
La opinion de ALEJANDRO POHLS HERNÁNDEZ
Un día como hoy, el 16 de julio de 1965, a las 7 de la mañana, Rubirosa tomó las llaves de su Ferrari convertible y enfiló por la avenida de los bosques de Boulogne, donde sucedió el fatal accidente: chocó contra un árbol, justamente en el mismo lugar donde se había estrellado y fallecido, años atrás, su amigo de juventud, el multimillonario Ali Khan.
Ese día celebraba que su equipo de polo había ganado la Copa de Francia: ¡Era una celebración en grande! Esa noche, Rubi (como le decían sus amigos) había bebido demasiado: habló de que no quería llegar a viejo, porque le aterraba… mientras más tomaba, más deprimido se veía…
¿Pero, quién era Porfirio Rubirosa? La galantería de Porfirio Rubirosa era sin igual… “El hacía que cada mujer se sintiera la más importante del mundo. Si estaba hablando con una señora de 80 años o con una niña de 24, las hacía sentir, a las dos, como unas reinas”; decía su amiga, Dolores del Río.
Fue un gran conversador dotado de una labia que hipnotizaba: conquistó a las mujeres más ricas, famosas y deslumbrantes de un mundo en el que el glamour era el protagonista. Diplomático, militar, piloto, campeón de polo y boxeador. Además, seductor y perfecto caballero, así era el dominicano Porfirio Rubirosa.
La historia es esta: Su padre fue consejero de la embajada de la República Dominicana en París y, en 1920, se llevó a su hijo Porfirio con él… El ambiente bohemio y cosmopolita de París, donde transcurrió la infancia de Rubi, fue determinante en la formación de su personalidad. En Calais (Francia) conoció al príncipe Ali Khan, posteriormente embajador de su país ante la ONU, con el que mantuvo una amistad que duró toda su vida, pesé a que Rubirosa nunca fue un hombre adinerado.
Cuando Porfirio Rubirosa regresó a su país natal, la Dominicana, entró al ejército, en cuyos rangos avanzó rápidamente. A los 20 años ya era capitán del equipo de polo. Durante un juego, el dictador, Rafael Leónidas Trujillo, observó detenidamente la personalidad del joven capitán. Trujillo lo invitó a integrarse a la Guardia Presidencial. A lo que Rubirosa opinó: “Me gustaba, porque sabía que las mujeres eran atraídas por el uniforme militar”.
La hija de Trujillo, Flor de Oro, tenía 17 años y acababa de regresar de Francia. Ésta invitó a Rubirosa a un baile en Palacio, esa noche no pararon de bailar… Finalmente, la persuasiva Flor de Oro logró de su padre la autorización para hacerlo su novio. A los pocos meses, ella le propuso matrimonio. Éste, de buena gana, aceptó enseguida. Trujillo comentó: “Es un excelente diplomático, porque las mujeres lo adoran y sabe mentir bien, es un buen mentiroso”.
Lo nombró diplomático y lo envió a Berlín. Ya en Europa, Rubirosa comenzó a parrandear consuetudinariamente y Flor de Oro no soportó esa situación, por lo que pronto regresó a su país. Ella cuenta que su marido “salía todas las noches y volvía al amanecer cubierto de pintura de labios… Estaba tan celosa, y cuando le preguntaba dónde había estado, me decía: Las damas no me dejaban salir temprano…”. Trujillo autorizó el divorcio y Flor de Oro se casó ocho veces más. Por un año, Rubirosa no pudo regresar a la República Dominicana, porque Trujillo lo hubiese asesinado…
En los continuos viajes de Rubirosa, quien como buen “bon vivant” adoraba la buena vida, conoció a la excéntrica periodista y heredera de una de las mayores fortunas del mundo: Doris Duke. Su círculo social se fue haciendo cada vez más exclusivo, se hizo amigo de actrices, magnates y aristócratas y, en 1947, se casó con Duke. El matrimonio se instaló en un palacete de la Rue Bellechasse, donde continuaron con una vida social repleta de placeres y fiestas; eran asiduos a su mansión Ava Gadner, John Kennedy, los Rotschild, el majarahá de Jaipur, el príncipe Ali Khan, Frank Sinatra, entre otros...
Un día, sin esperarlo, Trujillo le telefoneó a Rubirosa, que estaba en Europa, como si nada hubiese pasado, pidiéndole que paseara a su esposa y a su hijo, Ramfis, porque viajarían a París y necesitaban un guía. Rubi probó ser excelente compañía, de tal manera que el propio Trujillo viajó al mes siguiente a conocer París.
Rubirosa escribiría: “Trujillo quería que le mostrara lo más exclusivo, lo elegante… Lo llevé a lugares inimaginables... propios de sibaritas, le presenté mujeres tan bellas y tuvo tanto sexo con ellas que me lo agradeció toda la vida, y me restituyó como Agregado Diplomático en Francia.”
Su matrimonio con Doris llegó a su fin por causa de sus infidelidades… Sin embargo, ella le compensó con dos millones de dólares, carros deportivos, una cuadra de caballos, un avión y una mansión en París. En 1953 se casó con Barbará Hutton, la segunda mujer más rica del mundo y se dice que ella le daba 60 mil dólares diarios para sus gastos personales.
Ninguna se le resistía, en la lista del conquistador dominicano están las actrices Zsa Zsa Gabor, Rita Hayworth, Dolores del Río, Ava Gardner y Marilyn Monroe, entre otras… Se casó cinco veces, incluyendo a la actriz francesa Danielle Darrieux, la más cotizada y bella de su tiempo.
Su último matrimonio en 1956 fue con la actriz francesa Odile Rodin de 19 años; Porfirio Rubirosa tenía 47 años. Se cuenta que fue la única mujer a la cual le fue fiel. Sus mujeres siempre fueron las más ricas y afamadas de su época.
Mientras el gran seductor daba vuelo a sus galanuras, en la Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, el dictador, era asesinado. Dadas las circunstancias, Rubirosa dejó todas sus conquistas para dedicarse de lleno a conseguir apoyos para su ex cuñado, Ramfis Trujillo, para que sustituyera a su padre al frente del gobierno. Incluso, trató de convencer a su amigo, el presidente Kennedy, de apoyar a su ex cuñado…
Pero, cuando regresó a Santo Domingo a reportar sus conversaciones, “el cabrón (Ramfis), después de tomar el control militar, ejecutó a quienes mataron a su padre, y se fue a España, en un lujoso yate lleno de oro, joyas y dólares”.
Rubirosa nunca le volvió a hablar. Balaguer, el sucesor de Trujillo, terminó con la carrera diplomática del gran seductor, que se quedó sin empleo a los 53 años y con la perspectiva de vivir como pobre.
Porfirio y la joven modelo Odile Rodin vendieron la casa en París y se mudaron a una pequeña y modesta villa en las afueras. Sus amigos pensaban que había perdido parte de su vitalidad y que estaba deprimido... Intentó varios negocios, pero nada funcionaba. Como ironía de la vida, Rubi solía expresar que: “A algunos les produce placer el hacer dinero; a mí me da placer gastarlo…”.
Unos 250 dolientes asistieron a su funeral, incluyendo dos miembros del clan Kennedy. Su esposa Odile se casó más tarde y ahora vive en New England, Estados Unidos, muy lejos de su antigua vida con Rubi… El último seductor, siempre dijo “no tener tiempo para trabajar, porque lo gastaba en amar”.
Ese día celebraba que su equipo de polo había ganado la Copa de Francia: ¡Era una celebración en grande! Esa noche, Rubi (como le decían sus amigos) había bebido demasiado: habló de que no quería llegar a viejo, porque le aterraba… mientras más tomaba, más deprimido se veía…
¿Pero, quién era Porfirio Rubirosa? La galantería de Porfirio Rubirosa era sin igual… “El hacía que cada mujer se sintiera la más importante del mundo. Si estaba hablando con una señora de 80 años o con una niña de 24, las hacía sentir, a las dos, como unas reinas”; decía su amiga, Dolores del Río.
Fue un gran conversador dotado de una labia que hipnotizaba: conquistó a las mujeres más ricas, famosas y deslumbrantes de un mundo en el que el glamour era el protagonista. Diplomático, militar, piloto, campeón de polo y boxeador. Además, seductor y perfecto caballero, así era el dominicano Porfirio Rubirosa.
La historia es esta: Su padre fue consejero de la embajada de la República Dominicana en París y, en 1920, se llevó a su hijo Porfirio con él… El ambiente bohemio y cosmopolita de París, donde transcurrió la infancia de Rubi, fue determinante en la formación de su personalidad. En Calais (Francia) conoció al príncipe Ali Khan, posteriormente embajador de su país ante la ONU, con el que mantuvo una amistad que duró toda su vida, pesé a que Rubirosa nunca fue un hombre adinerado.
Cuando Porfirio Rubirosa regresó a su país natal, la Dominicana, entró al ejército, en cuyos rangos avanzó rápidamente. A los 20 años ya era capitán del equipo de polo. Durante un juego, el dictador, Rafael Leónidas Trujillo, observó detenidamente la personalidad del joven capitán. Trujillo lo invitó a integrarse a la Guardia Presidencial. A lo que Rubirosa opinó: “Me gustaba, porque sabía que las mujeres eran atraídas por el uniforme militar”.
La hija de Trujillo, Flor de Oro, tenía 17 años y acababa de regresar de Francia. Ésta invitó a Rubirosa a un baile en Palacio, esa noche no pararon de bailar… Finalmente, la persuasiva Flor de Oro logró de su padre la autorización para hacerlo su novio. A los pocos meses, ella le propuso matrimonio. Éste, de buena gana, aceptó enseguida. Trujillo comentó: “Es un excelente diplomático, porque las mujeres lo adoran y sabe mentir bien, es un buen mentiroso”.
Lo nombró diplomático y lo envió a Berlín. Ya en Europa, Rubirosa comenzó a parrandear consuetudinariamente y Flor de Oro no soportó esa situación, por lo que pronto regresó a su país. Ella cuenta que su marido “salía todas las noches y volvía al amanecer cubierto de pintura de labios… Estaba tan celosa, y cuando le preguntaba dónde había estado, me decía: Las damas no me dejaban salir temprano…”. Trujillo autorizó el divorcio y Flor de Oro se casó ocho veces más. Por un año, Rubirosa no pudo regresar a la República Dominicana, porque Trujillo lo hubiese asesinado…
En los continuos viajes de Rubirosa, quien como buen “bon vivant” adoraba la buena vida, conoció a la excéntrica periodista y heredera de una de las mayores fortunas del mundo: Doris Duke. Su círculo social se fue haciendo cada vez más exclusivo, se hizo amigo de actrices, magnates y aristócratas y, en 1947, se casó con Duke. El matrimonio se instaló en un palacete de la Rue Bellechasse, donde continuaron con una vida social repleta de placeres y fiestas; eran asiduos a su mansión Ava Gadner, John Kennedy, los Rotschild, el majarahá de Jaipur, el príncipe Ali Khan, Frank Sinatra, entre otros...
Un día, sin esperarlo, Trujillo le telefoneó a Rubirosa, que estaba en Europa, como si nada hubiese pasado, pidiéndole que paseara a su esposa y a su hijo, Ramfis, porque viajarían a París y necesitaban un guía. Rubi probó ser excelente compañía, de tal manera que el propio Trujillo viajó al mes siguiente a conocer París.
Rubirosa escribiría: “Trujillo quería que le mostrara lo más exclusivo, lo elegante… Lo llevé a lugares inimaginables... propios de sibaritas, le presenté mujeres tan bellas y tuvo tanto sexo con ellas que me lo agradeció toda la vida, y me restituyó como Agregado Diplomático en Francia.”
Su matrimonio con Doris llegó a su fin por causa de sus infidelidades… Sin embargo, ella le compensó con dos millones de dólares, carros deportivos, una cuadra de caballos, un avión y una mansión en París. En 1953 se casó con Barbará Hutton, la segunda mujer más rica del mundo y se dice que ella le daba 60 mil dólares diarios para sus gastos personales.
Ninguna se le resistía, en la lista del conquistador dominicano están las actrices Zsa Zsa Gabor, Rita Hayworth, Dolores del Río, Ava Gardner y Marilyn Monroe, entre otras… Se casó cinco veces, incluyendo a la actriz francesa Danielle Darrieux, la más cotizada y bella de su tiempo.
Su último matrimonio en 1956 fue con la actriz francesa Odile Rodin de 19 años; Porfirio Rubirosa tenía 47 años. Se cuenta que fue la única mujer a la cual le fue fiel. Sus mujeres siempre fueron las más ricas y afamadas de su época.
Mientras el gran seductor daba vuelo a sus galanuras, en la Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, el dictador, era asesinado. Dadas las circunstancias, Rubirosa dejó todas sus conquistas para dedicarse de lleno a conseguir apoyos para su ex cuñado, Ramfis Trujillo, para que sustituyera a su padre al frente del gobierno. Incluso, trató de convencer a su amigo, el presidente Kennedy, de apoyar a su ex cuñado…
Pero, cuando regresó a Santo Domingo a reportar sus conversaciones, “el cabrón (Ramfis), después de tomar el control militar, ejecutó a quienes mataron a su padre, y se fue a España, en un lujoso yate lleno de oro, joyas y dólares”.
Rubirosa nunca le volvió a hablar. Balaguer, el sucesor de Trujillo, terminó con la carrera diplomática del gran seductor, que se quedó sin empleo a los 53 años y con la perspectiva de vivir como pobre.
Porfirio y la joven modelo Odile Rodin vendieron la casa en París y se mudaron a una pequeña y modesta villa en las afueras. Sus amigos pensaban que había perdido parte de su vitalidad y que estaba deprimido... Intentó varios negocios, pero nada funcionaba. Como ironía de la vida, Rubi solía expresar que: “A algunos les produce placer el hacer dinero; a mí me da placer gastarlo…”.
Unos 250 dolientes asistieron a su funeral, incluyendo dos miembros del clan Kennedy. Su esposa Odile se casó más tarde y ahora vive en New England, Estados Unidos, muy lejos de su antigua vida con Rubi… El último seductor, siempre dijo “no tener tiempo para trabajar, porque lo gastaba en amar”.
Fuentes:
Univision.com Porfirio Rubirosa.
Villanova Jaime, El último playboy. Edit. Espejo de tinta.
Rodríguez, Madelyn, El playboy más famoso de la Historia.
Univision.com Porfirio Rubirosa.
Villanova Jaime, El último playboy. Edit. Espejo de tinta.
Rodríguez, Madelyn, El playboy más famoso de la Historia.
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