El estreno de Jackie, protagonizada por Natalie Portman, me ha puesto a cavilar sobre el papel que las primeras damas han ejercido sobre los grandes hombres de Estado. Y como no todos los hombres de Estado han sido dictadores, me inclino por el papel de las dictadoras al lado de los dictadores. Hay muchas, y se impone por fuerza un criterio selectivo según la importancia de sus maridos
La primera es la de casa, doña Carmen Polo de Franco, a la que el vulgo, con su exacto instinto de la lengua, llamaba la Collares. Los joyeros de Madrid la llamaban cosas peores pues, al parecer, era aficionada a abalorios costosísimos que se llevaba en prenda y nunca devolvía ni pagaba. Su influencia en la política del Caudillo creo que era escasa, pero la moral sexual y amorosa de los programas de televisión y otros espectáculos afines sufrían su maternal cuidado ejercido con esmero.
Una dama que me pone los pelos como escarpias es Magda Goebbels, una Medea espeluznante capaz de envenenar a sus hijos con cianuro cuando vio perdida la causa de su amado Hitler. Este la había nombrado «Mejor Madre del Reich». Tuvo la decencia de matarse con ellos. Elena Ceaucescu era una mala pécora corrupta que, en nombre de Marx y Lenin, apuntalaba la tiranía de su marido desde una pavorosa incompetencia. Se cuentan por docenas los profesores reprealiados por no aprobarle los exámenes. Margot Hoenecker defendía la necesidad del Muro de Berlín, buena política. Al caer el Muro se refugió en Chile con su marido.
Clara Petacci y Eva Braun eran simples enamoradas; una, afecta a la virilidad de Mussolini y otra afecta a la impotencia de Hitler, dispuestas a seguir su desventura. Jiang Qing esposa de Mao Zedong fue la impulsora de la Revolución Cultural y de los crímenes contra quienes no querían culturizarse a esa manera. Su vida fue una constante lucha por el poder.
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