Los lujos capitalistas de la izquierda revolucionaria de América Latina
La izquierda revolucionaria latinoamericana criticó los lujos de la élite política tradicional. Al llegar al poder, la izquierda radical continuó con su retórica en contra de la acumulación de capital.
En 2011, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez afirmó: “Yo dije un día ser rico es malo, sí, y lo repito, ser rico, ser ricachón, ser burgués es malo”. Sin embargo, ciertos políticos revolucionarios latinoamericanos empezaron a mostrar evidentes lujos.
En algunos países de la región se les llama “izquierda caviar”, en otros “izquierda champaña”, en Venezuela, “boliburgueses”. El PanAm Post le cuenta algunos de los lujos de los miembros de la élite política de izquierda en la región. Próximamente publicaremos un reportaje sobre los lujos de la derecha radical latinoamericana.
Fidel Castro y sus relojes de lujo
Bajo el régimen marxista, los cubanos están privados de bienes que en los países con economía de mercado son cuestión del día a día. El régimen habla de heroica resistencia contra el capitalismo y el imperialismo. Los ciudadanos cubanos han sufrido las consecuencias del aislamiento internacional y la pobreza que el régimen ha construido en Cuba.
Mientras tanto, los líderes de la élite tienen acceso a bienes que el resto de los cubanos no: carne de res, aceite de oliva, jabones.
Fidel Castro, dictador de la isla por más de treinta años, mostró lujos que la gran mayoría de los cubanos jamás podría alcanzar. Exescoltas y políticoscercanos al dictador denuncian la existencia de mansiones al servicio de Castro. El secretismo y la falta de transparencia del régimen hacen difícil una investigación profunda con respecto al tema. Lo que sí es evidente es el gusto de Fidel Castro por los relojes de lujo. El “Che” Guevara también tenía relojes de altos precios y reconocidas marcas, como un Rolex de oro.
La boliburguesía
A pesar de su durísima retórica “anti-imperialista” y anticapitalista, Hugo Chávez usaba lujosas marcas de relojes. En algunas fotos, el líder bolivariano aparece utilizando relojes de la marca Patek Philippe. Varios de los miembros de su familia son reconocidos por sus extravagantes lujos. El uso de aviones y residencias presidenciales por parte de las hijas de Chávez, incluso luego del fallecimiento del comandante, dejó de qué hablar entre los venezolanos.
Cristina Fernández de Kirchner: zapatos, relojes y propiedades
A pesar de que el sistema económico de la Argentina de los Kirchner fue mucho menos agresivo que el de Chávez o Castro, Cristina Fernández tuvo una retórica relativamente hostil contra la acumulación de capital. No obstante, la exmandataria argentina es tal vez una de las jefes de Estado que más destacó por sus lujos. Según un reconocido periódico argentino, en el año 2003, cuando Néstor Kirchner fue electo presidente, la familia Kirchner reportó tener unos AR$ 7.000.000 (US$ 440.806). Al dejar el poder a fines de 2015, solo Cristina Fernández reportó AR$ 64.000.000 (US$ 4.000.000). Gran parte de la riqueza de la expresidente peronista deriva de propiedades. Y es que Fernández es dueña de mansiones y hoteles.
La riqueza de la mandataria argentina se refleja en los artículos de lujo que la acompañan. Según el periódico El Mundo, la líder peronista usa carteras Louis Vuitton, zapatos Gucci y relojes Rolex. El citado periódico español no es el único en afirmar los lujosos gastos personales de Cristina Fernández.
Evo Morales en Bolivia
Aunque más austero que sus colegas revolucionarios, Evo Morales ha sido el blanco de ataques por parte de la oposición por la construcción de un nuevo palacio presidencial. El nuevo palacio presidencial se llama “La Casa Grande del Pueblo“. Este palacio está inspirado en las ruinas de Tihuanaco. La construcción de este edificio se proyecta en US$ 36.000.000. Para Morales, la anterior residencia presidencial, el Palacio Quemado, está “lleno de símbolos europeos”. La Casa Grande del Pueblo tendrá 31.800 metros cuadrados, 29 pisos, un helipuerto y un centro ceremonial.
¿Y la guerrilla colombiana?
Además de los jefes de Estado de izquierda radical latinoamericana, algunos líderes de la guerrilla de las FARC han mostrado lujos que la mayoría de colombianos no tiene. En 2016, cuando la Fiscalía colombiana embargó bienes de las FARC, las autoridades encontraron propiedades lujosas. Solo en esa ocasión, la Fiscalía embargó a las FARC por COP$ 60.000.000.000 (unos US$ 20.487.604).
Incluso desde las selvas de Colombia, algunos líderes guerrilleros se aseguraron de contar con lujos. Uno de los casos más notorios es el de Jorge Briceño alias “Mono Jojoy”. Briceño, comandante del Bloque Oriental de las FARC, era un aficionado a los caballos de paso fino. En sus fiestas, Jojoy bebía whisky importado y mostraba sus caballos. A pesar de las comodidades con las que contaba, el líder guerrillero predicaba en contra de la acumulación de capital.
Conclusión
La compra de bienes de lujo no constituye ningún delito, ni tampoco es moralmente reprochable. El problema es satanizar la acumulación de capital producto de los negocios y condenar el lujo mientras se aprovecha el Estado para hacer lo que se sataniza. El régimen marxista de Cuba obligó durante años a los emprendedores a reprimir sus ideas de negocio y depender del Estado. Quienes buscaban emprender y trabajar tenían prohibido hacerlo. A su vez, los miembros de la élite política cubana disfrutaban los lujos del capitalismo, lujos que condenaban.
En el caso venezolano, el lujo de los líderes políticos de la Cuarta República indignó a muchos venezolanos. Los bolivarianos condenaron los lujos de la élite política anterior. Sin embargo, cuando la izquierda revolucionaria llegó al poder en Venezuela, muchos líderes bolivarianos comenzaron a mostrar prácticas parecidas a las de la élite anterior. Los “boliburgueses” se enriquecían con la centralización del poder económico en manos del Estado. A su vez, los empresarios que estaban alejados del poder del Estado se enfrentaron con las regulaciones excesivas y la burocracia.
El Estado se sostiene con los aportes de todos los ciudadanos. Por tanto, los gastos de los líderes políticos deben ser medidos. En sociedades con altos grados de transparencia, los políticos están controlados por los ciudadanos. Esa puede ser la clave para la regulación del comportamiento extravagante de los políticos.
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