Felipe Manteiga
Ante el lanzamiento del tema de desigualdad y su causa de la muerte de millones de niños, la mayoría de mis compañeros de reflexiones convergen en un tema: trabajo. Ellos plantean diversas inquietudes, muchas mas de las que este humilde servidor puede abordar. Mas especulaciones sobre algunas podemos explorar. Descarga (diatriba, no necesariamente contra nadie, pero emocional, en cubano) informada por especulaciones. Especulemos.
Un avezado reflexnauta de larga data, presenta argumentos provocadores. Ni las armas de fuego ni la desigualdad mata, las personas matan. ¿Y donde abunden ambas? Un enajenado por el hambre de sus hijos puede matar a un par de personas con su machete; si puede robarse un rifle de asalto, se arma la de Troya. O sera esa la solución, similar a la guerra a las drogas de Nixon lanzada para controlar hippies y americanos de color opuestos a la guerra en Vietnam? Dar muchas armas y muchas drogas a la población en general, para que, a la Darwin, solo queden los mas ágiles en adaptarse?
Objeción a la revolución industrial. ¿es sana señal de libertad mental cuestionar lo que otros dicen cuando discrepan con uno? Todo tiene semántica. Por supuesto las revoluciones industriales del vapor, o eléctrica, o de las computadoras, o de la inteligencia artificial podrían llamarse de otra manera (renacimientos, olas tecnológicas), mas la convención de llamarles revolución se mantiene. En mi vivencia, sus transformaciones vencen con creces modelos decadentes impuesto por Hitler o Mussolini en Europa, o por los Hnos. Castro en la Cuba de los 60.
Quienes ven al trabajo como la vía de escape de las trampas de pobreza--en todas sus categorías- subyugando hoy a billones de humanos, la cuarta les debe preocupar. Las anteriores aumentaron la productividad del sudor humano, mientras la que tenemos en ciernes, no va por esos derroteros. La IA-- y sus congéneres, Inteligencia Aumentada, robótica, y analítica de grandes números--aumentará la capacidad mental, no el trabajo. Cerebros como Bill Gates y el mencionado Hawkins, entre otros, están convencidos el modelo existente de distribución de la producción global, nacional, estatal, local y familiar no funcionará en este profundo cambio.
Veamos: el trabajo ha sufrido profundas transformaciones. Empezando con la definición de "trabajo" en sí. Obviemos los inicios del homo sapien sapien y de sus precursores genéticos. Pasemos de la etapa de recogedores de semillas y hierbas, honremos las memorias de los transformadores 12,000 años de asentamientos agrícolas y urbanos, donde el conocimiento, la gobernabilidad y la religión comenzaron a complementar el sudor de quienes vivían bajo instituciones como la esclavitud. Durante esos milenios, a paso glacial, los niveles de producción sobrepasaron las exigencias de la supervivencia, se acumuló riqueza (distinto al capital) y llegamos al Renacimiento (no revolución) en las comunicaciones, arte, trasporte y el conocimiento centrado en el hombre, al Hombre de Vitruvian (del genio gay, el pelirrojo Da Vinci).
Y llegamos a la palabreja, la usualmente ignorada revolución comercial capitalista--la base de la gran diferencia entre las colonias americanas que nacieron en su albor, y las latinoamericanas que vieron la luz en el estéril ocaso de la edad media. El viento hinchando las velas de los nuevos navíos traían mucho conocimiento, ademas de especias. Este saber hacer, en forma de empresas y productos superó la genética, marcada por las clases reales y nobles. Aunque relativamente lentos (relativos al hoy, a la velocidad de la luz comparados con lo transcurrido desde la caída del Imperio Romano), ya los cambios en estos ciclos comienzan a acelerarse y el mundo a achicarse.
Una tendencia marca este progreso, el superávit sobre lo necesario para vivir fue en aumento, liberando una población (por ej.: monjes, artesanos, marinos, artistas) cada vez mayor de la necesidad de producir lo básico ...así como mejoraban las condiciones de trabajo--sobre todo el conocimiento importado del uso del agua en riego e hidraúlicas--existentes por cientos de años en el oriente medio.
Ayudado por bio-controles, como la plaga negra, los siervos--quienes trabajaban de sol a sol y mas, se convirtieron en trabajadores libres. Aun quedaban esclavos--e inicialmente seguian trabajando con la luz solar--pero ya había que pagarles. Trabajo por paga.
Los obreros derecho a poco tenían. Como me dijeran en México hace añales, cuando objeté al uso obreros para soplar por la boquilla de las regaderas de pesticidas, "habían mas de donde esos venían." Mas, no puedo competir con Charles Dickens, Victor Hugo, o Thomas Man o Akira Hayami en la descripción de esa época en distintos niveles y habitats de su evolución. El punto en esta reflexión: las maquinarias, la energía, y el crecimiento urbano aumentaron la productividad del esfuerzo humano. Y como nos enseña la antropología económica, según aumenta la diferencia entre producir solo lo básico para sobrevivir y lo producido, se va formando clases intelectuales--sacerdotes, soldados, gobernantes y burócratas, científicos y maestros, y parasítos--de su melange emergen realeza y nobleza.
Las revoluciones del vapor, la electricidad y la computadora, además de aumentar la productividad del sudor, cada año aceleraban la generación del conocimiento. Y el circulo virtuoso del llamado progreso, con sus lacras---pólvora oriental y armas de fuego, por ejemplo--aceleró cada vez mas. La esclavitud se convirtió en obstáculo y fue desterrada en la mayoría del planeta (sobreviven solo en la ausencia de las revoluciones) y las generaciones progresaron en los hombros de sus antecesores.
El poder se acumulaba cada vez en menos manos--cabalgando normalmente sobre el dominio tecnológico (aleaciones de los cañones de la Compañía Inglesa de India Oriental contra los indios en Palssey).
Mas la tecnología aportaba su propio antídoto--las concentraciones en la cima, y consecuente estancamiento, previstas por Marx y Schumpeter nunca ocurrieron, porque nuevas tecnologías causaban terremotos sociales donde las cimas de ayer quedaban empequeñecidas por las nuevas....y cada nueva ola de avance, a la Tofler, reducía la necesidad de la mano de obra carente del capital del conocimiento en particular, y de los obreros en general.
Esta tendencia se ve, entre otros marcadores, en la reducción de la semana laboral, el aumento en los años de educación, manejo en las fechas de retiro, movilización de la mano de obra en interminables migraciones y descenso en la fertilidad de los mas beneficiados, los caucásicos. Y estas tendencias se manifiestan aun en economías pobres, por supuesto, en sus sectores afines a occidente.
Una entre muchas tendencias apabulla: la megaurbanizacion del planeta. Este motor aparece en Berlín, la pro EU, mega-Londres, Singapur, Hong Kong/Sur Costero Chino), Chicago-Detroit-Toronto, Sao Paulo, Buenos Aires, Medellin, uber-Tokyo, mega-Beijin, uber-Shangai, Kyoto, Washington-Philly-New York-Boston, San Francisco/Los Angeles, Delhi, Mumbai, Bangalore y su enorme "hinterland," Cairo-Tel Aviv-Beirut, or Pretoria-Cape).
Estas ciudades o conglomerados, proyectados con el potencial a ser los controles globales del planeta en los próximos cien años, pueden llegar a ocupar esos sitiales Sin embargo, las llamadas ciudades globales pueden perder su capacidad como en el pasado lo hicieran Venice, La Habana, o New Orleans.
De hecho, sin una continua inversion en conocimiento y elemento irremplazable, educación ellas y otras quedaran al margen de la historia. En los EEUU, las mega ciudades prosperan, mas las ciudades secundarias enfrentan fuertes retos. Y entre estos, se encuentra su capacidad de entrenar, atraer, y retener talento joven. Otra tendencia que mucho informa a los economistas es el colapso del costo marginal. Otro tema.
Por supuesto, el progreso humano nunca ha sido lineal, ni en una sola dirección ni exclusivo a ninguna raza--desde los fenicios a los New Yorkinos mucho ha pasado, mas ninguna "tribu" ha controlado el avance o el retroceso humano; por lo menos, no por mucho tiempo. Desde un punto histórico los romanos con sus innovaciones en administración y transporte fueron probablemente los mas longevos, y el hegemón americano, gracias a su fascinación con las innovaciones a todo costo, el mas intenso.
Mas reacciones en contra evocan un dicho madrileño: de culo, cuesta abajo y frenando con los dientes. El apoyo a Trump y a La Pen, al Brexit, y a otros podría ser interpretado como el tema popularizado por el inolvidable Blue Eyes: stop the world, I want to get out.
Voila---llegamos a la velocidad de escape. Los oráculos de la cuarta revolución (v.g., Davos, Gates, Hawkins) predicen, o tímidamente apuntan hacia, la sublimación de la tendencia. El ratio de sudor a conocimiento exo-humano se precipitará, y la riqueza y producción dependerá del capital de conocimiento y capital financiero.
La mano de obra como insumo necesario para la producción, perderá aceleradamente su valor. Inicialmente, el nuevo sistema quedara centrado en diseño y distribución, con la producción hecha por el capital de conocimiento volcado en exo-equipo animado por inteligencia artificial, movilizado por la robótica, manejados por seres humanos (o no) con la inteligencia aumentada, donde cada paso estará predicho, con estrechos rangos de variabilidad, por refinados algoritmos con capacidad autónoma de aprendizaje procesando en tiempo real flujos masivos de datos generados por la "internet of things" (ademas de una internet irreconocible, auto-autos, drones, equipos de seguridad, monitores de "salud" individualizados y por que no quede, aspiradoras robots).
La gran diferencia entre la 4ta y sus predecesoras radica en la exclusión de la mano de obra humana--no se crean plazas para los humanos--como ocurriese con la locomotora o el automóvil, no existirá demanda para absorber a los desplazados (en las últimas, obreros haciendo carricoches, o involucrados en una agricultura de baja productividad, o transportando productos intermedios en el piso de fábricas a vapor) , sencillamente no harán falta. Después de este inicio, si no tenemos la sabiduría de ajustar los eventos a nuestras prioridades como humanos--Adios muchachos. No es mayor conocimiento, o valores espirituales a lo musulmán, cristiano o budista; es sabiduría lo que hará falta.
En ese complejo inspirado por la sabiduría, uno de los pasos mas importantes bajo consideración es mencionado por otro reflenauta. El y y mucho otros preocupados por el devenir inmediato y a mediano plazo buscan alternativas a la repartición de bienes mas alla de lo que muchos comienzan a considerar mecanismos de mercado obsoletos. De hecho, ya se esta haciendo en muchos países de forma reactiva y fragmentada porque los valores capitalistas y sus dueños impiden plantearlos como solución válida ante los nuevos rumbos.
Dada la inconsistencia entre una cornucopia de conocimiento, bienes y servicios, y la falta de recursos para aprovecharla por una creciente mayoría, se ha sugerido un sueldo anual para cada miembro de la familia--con condiciones. Para los mas jóvenes, obligaciones escolares, para los mayores, formación técnica, académica o artística, y en labores sociales (cuidar a los ancianos y a los recién nacidos--aunque los robots para ancianos en el Japón son casi tan populares como los robots sexuales). Y quien controlara ese tinglado? Sabemos que no puede ser la burocracia, como tampoco inspira ni Wall St, ni The City, ni Frankfurt. Pequeño problema--quien le pone el cascabel al gato?
La gran preocupación, acorde con nuestros valores, busca evitar una población inactiva (los llamaríamos haraganes). O sea, como mi papa, que venia de una cultura rural gallega donde se trabajaba de sol a sol desde que tenias unos siete años, consideraba q yo y mis amigos quienes solo trabajábamos unas diez horas lavando platos éramos unos haraganes. Gústenos o no, el horizonte tecnológico ha configurado porgresivamente al monito desnudo. Y lo seguirá haciendo. Ahora, depende del monito humanizarse o bestializarse. El Redentor de nuestra bestialidad nos ayude.
En resumen, el sueldo basado en trabajo nace de la escasez. Sin escasez...?
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