Por SANTIAGO CASTRO VENTURA
Desde el ámbito histórico coinciden en el mes de julio las conmemoraciones de la salida del territorio nacional de las tropas de España y los Estados Unidos que habían ocupado el país en 1861-65 y 1916-24 respectivamente. No obstante ambos retiros tienen significados políticos e históricos totalmente diferentes. El de 1865 se erigió en la primera victoria de tropas autóctonas de las Antillas ante la entonces todavía poderosa potencia hispana, el de 1924 fue el arreglo concertado por un grupo de burócratas para frustrar el creciente reclamó que de modo puro y simple demandaba salieran del país las tropas norteamericanas, sin dejamos atados a sus designios políticos y económicos como finalmente ocurrió con la Convención Hughes-Peynado. Son dos salidas de tropas extranjeras o cese de intervenciones militares, pero el substrato político e ideológico de ambos acontecimientos no se puede reburujar. Nada de gato por liebre.
Tras el ascenso al poder de Gaspar Polanco durante la Guerra Restauradora, el panorama del conflicto se modificó de modo radical, España se convenció era imposible la rendición de los dominicanos que previamente se cabildeaba, y desde diciembre de 1864 a febrero de 1865 varió la discusión en el Parlamento hispano, el nuevo tema era buscar la fórmula que permitiera una salida honrosa, que no perjudicara sus intereses en Cuba y Puerto Rico. Se ordenó al Capitán General José de la Gándara retirarse paulatinamente de todos los lugares que controlaban en el interior del país y concentrarse en Santo Domingo. Al amanecer del 11 de julio de 1865 la población capitaleña quedó gratamente sorprendida cuando observaron en el Placer de los Estudios los vestigios de los últimos barcos hispanos que se retiraban de modo apresurado, se trató de una fuga emblemática, que sellaba ante los antillanos la derrota colonial sufrida en los campos de batallas frente a los dominicanos. Ejemplo monumental que tres años más tarde serviría de aliento a cubanos y puertorriqueños para iniciar la lucha por motu proprio contra la dominación monárquica.
La salida de las tropas coloniales fue tan rápida y sin protocolos burocráticos que atentaran contra la soberanía nacional, que los combatientes de la Restauración en principio no conocieron la información del abandono, varios días después fue que entraron las tropas del Sur bajo la dirección de los generales Cabral y Manzueta. Esta histórica fuga fue inmortalizada por el Padre de la Patria de Puerto Rico, Ramón Emeterio Betances, cuando sentenció: Los dominicanos se levantaron en masa y echaron al mar a los españoles. No obstante, esta fecha generalmente pasa desapercibida, solo la eficiente investigadora-histórica Angela Peña dedicó una serie de reportajes en este periódico Hoy enalteciendo tan benemérito acontecimiento. Ningún acto jurídico-político lesivo para los intereses dominicanos fue reconocido.
En cambio, la salida oficial de las tropas norteamericanas en 1924 tiene otro matiz. Mientras los políticos tradicionales se arrodillaron ante el invasor, el movimiento nacionalista y el destituido Presidente Francisco Henríquez y Carvajal iniciaron una gran cruzada nacional e internacional por la desocupación que forzó al invasor a buscar alternativas para retirarse. Fabio Fiallo de los héroes de la jornada, refirió que una comisión nacionalista recorrió América coincidiendo con una ruta similar del Secretario de Estado Colby, anotando: y puede afirmarse que la presencia de nuestros Delegados fue como una sombra sutil, pero ominosa, que acompañó en las capitales latinas la presencia del enviado yanqui deslustrando todas las protestas de buena fe y fraternidad continental que hacía en nombre de su gobierno … . Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay, Chile y el Perú fueron los países que se movilizaron en esos instantes junto a los comisionados dominicanos. Otros países como fue el caso de Cuba y México, desarrollaron constantes jornadas de solidaridad con la cruzada nacionalista. Venezuela padecía una tiranía, pero dos grandes intelectuales venezolanos combatieron la intervención en el país: Horacio Blanco Fombona y Manuel Flores Cabrera.
Uno de los episodios más resaltantes fue la semana patriótica, que produjo una cantidad importante de fondos para desarrollar la campaña de protesta directamente en los diversos pueblos de América. La autoridad foránea asumió una actitud harto represiva porque se imaginaba el rechazo continental a la intervención que provocaría la proyectada gira patriótica en América, se procedió a encarcelar a parte de los principales líderes nacionalistas entre ellos: Fabio Fiallo y Luis C. del Castillo. Se trató de una amplia redada contra los nacionalistas, la prisión de Fabio Fiallo (quien fue amigo íntimo de Rubén Darío) fue repudiada por la mayoría de los intelectuales de América, entre ellos Gabriela Mistral. La táctica fue movilización nacional e internacional contra la intervención, por la salida del invasor.
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