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Se recuerda que en la Era de Trujillo fue construido el Hipódromo Perla Antillana y el 23 de febrero de 1944 fue inaugurado. Debido a que el deporte en esa época era muy limitado y como el Jefe era fanático y devoto de la hípica, la convirtió en deporte para él y toda su familia y por ende se convirtió más tarde, en deporte obligado de la mayoría de ciudadanos. Esto generó más que una competencia entre amigos y allegados, una exhibición o espectáculo para divertirse.
Fue así como surgieron las carreras de caballo en el hipódromo recién construido y que el tirano lo tenía como diversión y entretenimiento a la gente. Había gente cercana al dictador, que tenían cuadras de caballos y osaban competir contra sus caballos, haciéndose muy famosos los caballos Dicayagua, Sombra, Relámpago, Tamayo, Jagüey, Cacique, entre otros, en pruebas hasta de 1,000 metros.
Cuenta José Labour en su libro “Seguiré a caballo” que Dicayagua competía con los mejores potros y ejemplares de carrera de la época de Trujillo. Dicayagua era propiedad del señor Benigno Pérez Martínez, quien competía con los caballos de la cuadra del generalísimo Trujillo y de su hijo Ramfis. En cada carrera que participaba, Dicayagua llegaba primero.
La competencia cada día era más feroz entre Dicayagua y Sombra de la cuadra de Benigno y el otro de la de Ramfis. Solo algunos amigos se atrevían a enfrentar la cuadra de caballos de la familia Trujillo, a sabiendas que tenían que manejarse con mucho cuidado para no herir los sentimientos del tirano, que aunque no dijera nada cuando sus caballos perdían, al final podría traer consecuencias, una derrota de su cuadra.
Continúa diciendo Labour, nueva vez Dicayagua alcanza la meta primero que los demás caballos y en su palco al lado del presidencial, Ramfis, el señorito quinceañero hijo del generalísimo, suelta lágrimas de rabia, con puñetazos que descansan en el aire o sobre la madera. Una vez más Sombra había perdido la carrera contra Dicayagua.
El público que llenaba el recién inaugurado hipódromo Perla Antillana aplaude con estruendo.
Dicayagua se ha vuelto a imponer sobre los caballos de Ramfis y los de la cuadra de los demás parientes del dictador. Y el público a gritos: aplaude, salta de alegría y estremece el estadio, no porque fuera contrario al dictador si no porque rebosaba de alegría y emoción el galope ganador de tan veloz caballo.
El 27 de febrero del año 1944 con la celebración del Centenario de la independencia de la Republica, que se celebraba con pompas y ribetes, más dirigidas a ensalzar a Trujillo que a los Padres de la Patria, Duarte, Sánchez y Mella, nueva vez Dicayagua alcanza la meta. Ramfis suelta lágrimas, se enfurece y golpea con más fuerza su estandarte. Trujillo siempre apostaba a los caballos de la cuadra de su hijo, pero perdía siempre. Él decía: lo que hago es sostener la afición.
Nuevamente Dicayagua alcanza la meta pero ahora para ganar el Premio Trujillo. Luego de esta victoria es destituido el presidente del jurado del Hipódromo, Haim López Penha. El veterinario de Dicayagua es despojado de la nacionalidad dominicana y obligado a salir del país. El dictador ordena anular la victoria de Dicayagua sobre Sombra y don Benigno retiró el potro. Días después Dicayagua murió misteriosamente mientras lo bañaban en el rio nigua, en San Cristóbal en el año 1956.
Dicayagua quedó grabado en el recuerdo de los grandes potros, junto a Rio Camú, Sombra, Felo Flores, Tetelo, Diamante y Tamayo, como los mejores ejemplares de la época. En contraste Balaguer inicia el panegírico del dictador: “He aquí, señores, tronchado por el soplo de una ráfaga aleve, el roble poderoso que durante más de 30 años desafió todos los rayos y salió vencedor de todas las tempestades”……… yace en el ataúd con dalias de nácar y bordes de oro……
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