La noche se antoja tempestuosa en los cerros de La Plata, y en la casa de Ramón Corría se reúnen los integrantes de la columna de Fidel y los grupos de Crescencio Pérez y Ernesto Che Guevara. A este último Fidel lo mandó a buscar hasta donde se encontraba para reunirse y trazar nuevos planes a ejecutar de manera inmediata. Todos se reúnen en la casa del campesino y, en horas del amanecer se redacta una de las más conmovedoras cartas escritas desde la Sierra Maestra a Frank País; ella fue la portadora de la solidaridad de los combatientes guerrilleros con el joven santiaguero por la muerte de su hermano Josué, pero fue, con su redacción, el momento en que Fidel asciende a comandante a Ernesto Che Guevara.
Ascender al Che al grado superior de la guerrilla no fue un acto voluntarioso del líder revolucionario. Fue el reconocimiento a sus extraordinarias cualidades como combatiente y jefe político-militar que se inició desde el mismo instante en que se enroló en las huestes cubanas. A pesar de haber sido nombrado el médico oficial del contingente de expedicionarios y no tener el historial combativo de otros compañeros, Fidel lo designó al frente de un pequeño grupo de combatientes que se entrenaba en el Rancho Santa Rosa en México y para ello gravitó un grupo de cualidades que expuso en la visita que hizo a Chile en 1971:
«…un día, por sus características de seriedad, de inteligencia, de carácter, en una casa donde había un grupo de cubanos en México, se le había designado responsable».[1]
A partir de entonces se inicia un periodo de continua demostración de sus cualidades excepcionales como jefe.
Días antes de la llegada del Granma a las costas cubanas, Fidel, junto a los recién nombrados capitanes jefes de pelotones efectúan la estructuración del contingente y procede a entregar el armamento, designar los jefes de escuadras y otorgar los grados militares. El Che, en su condición de médico, integra el estado mayor y es nombrado teniente jefe de sanidad. Comenzó desde entonces la demostración de su valía como hombre de acción.
Días posteriores, cuando el 5 de diciembre el grupo de expedicionarios es sorprendido en Alegría de Pío, se enfrentó al dilema que en ese momento marcaría su futura actuación en la Revolución Cubana: continuar con su condición de médico o convertirse en combatiente. De esta manera lo plasmó:
«…en ese momento un compañero dejó una caja de balas casi a mis pies, se lo indiqué y el hombre me contestó con cara que recuerdo perfectamente, por la angustia que reflejaba, algo así como “no es hora para cajas de balas”, e inmediatamente siguió el camino del cañaveral (después murió asesinado por uno de los esbirros de Batista). Quizá esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario. Tenía delante una mochila de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila para cruzar el claro que me separaba de las cañas». [2]
Haber llegado a ese momento en que fue ascendido a Comandante fue el resultado de un largo proceso que si bien se inició desde el momento en que tomó la decisión de asumir la condición de soldado revolucionario en Alegría de Pío, no fue hasta pasado el combate del Uvero el 28 de mayo de 1957 que se dieron las condiciones propias para ese ascenso.
Haber llegado a ese momento en que fue ascendido a Comandante fue el resultado de un largo proceso que si bien se inició desde el momento en que tomó la decisión de asumir la condición de soldado revolucionario en Alegría de Pío, no fue hasta pasado el combate del Uvero el 28 de mayo de 1957 que se dieron las condiciones propias para ese ascenso.
Finalizado el combate Fidel decide dejar al Che en su condición de médico al frente de los heridos, entre los que se encontraba el capitán Juan Almeida. Mientras la columna de Fidel se dirigió al Turquino, el Che, sus acompañantes y los heridos deciden establecerse temporalmente en la zona de Peladero, iniciando un proceso de incremento de sus fuerzas.
Luego de la recuperación de los heridos el Che y su grupo de combatientes deciden salir a la búsqueda de la columna madre dirigida por Fidel. Transitan por Llanos del Infierno, Palma Mocha y llegan hasta el río La Plata.
El 17 de julio se produce el encuentro con el jefe de la Revolución y tuvo la peculiaridad de que lo hizo no solo con los heridos del Uvero, sino que fue capaz de formar un pequeño y «selecto» grupo, que si bien no era el modelo ideal de lo que era una fuerza guerrillera, sí era la génesis de lo que con posterioridad se convirtió en la segunda columna del incipiente Ejército Rebelde, de la cual fue su conductor.
Las conversaciones se iniciaron de manera inmediata y se trazan nuevos planes, entre ellos la entrega al Che de la columna de aproximadamente 75 combatientes, no sin antes ascenderlo al grado de capitán y encomendarle operar al Este del Turquino.
Sobre este instante, el propio Che lo narra de la siguiente manera:
«…hay nuevos ascensos, Ramirito a capitán, Ciro a teniente, el Guajiro (Crespo) al puesto de Universo, Almeida a segundo del comandante y yo a capitán y jefe de una columna que deberá cazar a Sánchez Mosquera en el Palma Mocha». [3]
Pasados cinco días, el 21 de julio Fidel solicita la presencia del Che. Se redacta la carta a Frank País y es el momento en que ante la pregunta de Raúl Castro, quien redactaba el documento, de qué grado ponerle al Che, de una manera escueta y precisa respondió «ponle comandante». Otra vez en su diario recoge ese instante:
Pasados cinco días, el 21 de julio Fidel solicita la presencia del Che. Se redacta la carta a Frank País y es el momento en que ante la pregunta de Raúl Castro, quien redactaba el documento, de qué grado ponerle al Che, de una manera escueta y precisa respondió «ponle comandante». Otra vez en su diario recoge ese instante:
«(…) Por la madrugada firmamos los oficiales una carta colectiva de pésame. Allí se vieron varios ascensos: Yo tenía cargo de comandante, al guajiro Luis[4] se le daba el cargo de teniente, Ciro[5] era capitán y se nombraba teniente a Raúl Castro[6], que había sido destituido por una insubordinación de todo el pelotón y a William[7] que era ascendido».[8]
Años más tarde en uno de sus escritos publicados en la revista Verde Olivo lo manifestó de la siguiente manera:
Años más tarde en uno de sus escritos publicados en la revista Verde Olivo lo manifestó de la siguiente manera:
«Enviábamos una carta de felicitación y reconocimiento a Carlos, nombre clandestino de Frank País quien estaba viviendo sus últimos días. La firmaron todos los oficiales del Ejército Guerrillero que sabían hacerlo (…) Se firmó la carta en dos columnas y al poner los cargos de los componentes de la segunda de ella, Fidel ordenó simplemente: “ponle Comandante” cuando se iba a poner mi grado. De ese modo informal y casi de soslayo, quedé nombrado comandante de la segunda columna del Ejército Guerrillero».[9]
Con la independencia operativa que implicaba este ascenso inició la consolidación de sus dotes de jefe militar auténtico, exigente y capaz.
Extraordinaria debió ser la impresión que causó en el jefe de la Revolución al ascenderlo de ese modo, a pesar de ser un extranjero que vino como médico en el Granma y tener un historial revolucionario menor que otros combatientes.
A partir de esos momentos el proceso de organización del destacamento guerrillero adquiere un nivel cualitativamente superior. Dos comandantes y dos columnas se encargarán de hacerlo.
A partir de esos momentos el proceso de organización del destacamento guerrillero adquiere un nivel cualitativamente superior. Dos comandantes y dos columnas se encargarán de hacerlo.
*Investigador de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
1
Fidel Castro Ruz: Discurso en la Comuna de San Miguel. 28 de noviembre de 1971. Cuba-Chile. Ediciones Políticas. Comisión de Orientación Revolucionaria del CCPCC. La Habana, 1972, p. 391.
2
Ernesto Che Guevara. Pasajes de la Guerra Revolucionaria. Escritos y Discursos en 9 tomos, t. 2. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1977, pp. 122-123.
3
Ernesto Che Guevara. Diario de un combatiente. Sierra Maestra-Santa Clara. 1956-1958. Centro de Estudios Che Guevara / Ocean Sur, p. 137.
4
Luis Crespo Castro.
5
Ciro Redondo García.
6
Raúl Castro Mercader.
7
William Rodríguez Viamontes.
8
Ernesto Che Guevara. Diario de un combatiente. Sierra Maestra-Santa Clara. 1956-1958. Centro de Estudios Che Guevara / Ocean Sur, p. 139.
9
Ernesto Che Guevara: Pasajes de la Guerra Revolucionaria. En: Ernesto Che Guevara. Escritos y Discursos. Editorial de Ciencias Sociales, 1977, 9 t, t-2, pág. 122.
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