La Declaración de Brasilia sobre la Cooperación Jurídica Internacional contra la Corrupción deja bien claro que la confidencialidad de las declaraciones de las 78 personas involucradas con las compañías sujetas a investigación vence el 1 de junio. (No la firma EE.UU.)
Es un margen amplio de tiempo para que los fiscales de los 11 países estafados armen sus respectivos casos sin vacilaciones, sin prisas y es deseable... sin presiones.
El punto 6 dice literalmente: “Exhortar a los ciudadanos a apoyar sus instituciones de persecución penal en las actuaciones que son conducidas contra la corrupción en los países firmantes”.
Los ciudadanos apoyarán a los fiscales, por supuesto. Pero solo en la medida en que los fiscales actúen libres de presiones de los políticos, los empresarios y los funcionarios que desde el poder o desde los pasillos se sienten afectados de una manera u otra.
Hay un sentir, y al parecer es compartido por un continente casi en su totalidad, de que nos abocamos a un punto crucial. Es un ahora o nunca. Es un esta vez tiene que pasar algo. Es un si esta vez tampoco...
Oficialmente, después de esta reunión de fiscales en Brasilia, el caso Odebrecht es un caso de solución compartida. Si la investigación ya era internacional, la respuesta también lo va a ser. No puede resolverse con sentencias en un país y con procesos engavetados en otro. No puede irse hasta el caiga quien caiga en un país, y buscar un chivo expiatorio en otro.
Sí, los fiscales aciertan al pedir apoyo a los ciudadanos. No hay duda de que lo tienen. Pero los ciudadanos exigirán a los fiscales el mejor y más justo desenlace.
IAizpun@diariolibre.com
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