El 24 de febrero 1895, por orden del intelectual e independentista cubano José Martí, líder del Partido Revolucionario Cubano, se realizó una rebelión armada simultánea en 35 localidades de la isla de Cuba. Se le conoce como El Grito de Baire y dio inicio a La Guerra del 95 en la que los mambises cubanos se enfrentaron a la Corona de España.
El concilio que no fue
Ciento un años después de esa fecha, en medio del desastre económico que significó para Cuba para desaparición del socialismo de Europa del Este, ocurriría en La Habana una gran reunión, de inspiración martiana, con el propósito de unir por primera vez, a los disidentes y grupos que habían surgido en oposición al régimen de Fidel Castro. El exilio también apoyaría este evento, que se llamaría Concilio Cubano, pero no fue posible realizarlo. Sus principales gestores fueron encarcelados días antes por la Seguridad del Estado, que de manera fulminante realizó más de 250 arrestos.
El día más triste
Ese mismo 24 de febrero de 1996, al otro lado del mar, el exilio cubano en Estados Unidos vivió uno de sus días más tristes. Dos avionetas de la organización humanitaria Hermanos al Rescate, gracias a la cual, más de 4.000 cubanos que escapan de Cuba en embarcaciones endebles salvaron la vida, fueron atacadas por aviones de guerra de la Fuerza Aérea Cubana por orden del alto mando del régimen. Los misiles disparados por las aeronaves de la fuerza aérea cubana pulverizaron las avionetas y a los cuatro jóvenes a bordo: Mario Manuel de la Peña (de 24 años), Carlos Costa (29), Armando Alejandre, Jr. (45) y Pablo Morales (29).
Convertir las víctimas en culpables
Fidel Castro consumó el ataque gracias a una de sus redes de espionaje en EEUU (la Red Avispa fue desactivada dos años más tarde) y a la par, en una campaña de desinformación nacional e internacional, intentó convertir a las víctimas en culpables, esgrimiendo que el motivo para haber ordenado el derribo de las avionetas fue haber violado el espacio aéreo nacional. Pero peritajes de EEUU y la Organización de Aviación Civil Internacional aseguran que las avionetas de Hermanos al Rescate sobrevolaban ese día en espacio aéreo internacional.
Lo estamos manejando, no te preocupes
Las tres avionetas de Hermanos al Rescate que volaron esa tarde, antes de despegar del aeropuerto de Opa-Locka, notificaron a los controladores de tráfico aéreo, tanto de Miami como de La Habana, sus planes de vuelo, los cuales los llevarían al sur del paralelo 24, más al norte de las 12 millas de aguas territoriales de Cuba. José Basulto, quien piloteó la única avioneta que logró sobrevivir al ataque, cuestionó que el gobierno de Bill Clinton que no les hubieran avisado que los aviones de combate cubanos sobrevolaban el área desde la mañana: "El Mayor Jeffrey Houlihan vio los MiGs en la pantalla de su radar e hizo el equivalente a una llamada 911 a la Base de Tyndall en Florida. Ellos respondieron: 'Lo estamos manejando, no te preocupes'. A los aviones de combate en la pista de aterrizaje de Homestead se les dijo que se "detuvieran" mientras las bases de la Fuerza Aérea observaban como perseguían y derribaban a nuestros aviones durante 53 minutos. Sin embargo, cuando esa misma mañana los aviones de Hermanos al Rescate no estaban en el aire y los MiGs habían sido desplegados, los pilotos de combate de Homestead fueron retenidos", declaró Basulto.
Declaración de emergencia
El presidente Bill Clinton, tras el ataque contra las aeronaves pilotadas por jóvenes estadounidenses, proclamó el 1ro de marzo una Declaración de Emergencia, afectando básicamente la entrada de buques estadounidenses a aguas cubanas. Exactamente dos décadas después de aquél asesinato que conmovió profundamente al exilo cubano, Barack Obama modificó dicha proclamación. Para no pocos, más que suavizar las restricciones, lo que hizo fue ridiculizar el Estado de Emergencia ante el único totalitarismo del hemisferio.
Vidas cercenadas
“Cuando el MiG-29 derribó el Cessna que él piloteaba para Hermanos al Rescate, mi hijo [Mario de la Peña] estaba justo en su año final para graduarse de aviación y aeronáutica en la Universidad y ya tenía un internado con American Airlines. Le cercenaron su vida al igual que le sucedió a los demás jóvenes asesinados que iban en la otra avioneta. Ahí terminó la vida de este muchacho nacido en EEUU pero que nunca abandonó las raíces de sus padres. Quería saber más de Cuba, lo que allí pasaba, se interesaba por lo que podía hacer”, recordó Mario de la Peña, padre de Mario Manuel, en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS, a veintiún años de este crimen de Estado que permanece impune.
“Él tenía un entusiasmo enorme por la aviación, quería ser piloto, sacó todas sus licencias como piloto comercial e instructor y se hizo voluntario de Hermanos al Rescate. Le enseñamos los valores de nuestra patria, nuestra cultura, junto a nosotros sufrió el exilio y entendió el horror del régimen”, expresó De la Peña, quien ha dedicado más de dos décadas a denunciar este crimen y a brindar su apoyo y solidaridad a quienes se enfrentan pacíficamente a la dictadura.
Salvar a los que escapaban en balsas
“Mi hijo sintió mucho por la causa cubana y cuando empezó a volar con Hermanos al Rescate sintió aún más la tragedia del balsero y el dolor de su país. Veía las condiciones precarias en que los balseros escapaban. Le afectaba ver una balsa vacía y salvó a muchos. Hizo 92 misiones y siempre quería ir. Unió su devoción por la aviación a la causa de salvar a los cubanos que escapaban en balsas. Cada vez que lo llamaban para ir en una misión, ésa era la alegría más grande que le pudieran dar. Este Diario le hizo una entrevista hace más de 20 años y allí dice cosas muy interesantes como que la injusticia era su único enemigo”.
La vida no es sólo la apariencia
De la Peña lamenta que muchos de los cubanos de las nuevas generaciones que arriban a EEUU se acomoden a los beneficios [conquistados por] los exiliados sin interesarse por la historia del exilio ni por el destino de su país: “Veo correcto que traten de cambiar sus vidas aquí como tantos lo han hecho. Pero tienen que empezar a tomar un poco de consciencia. La vida no es sólo la apariencia, la economía y los placeres materiales. Hay que tener otros ideales, vivir para un ideal máximo. No se puede vivir a secas porque la vida así no llega a ninguna parte. Y a esa juventud a veces le falta algo de esos ideales. No piensan en Cuba como patria y deberían hacerlo”.
Jóvenes vacíos
La solución ante este vacío, según el activista, es rescatar la historia desvirtuada por la revolución castrista y fomentar la educación: “Todos tenemos el derecho de vivir cultural y económicamente mejor, aspirar siempre a mejor. Pero hay que tener responsabilidades y deberes. Y para eso hay que educar mucho a los jóvenes. Veo a tantos que no conocen su propia historia, no sólo en Cuba, aquí y en otras partes. Es muy triste que los jóvenes tengan ese vacío, que no disfruten de esa amplitud del conocimiento”.
Obama devolvió al asesino
Al menos dos espías del régimen cubano en EEUU tuvieron responsabilidad directa con este acto de terrorismo de Estado. Con el restablecimiento de las relaciones entre el gobierno de Obama y el régimen de Raúl Castro, tres miembros de la Red Avispa fueron liberados y regresados a Cuba, canjeados por el contratista estadounidense Alan Gross. Uno de los espías, Juan Pablo Roque, infiltrado en Hermanos al Rescate, escapó a Cuba la víspera del derribo de las avionetas. Y otro, Gerardo Hernández, jefe de la Red Avispa, desarticulada por el FBI y penado en corte federal por conspiración para asesinar, fue liberado de sus dos cadenas perpetuas y enviado a la Isla por Obama antes de que el entonces presidente de EEUU realizara su visita a la isla.
“Las familias de los cuatro jóvenes fusilados en el aire, nos sentimos bastante dolidos y traicionados por la administración Obama. Y se lo comunicamos a través de su embajadora Roberta Jacobson con quien tuvimos una entrevista. Y también lo hicimos público. Nunca vinieron a interesarse por nuestra opinión de devolverlos, específicamente a Gerardo Hernández, que tenía un cargo de conspiración para matar, y por ese cargo el gobierno no tenía derecho a liberarlo. Sabemos que se hacen canjes de espías, pero este no era solamente un espía. Era un criminal condenado. Devolvérselo a Castro fue una infamia del presidente de EEUU y de quien sea que lo haya hecho”.
Ser desterrado ha sido otro dolor
Aunque siente a EEUU como su patria adoptiva, ser desterrado ha sido otro dolor que jamás le ha abandonado: “Al comienzo de los años 60’ ya se notaba represión e intromisión en la ideas de las personas por parte del gobierno revolucionario. Se cerraban las posibilidades económicas y de pensamiento. Después del desastre de Playa Girón (15-19 de abril de 1961) pensamos irnos y lo hicimos. El exilio ha significado perder mi patria, mi juventud, la ilusión de lo que íbamos a hacer con mis amigos. Todo eso lo tuve que abandonar”.
De la Peña recuerda que al principio le fue muy difícil: “Me fui a Nueva York donde viví 18 años. Comencé a estudiar en la universidad. Me casé y tuvimos dos hijos. En el año 80’, en medio de [los sucesos] de El Mariel (15 de abril-31 de octubre), regresamos a Miami, convulsa por aquél éxodo, pero una ciudad ya distinta, con más progreso, facilidades de trabajo y nuestros hijos empezaron a crecer aquí. Venir para acá fue una etapa durísima, dejando a mi madre en Cuba, y cuando ya estábamos asentados, sobrevino la muerte de mi hijo”, reconoció intentando contener el dolor.
El futuro de Cuba
La libertad de su país, cree el activista, está más cerca que lo que nuestros ojos pueden ver: “Ahora lo siento más posible que en otros años. Se nota un despertar de la consciencia del pueblo, que está harto y quiere desasociarse de ese sistema, quiere cambios reales y está buscándolos de diferentes formas. Y nosotros desde el exilio tenemos que apoyar ese movimiento de disidencia que hay en Cuba. Tenemos que hacer nuestro esfuerzo de unidad y aprovechar el momento histórico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario