Jorge Puente Blanco/opinion@epasa.com/
En la fecha, se libraba la primera batalla por la Generación del Centenario contra la dictadura batistiana en 1953. Aquella generación de cubanos presente en el centenario del nacimiento del Apóstol atacaba la fortaleza militar para renovar la tradición de la nación por su libertad e independencia. "Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país", escribía Martí antes del combate de Dos Ríos, en la provincia oriental. En el propio territorio, también con escasas armas de guerra, se repetía el intento libertario de un pueblo, un siglo más tarde.
La foto de José Luis Tasende, herido en el cuartel Moncada pero con vida, más tarde entre las víctimas mortales, denunciaba el genocidio. El arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pérez Serantes, intervino para detener la masacre. Los sobrevivientes fueron a parar al presidio Modelo de Isla de Pinos con condenas hasta de 15 años. El dictador acudió al lugar para cerciorarse, indicando severas condiciones a los revolucionarios. La lucha se reactivó con el desembarco del Granma, incluyendo el Corintia, el ataque al palacio presidencial y la sublevación en la ciudad de Cienfuegos. En los siete años que duró la dictadura, la revista "Bohemia" calculó 20 mil muertos, incluyendo los genocidios en ciudades, en las zonas rurales de la Sierra Maestra y el Escambray, sometidas a criminales bombardeos, aprovisionados en la base militar norteamericana de Guantánamo. En medio de la revolución generalizada por la juventud y el pueblo cubano, Batista efectuaba dos farsas electorales para perpetuarse en el poder.
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