanidad y el “ego” la petulancia de sentirnos diferentes al del lado, al del frente, al del pasado y dispuesto a ganarle con ventaja al del presente, de lo contrario no te ha visitado el “éxito”.
El éxito ahora lo sustenta lo tangible, lo que se toca, como dijo Santo Tomás, “ver para creer”; aunque, el maestro fue más sabio cuando respondió, “bendito los que creen sin ver”. Hoy se han multiplicado los que necesitan ver, pero también los que necesitan mostrar, debido a la sociedad de la competitividad. Unos viven enrostrando la inequidad, la exclusión y la forma desigual e injusta con que se vive. Quienes no tienen nada que exhibir no son solos pobres, más que eso, que es mucho, ahora tampoco son “exitosos” debido a que no han alcanzado lo tangible. Antes, mucho antes de la modernidad y la globalización del mercado, cada cual en su aldea, comunidad, barrio, podía lograr la validación, el reconocimiento, los méritos, el respeto a través de no tangible: la palabra, la moral, el rostro conocido, las causas defendidas, la decencia, la vergüenza de su pasado y la hoja de vida asumida