Ayer por la noche, a los pocos minutos de decretarse el golpe de Estado en Turquía, el presidente de la República, Recep Tayyip Erdogan, animó a todos sus conciudadanos a lanzarse a las plazas para frenar al ejército. Habitualmente, cuando se han producido episodios similares en otros países, los dirigentes de turno suelen servirse de los medios de comunicación estatales para dirigirse a la sociedad. Esta vez, como la televisión pública cayó bajo control militar y Erdogan estaba de vacaciones, el mandatario tuvo que echar mano de las redes sociales (Facebook, Twitter y Facetime), unas «viejas amigas» que años atrás intentó limitar.
Cuando en 2013 la ciudadanía protagonizaba protestas contra el Ejecutivo, el propio Erdogan era primer ministro e intentó promulgar leyes que restringieran el «uso crítico» de las redes sociales, cansado de verse cuestionado con comentarios de la población en Twitter y Facebook, principalmente. «Es una fuente permanente de problemas», llegó a decir entonces el primer ministro sobre la red de microblogging, la misma por la que ayer anunció, curiosamente, que el golpe no había tenido éxito y que había triunfado la democracia.
Pese a que se ha desmarcado del golpe de Estado, el teleólogo Fethullah Gülen es el principal culpable del mismo, al menos para Erdogan que, hace unos años, también criticó que Twitter fuera una de las «herramientas» empleadas por Gülen para impulsar el «Estado paralelo». Por si esto fuera poco, Erdogan continuó su cruzada contra esta red social que también llegó a censurar unos días durante las revueltas (cibernéticas y en la calle) suscitas como consecuencia de las Primaveras Árabes.
De hecho ayer, nada más confirmarse el golpe de Estado, el Gobierno de Turquía bloqueó Twitter y Facebook, según anunció el primer ministro, Binali Yildirim, mientras los militares tomaban diferentes enclaves turcos.
«Es una amenaza para la sociedad», apuntilló Erdogan sobre Twitter en otra ocasión. Quién le iba a decir que ayer iba a recurrir primero de una videollamada para dirigirse a los suyos y, por último, a Twitter para informar delos avances de la lucha contra los golpistas
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