“Franco fue la antítesis de Hitler”. Esta es una de las joyas de la retórica que la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) soltó durante varias semanas en las que no dudó en acusar a los medios de comunicación de atacar al dictador que durante casi 40 años gobernó España. Como no podíamos quedarnos impasibles ante semejante afirmación, hemos visitado su web y leído sus comunicados para comprobar algunas de sus afirmaciones sobre esa época negra que empezó con un golpe de Estado y terminó con una transición a la democracia.
El resultado era el de esperar: en su página hemos encontrado medias verdades, mentiras ridículas y disparates que esta organización privada, que se dedica a ensalzar la figura de Francisco Franco, ha querido colarnos. Estas son apenas diez falacias de una lista interminable de despropósitos:
Aunque el primer desenterramiento se realizó en el año 2000, la llamada Ley de la Memoria Histórica de 2007 impulsó y financió la exhumación de fosas comunes, en las que aún yacen alrededor de 114.000 personas sin identificar asesinadas durante el franquismo o la Guerra Civil. La norma aprobada por el PSOE no ha recibido un solo euro desde que gobierna el PP, y han sido las entidades privadas, como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, las que han batallado y logrado abrir fosas.
La FNFF lleva repitiendo sin descanso que esta ley ha llegado para “sembrar más odios, divisiones y dolor entre los españoles”, pero no se entiende cómo una legislación que reconoce a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura, que fomenta exhumaciones, monumentos, homenajes o recogida de testimonios de damnificados por el régimen y que da la nacionalidad a hijos y nietos de exiliados puede remover odios, divisiones y dolor. Por cierto, España es el país del mundo con más fosas comunes después de Camboya con 2.382.
2. “Retirar monumentos, placas y calles franquistas es ultrajante e injurioso”.
A la FNFF le parece injurioso quitar el nombre de Millán Astray o de Queipo de Llano de una calle, pero la Ley de la Memoria Histórica dice que los “escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura” tienen que ser retiradas de los edificios y espacios públicos. Quizás a muchos españoles lo que les parezca injurioso y ultrajante es ver los nombres de los responsables de un levantamiento militar que terminó con un régimen democrático y que represalió a casi 200.000 personas durante la guerra y la dictadura, como recoge el historiador Paul Preston en su libro La guerra civil española.
En su obra, Preston explica que desde que se constituyó la Segunda República las fuerzas fascistas intentaron desestabilizar y terminar con la democracia con golpes de Estado como la ‘Sanjurjada’, el nombre con el que se conoce el intento fallido del general José Sanjurjo de terminar con las libertades en 1932. A pesar de todo esto y de la claridad de la ley, la FNFF ha ofrecido ayuda legal a todos los alcaldes que quieren evitar la aplicación de la norma de la Memoria Histórica. Por fortuna, la Fiscalía General del Estado ya ha denunciado a la institución.
Ya hemos explicado algunos aspectos de esta norma de 2007. La FNFF la considera injusta, pero lo cierto es que el día de su aprobación contó con los votos a favor de todo el arco parlamentario a excepción del PP y, por motivos muy diferentes, de ERC. La formación catalana consideraba que la norma no terminaba con el “sistema de impunidad” instaurado durante la Transición. Esta amnistía, por ejemplo, dejó sin ningún tipo de condena o juicio a personajes clave del aparato represor franquista como el antiguo miembro de la policía franquista Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, que se hizo famoso por las palizas y malos tratos que profería a los detenidos en los interrogatorios.
4. “Franco mantuvo a España alejada de la Segunda Guerra Mundial”.
Aunque la implicación de España en la Segunda Guerra Mundial fue menor en comparación con la de otros países, España también colaboró con las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). Como Hitler había ayudado a Franco a ganar la Guerra Civil, a este no le quedó más remedio que echar una mano al Führer. El gobierno franquista, aunque mantuvo su postura oficial de ‘no beligerante’, aprobó la creación de la División Azul, una unidad de voluntarios españoles —alrededor de 50.000— que formó una división de infantería para luchar contra la Unión Soviética junto al ejército nazi.
De hecho, Franco también ayudó con metal: Hitler tuvo carta blanca para explotar las minas de wolframio de Galicia y con ello cubrir las necesidades de material de la industria del armamento alemana, una historia que el director Simón Casal llevó al cine en Lobos Sucios.
5. “La fundación Franco no recibe subvención alguna”.
Es cierto que la FNFF lleva años sin recibir un euro de dinero público aunque, pero la última vez que publicó sus cuentas fue en 2009 a pesar de que la ley obliga a presentarlas anualmente. Además, sí que estuvo subvencionada durante la segunda legislatura de José María Aznar: entre los años 2000 y 2003 recibió más de 150.000 euros para digitalizar su archivo.
El portavoz del grupo parlamentario En Marea, incluido en Podemos, presentó en enero una solicitud de información al Congreso para conocer el dinero que ha recibido la FNFF desde su constitución dada la opacidad que hay al respecto y una proposición no de ley que modifique la Ley de Fundaciones para sacar a la institución franquista de esta norma que le permite disfrutar de ventajas fiscales.
6. “En el franquismo está el origen de la actual democracia”.
Decir que la dictadura fue la que trajo a España la democracia es simplificar un proceso social, histórico, político y cultural hasta lo absurdo. De lo que no cabe duda es de que la Guerra Civil y el régimen que la siguió, el franquismo, sí terminaron con la democracia que comenzó en 1931. Los que durante la dictadura pelearon para que hubiera una democracia no fueron los franquistas, sino los partidos políticos ilegalizados y sus miembros en el exilio que defendían las libertades que ya había en otros países. Tampoco sería correcto atribuirse la Transición por haber nombrado al rey Juan Carlos.
7. “Franco fue la antítesis de Hitler”.
Según la FNFF, “Franco fue la antítesis de Hitler” y compararlos es un “ejercicio de manipulación en estado puro”. La fundación califica al dictador español como un “católico ejemplar” que dice que ganó la Guerra Civil con los menores daños posibles. Sin embargo, los dos fueron los líderes de dictaduras totalitarias que se pasaron por donde quisieron los derechos humanos, asesinando o torturando a miles de personas y suprimiendo toda clase de libertades.
8. “El franquismo creó Televisión Española como un servicio público de calidad, destinado a llevar la información, la cultura y el entretenimiento a todos los españoles”.
Nada más lejos de la realidad. La creación en 1956 de los estudios de Televisión Española no desembocó en un periodismo libre: fueron un arma más de la censura franquista, que afectaba a cualquier tipo de publicación literaria, cinematográfica o periodística. En España, como en el resto de las dictaduras, había censores que manipulaban la información a su antojo para defender al régimen.
9. “El franquismo no fue un régimen genocida, machista, nazi, asesino ni fascista”.
En realidad, la dictadura terminó con el papel que la mujer estaba logrando en la Segunda República. Las mujeres pasaron de asumir cargos en las Cortes a las casas, el lugar que el régimen consideraba adecuado para ellas. Además, el franquismo sí fue asesino —se celebraron juicios sumarísimos para fusilar a republicanos y se ejecutó a personas hasta 1975— y fascista, pues desde sus inicios fue dirigido por los falangistas y siempre mantuvo carácter totalitario con exaltaciones nacionalistas: “¡Arriba España!”.
10. “El franquismo permitió a España pasar de la miseria a ser un país unido, próspero y con todos los españoles reconciliados”.
Esta visión nace de querer, y mucho, ver el vaso medio lleno. Al final del franquismo, por ejemplo, más de la mitad de la población no sabía leer ni escribir, cuando en la mayoría de países europeos la tasa de alfabetización ya alcanzaba cotas altísimas. Hablar de reconciliación también es complicado: como ya hemos dicho, todavía hay miles de familias que siguen buscando a sus familiares en fosas comunes y cientos de pueblos que tienen nombres de calles, plazas y monumentos franquistas. Por no hablar de las cuestiones territoriales en Cataluña y País Vasco que siguen sin resolverse.
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