El Ministerio Público, la Policía Federal y el sistema de justicia de Brasil han puesto atención al tema de la corrupción, y han mostrado la forma en que el sistema político de ese país se alimentaba de la coima y el financiamiento ilegal, a través de contratos con el Estado.
El juez Sergio Moro, de Curitiba, ha sido señalado como el responsable de todo cuanto ha ocurrido. Utilizando las llamadas delaciones premiadas, Moro ha puesto atención en los testimonios de políticos, empresarios, legisladores y ha conseguido un caudal de información verdaderamente impresionante.
La cantidad de políticos presos, de legisladores, de empresarios importantes deja clara la fortaleza de la justicia de Brasil. Hay en marcha un proceso contra la presidenta Dilma Rousseff, que no deja indemne al presidente sustituto, Michel Temer, y que ya se ha llevado a los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, y que tiene como objetivo descubrir los datos que implican al ex presidente Luis Ignacio Lula Da Silva, para que el se espera prisión y quizás alguna delación premiada.
El proceso judicial en Brasil ha afectado seriamente el desempeño de la economía. Se ha perdido una gran cantidad de empleos, con incertidumbre como el sello distintivo, e incluso con una migración de ejecutivos que pocas veces se había visto en ese país.
Transparencia Internacional anunció recientemente la creación de un centro de investigación de la corrupción en América Latina, con sede en Brasil. La corrupción es una de las lacras más terribles para el sistema democrático en cualquier país. Brasil había reducido la pobreza, había crecido económicamente, se había convertido en la octava economía del mundo, y de pronto la corrupción pone en evidencia que todo cuanto se había dicho sobre la maravilla de Brasil tenía puede barro, que el sustento era un sistema de corrupción que lo atravesaba todo. Sobre ese todo es que la justicia de Brasil ha comenzado a actuar.
Hay que seguir con atención lo que ocurre en la justicia brasileña. Allí se está gestando una nueva forma de hacer frente a la corrupción política, y utilizando unos métodos que ha mostrado la efectividad de premiar a quienes deciden cooperar.
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