1 de abril de 2016 - 12:00 am -
Penosamente República Dominicana en cuanto a la educación como principio básico en el cual se fundamenta el desarrollo y el progreso sostenible, ha sido, la más lenta, en extremo tímida y accidentada
La educación es el fundamento del desarrollo de los pueblos, podríamos concebirla como la espina dorsal en todos los procesos históricos definidos como cultura y civilización. En todos los períodos de la historia y en todos los lugares del planeta, aparece la educación como una actividad deliberada o simplemente como un comportamiento cotidiano que sirve como instrumento básico en la conservación, la transmisión y la generación del más encumbrado de sus logros.
Podemos tomar de ejemplo países como Finlandia, Suiza, Suecia, Alemania, Noruega, entre otros; sociedades que han logrado mantenerse en la cima del desarrollo humano con mejor calidad de vida para sus habitantes, gracias al sistema de educación que prestigia y valora sus maestros, quienes trabajan para destacar y desarrollar las habilidades y talentos de cada estudiante.
Es paradójico el que en nuestro país, culturalmente se rechace cumplir las leyes y se respeten los valores, lo que pone en riesgo la vida social y dificulta la convivencia pacifica y organizada. Es por ello que se hace necesario recuperar y cultivar la educación cívica. Es importante considerar la educación en valores a razón del deterioro moral en que vivimos, al extremo que nos gobierna la corrupción y la impunidad con ausencia de justicia.
Penosamente República Dominicana en cuanto a la educación como principio básico en el cual se fundamenta el desarrollo y el progreso sostenible, ha sido, la más lenta, en extremo tímida y accidentada. Estos trazos históricos del proceso de la educación en el país, muy por debajo al de otros países del vecindario geopolítico, explican en gran medida nuestra permanencia en el subdesarrollo y las diversas formas de violencia; así también, la inestabilidad y debilidad institucional y política.
Parecería necesario, en las circunstancias actuales, no hacer una pausa en cuanto a la expansión cuantitativa de la educación, pero sí promover y aprovechar en todos los centros de pensamiento y medios de comunicación un momento y un espacio para reflexionar sobre qué debemos enseñar y, con qué finalidades y propósitos lo deben hacer. Una reflexión, sobre el Estado que queremos construir.
Es errónea la política del gobierno de gastar la mayoría de los recursos del presupuesto correspondiente a educación en varilla y cemento, con falta de transparencia; dejando de lado las áreas de capacitación docente, las ciencias y las tecnologías que urgen para mejorar la calidad de la aducción en todos sus niveles. La República Dominicana se ha quedado fuera en aportes de patentas, no valoramos la creatividad y la innovación que son imprescindibles para conectarnos al siglo XXI, o nueva era de la información y las tecnologías.
Cuándo conectaremos la capacitación de nuestros recursos humanos con las demandas y requerimientos del mercado, de las industrias y empresas responsables de la producción y productividad que mueven la economía dominicana. Se hace imperativo insertar los recursos humanos dominicanos en el mercado mundial con calidad y competitividad.
Cómo es posible que nuestro presidente y el peledeismo, que tanto alardea de su preocupación por el desarrollo, del progreso y nuestra economía, además de los problemas sociales de nuestro hemisferio: la deuda, la pobreza y la inseguridad, haya ignorado los ejemplos de países asiáticos que en tan solo en 10 años o menos han logrado alcanzar el desarrollo, con tan solo un requisito todos los esfuerzos dirigidos a la educación, incentivos e inversión en maestros calificados, en las ciencias y tecnología.
Los gobiernos dominicanos justifican nuestro bajo rendimiento educacional y critican a otras sociedades sin moral alguna, pero no imitan ni valoran a su colega de Estados Unidos Barack Obama, quien se lamenta y reconoce que en las últimas décadas los estudiantes y maestros han retrocedido en la calidad de la educación ocupando el lugar 21 en ciencia y 26 en matemáticas muy detrás de sus países iguales.
Andrés Oppenheimer nos muestra luego de una gran investigación las 12 claves del progreso:
“Miremos hacia delante
Hagamos la educación “una tarea de todos”
Inventemos un “PIB educativo”
Invirtamos en educación preescolar
Concentrémonos en formar buenos maestros
Démosles estatus social a los docentes
Ofrezcamos incentivos salariales
Hagamos pactos nacionales
Forjemos una cultura familiar de la educación
Rompamos el aislamiento educativo
Atraigamos inversión de alta tecnología
Formemos “Educación Internacional”.
“Es un error creer que todos los problemas de la sociedad se resuelven con crecimiento económico: el crecimiento no resuelve la pobreza, la pobreza la resuelve la educación.” Con propósitos definidos y políticas públicas centradas en la gente y su desarrollo integral y humano.
Lamentablemente nuestro Presidente está estancado, alardeando de un crecimiento económico y descuidando el requerimiento de mejorar la educación en franca violación a los mandatos constitucionales y a los tratados de Naciones Unidas. El proceso de avance debe iniciar con un tema clave, que es resaltar la importancia de tener buenos maestros, capaces de formar en valores, en ciencias y tecnologías. Pero quién educa a quién? Pues, los profesores dominicanos carecen de la formación necesaria para formar.
Cuando a los que les pagas con tus impuestos para que te escuchen y atiendan tus necesidades se hacen sordos, ciegos y mudos (El gobierno y demás autoridades) debemos gritarles, exigirles con fuerzas el cumplimiento de sus responsabilidades, que es derecho constitucional.
Dios les bendiga siempre Pueblo Dominicana.
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Spoken english. Parlons Francais. Parliamo italiano
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