Contubernios, encubrimientos, irresponsabilidades, discriminación y privilegios… Con eso vivimos
Que placentero seria poder decir como Facundo Cabral; “Vengo a recordarte que todos somos parte de la empresa más grandiosa, la humanidad, que construye, que cura, que siembra, que lava, que canta y que baila”, pero, se mueren decenas de niños y nadie es culpable. Los políticos se escudan y justifican, mientras los médicos amenazan si son sancionados sus compañeritos, escudados en su privilegiado y blindado Colegio… pero, no hay sanción. Los muertos son simples hijos de la miseria, de la chusma y estos no tienen doliente. Eso es blindaje.
Los jueces suspenden a sus iguales que cometen “irregularidades” dentro de sus funciones, pero, por igual, no hay sanción donde intervenga la justicia. Su reglamento interno le proporcionar una coraza y la tradición le brinda la excusa, porque entre bomberos no se pisan la manguera. Aunque eso sí, si esas mismas acciones son cometidas por policías o militares, no hay reglamento que valga, porque es directo al código que van a parar. Eso es, actuar en contubernio.
Los políticos pretenden firmar un pacto o convenio para combatir la corrupción. Eso, es un descaro, una burla al pueblo pendejo, es buscar nombradía, sonar en los medios de comunicación para hacerse los buenos, cuando ellos, solo ellos, son los principales protagonistas de este tipo de indelicadeza. Porque el solo proponer este pacto, es admitir que la leyes solo existen para los pendejos.
Si, para los pendejos y desamparados. Para los hijos de nadie que a la vez, son nadie. Como el caso de la infeliz que subió a Facebook, una foto dándole cerveza a su niña. Esa, para la cárcel, cuando lo que ameritaba era orientación y proporcionarle la educación negada por los mismos que la condenan. En cuanto a los demás, solo le corresponde “archivo definitivo”.
Abogados alto conocidos por ser lacras y más si son políticos, que manipulan jueces y medios de comunicación para desconocer las pruebas presentadas contra criminales, ladrones e indelicados, y que politizan cualquier acción legal, llegando al descaro hasta de emplear alguno de estos desechos humanos, como gualda espaldas, eso sí, por poco tiempo, porque o les roban a ellos mismos o son abatidos en medio de acciones delictivas pero, a todo esto, ellos hacen mutis. Eso es desfachatez.
No podemos negar, que en su gran mayoría, los funcionarios judiciales y de diferentes rangos en la escala pública y privada, tienen su camarlengo y no está mal. Lo que sí está mal, es que muy a pesar todo tipo de informes, denuncias y quejas sobre el comportamiento de ese asistente, lo mantengan a su lado y lo defiendan como si nada hiciese o hubiese hecho. Eso es complicidad.
A la luz del pedazo de papel que los políticos de turno se jactan de haber elaborado, cual si fuese algo parecido a la Biblia y que ellos mismos se encargan de “rejuvenecer” cada cierto tiempo, dependiendo de sus intereses particulares, al cual llaman ostentosamente “Constitución”, según ella, todos somos iguales, pero, ellos son otra cosa, son una casta privilegiada, blindada ante las leyes, con “archivos especiales” donde sepultar todas sus indelicadezas, y eso, los conduce a olvidar. Olvidar; “que no se sientan las piedras eternas/, que hasta las piedras pierden dureza/ cuando el martillo golpea con fuerza/, la piedra que no es bien pura, se quiebra”. Y, en este caso, la piedra es el pueblo.
Indelicadezas, contubernios, abusos y prepotencia, parecen ser algunos de los elementos que adornan nuestro derredor, concebido por esta clase indolente que desde hace tiempo arruina en lo material, ético, moral e institucional a este empobrecido y pendejo país.
Oso afirmar, que el ébola nativo es peor que la enfermedad de igual nombre que diezma a regiones en África. El ébola nacional cada día se expande más, cada día es más mortal y abusivo sin que se encuentre ni quieran encontrar cura alguna. Porque este ébola tiene nombre y apellido propio. Es más, ya es una marca país, que lleva por nombre: “Políticos-Abogados-Partidos-Corrupción”. Porque es tan tremendamente poderosa, que hasta la venda de la justicia se la robaron. Así de simple, así nomas. ¡Si señor!
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