Adriano Miguel Tejada.
La etapa de desarrollo de la corrupción que resulta más peligrosa para un sistema político de cualquier signo que sea, es cuando ésta se convierte en un instrumento de gobernabilidad.
Sin pretender agotar la lista, enumero algunas de las formas en que la corrupción puede utilizarse para esos fines:
a) Corrompiendo a los sectores indispensables para el sostenimiento del régimen (militares, iglesias, funcionarios, periodistas, etc.), para “montarlos en el barco” haciéndolos cómplices del proceso. Al darles riqueza y posición social, estos defenderán el sistema a todo costo.
b) Creando las condiciones para la “acumulación originaria” en favor de los que desean el mantenimiento del régimen. Esto es particularmente importante, porque en un sistema democrático todos están expuestos a perder el poder por unas elecciones o en una crisis. La disponibilidad de recursos que permite la corrupción garantiza que se dispondrá de dinero para rehacerse políticamente o para sobrevivir en la crisis.
c) Facilitando el uso de todos los instrumentos del gobierno (recursos públicos, fondos del presupuesto, asignación de obras y contratos por preferencias políticas, otorgamiento de permisos y facilidades, etc.), para auspiciar la causa política.
d) Manteniendo estructuras apropiadas a la corrupción. Es decir, la falta de institucionalización es una secuela y, al mismo tiempo, causa de la corrupción.
Finalmente, favoreciendo la impunidad de los beneficiarios y sus allegados.
Cualquier parecido con la situación actual, no es pura coincidencia.
atejada@diariolibre.com
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