JOSÉ G. MUÑOZ GARCÍA@josegmunoz
El ex presidente Vicente Fox, al igual que muchos analistas del mundo del quehacer público han calificado al presidente Donald Trump como un dictador, o, el menos, como un “dictador en potencia”, desde que apareció en el escenario político de Estados Unidos el multimillonario magnate, porque utiliza en sus discursos frases de odiados dictadores, como Saddam Hussein (“"Saddam Hussein lanza un poco de gas, todo el mundo se vuelve loco", dijo en diciembre, descartando cualquier indignación por el uso de armas químicas en Irak, sobre todo un ataque con gas venenoso de marzo de 1988, que mató a más de 5.000 kurdos que viven en el norte de Irak”), publica CNN en español, y Musolini, y actitudes plenamente identificadas con la forma en que llegó al poder Adolfo Hitler.
La ciencia política (Norberto Bobbio) sostiene que un dictador llega al poder, generalmente, por la vía de golpe de Estado y Trump fue elegido en un sistema democrático que permite que un candidato pueda triunfar con menos votos que su opositor. Esta es una imperfección de la democracia, pero es democracia, no dictadura.
El discurso agresivo y hasta demencial de Trump puede tener visos de un aprendiz de dictador, pero está lejos de concretar sus sueños autoritarios si viola las reglas del juego republicano. Para comenzar, el primer decreto que firmó con bombo y platillos para evitar la entrada de musulmanes de siete países asiáticos, sufre el primer tropezón al suspender un juez federal su aplicación.
El decreto forma parte de corta lista –como su propia visión de política— de enunciados de campaña que son reflejo del pensamiento de una buena parte del electorado norteamericano: los mexicanos entran como delincuentes a Estados Unidos a arrebatar los empleos a los connacionales; los musulmanes todos son terroristas; los negros nacieron para ser esclavos; todo ilegal es un delincuente (por cierto, Mary Anne MacLeod, madre de Trump entró a Estados Unidos con visa de Turista, pero se quedó como residente); el calentamiento global no existe ni tampoco la contaminación ambiental; los derechos humanos deben excluir a negros, judíos, mexicanos y musulmanes; un muro en la frontera con México, acabaría con todos los problemas de desempleo en EEUU y otros igual de absurdos.
Su ascensión al poder se debe en buena parte, a su estrategia de comunicación, plenamente identificada con la que aplicó el genio Joseph Goebels en la Alemania de Hiltler:
1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo, los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
En donde puede triunfar, es en revocar leyes que permiten al aborto, de acuerdo con analistas. También puede preverse que habrá de liberalizarse aún más la posesión y portación de armas. Y aunque no se plasme en normatividad alguna, se intensificará en la frontera con México la cacería de ilegales que cruzan la frontera a través desiertos.
Podrá, igualmente, radicar el proteccionismo comercial, con el consiguiente aislamiento que habrá de perjudicar, finalmente, a sus empresas transnacionales, por el viraje que pueda dar el comercio mundial, orientando sus operaciones hacia los gigantes asiáticos.
Las amenazas para México son reales, pero las más inviables. Estados Unidos, pues, no es una dictadura. Los principales adversarios de Trump serán los norteamericanos que no votaron por él, que son mayoría. Contra ellos no podrá hacer nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario