E
ste día, a raíz de la visita del dictador Augusto Pinochet a Punta Arenas, los pobladores de la ciudad culminan un proceso de movilizaciones para repudiar su presencia. El general había programado una gira de cinco días a la Región Magallánica.
Desde que se conoció la noticia, diversos sectores de la comunidad comenzaron a organizar el rechazo a la visita presidencial, en un contexto de profundo malestar social por la postergación que sufría la economía local.
La organización popular se basó en cabildos que dieron participación a estudiantes universitarios, gremios de trabajadores, partidos políticos opositores, colegios profesionales y pobladores. Así surgió el Comité Organizador de los Cabildos que programó la realización de eventos para ampliar la participación.
Dos días antes del arribo de Pinochet, el Comando Multigremial anunció su adhesión a los actos de protesta con un documento con las principales demandas y exigencias de los trabajadores organizados de la región.
“La serie de encuentros poblacionales, realizados en diferentes parroquias de la ciudad de Punta Arenas, culminó al mediodía del domingo 24 de febrero con una masiva protesta popular efectuada en la Plaza Muñoz Gamero, en presencia del propio dictador: el “Puntarenazo” con el que fue recibido el gobernante, fue un evento político de repercusión nacional e internacional, que los magallánicos consideramos legítimamente como un hecho histórico. Varios dirigentes sindicales fueron detenidos, junto a líderes políticos y sociales en la posterior represión ejecutada por la policía del régimen”, recordó Manuel Luis Rodríguez U., al cumplirse veinte años de esa rebelión popular.
Las manifestaciones continuaron con “cacerolazos” y otras reacciones espontáneas de los vecinos.
El 25 se llevó a cabo el Tercer Cabildo en una parroquia y los asistentes desbordaron el salón. Los dirigentes del Grupo de los 24, satisfechos con la convocatoria lograda, trataron de coordinar todos los detalles del acto que se efectuaría el día siguiente en las puertas de la catedral.
La convocatoria congregó a unas 350 personas que debieron lidiar con una cantidad de tropas muy superior a los manifestantes. El punto culminante fue cuando arribó Pinochet y la multitud pudo expresarle, a pocos metros del dictador, su descontento y su repudio a la política social y represiva de la dictadura
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Desde que se conoció la noticia, diversos sectores de la comunidad comenzaron a organizar el rechazo a la visita presidencial, en un contexto de profundo malestar social por la postergación que sufría la economía local.
La organización popular se basó en cabildos que dieron participación a estudiantes universitarios, gremios de trabajadores, partidos políticos opositores, colegios profesionales y pobladores. Así surgió el Comité Organizador de los Cabildos que programó la realización de eventos para ampliar la participación.
Dos días antes del arribo de Pinochet, el Comando Multigremial anunció su adhesión a los actos de protesta con un documento con las principales demandas y exigencias de los trabajadores organizados de la región.
“La serie de encuentros poblacionales, realizados en diferentes parroquias de la ciudad de Punta Arenas, culminó al mediodía del domingo 24 de febrero con una masiva protesta popular efectuada en la Plaza Muñoz Gamero, en presencia del propio dictador: el “Puntarenazo” con el que fue recibido el gobernante, fue un evento político de repercusión nacional e internacional, que los magallánicos consideramos legítimamente como un hecho histórico. Varios dirigentes sindicales fueron detenidos, junto a líderes políticos y sociales en la posterior represión ejecutada por la policía del régimen”, recordó Manuel Luis Rodríguez U., al cumplirse veinte años de esa rebelión popular.
Las manifestaciones continuaron con “cacerolazos” y otras reacciones espontáneas de los vecinos.
El 25 se llevó a cabo el Tercer Cabildo en una parroquia y los asistentes desbordaron el salón. Los dirigentes del Grupo de los 24, satisfechos con la convocatoria lograda, trataron de coordinar todos los detalles del acto que se efectuaría el día siguiente en las puertas de la catedral.
La convocatoria congregó a unas 350 personas que debieron lidiar con una cantidad de tropas muy superior a los manifestantes. El punto culminante fue cuando arribó Pinochet y la multitud pudo expresarle, a pocos metros del dictador, su descontento y su repudio a la política social y represiva de la dictadura
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