Aceptar su condición es el primer paso para lograr un cambio político en Ecuador
Sin escrúpulos, vergüenza o miedo, hay que decir las cosas como son: Rafael Correa es un dictador. Sí, es un dictador. Cuando queremos ocultar la verdad con eufemismos y frases simplonas, acabamos dándole más poder de alterar su discurso al prepotente, y es ahí cuando perdemos la batalla.
Al revisar la definición de dictador, se nos presenta lo siguiente:
“Gobernante que asume todos los poderes del Estado y que no se somete a control constitucional ni legislativo alguno”.
Fue en el 2011 cuando el presidente —dictador— Rafael Correa, dijo lo siguiente:
El Presidente de la República no es sólo jefe del Poder Ejecutivo, es jefe de todo el Estado ecuatoriano, y el Estado ecuatoriano es Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, Poder Electoral, Poder de Transparencia y Control Social, Superintendencias, Procuraduría, Contraloría, todo eso es el Estado ecuatoriano”.
Según la misma definición de dictador, el Sr. Correa se hace de ese título. Ha perseguido periódicos, encarcelado opositores, y difamado con toda la maquinaria estatal en sus famosas sabatinas.
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La dictadura no se trata de percepciones, sino de hechos. Que unas sean más fuertes que otras, no significa que dejen de serlo. Cuando hay una sola persona que gobierna por sobre todo, con todos los poderes, que ha establecido la comunicación como “servicio público” —manejado y regulado por el Estado— y que dicta leyes para que sean procesadas y aceptadas, se la conoce como dictador. Ni más ni menos.
Rafael Correa ha perseguidoperiódicos y encarcelado opositores.
Caso contrario a la creencia general, no se necesita un golpe de Estado para terminar en un régimen dictatorial. No todos los dictadores fueron militares, y sin duda no todos lo serán. La vía democrática puede traer grandes cosas, pero también puede traer otras muy malas.
Esta es la enorme falla de la administración presidencialista. Cuando se tiene un individuo en potencia de absorber todos los poderes del Estado, y con un solo partido que cubra sus abusos, una dictadura es propensa a aparecer. Esta es la realidad latinoamericana, y para poder crear una diferente, debemos cambiar, además del sistema, la mismísima forma de gobierno.
Identificando el problema: Rafael Correa y la dictadura
Es necesario reconocer un problema y nombrarlo como se debe, si queremos tratarlo y encontrarle solución. Mientras sigamos ocultando las cosas bajo capas de clichés, no podremos librarnos del mal que nos acecha.
Rafael Correa es un dictador dictador, debe salir del poder. Para crear una cultura política de respeto, no debemos ocultar bajo eufemismos los incesantes abusos que sufre la ciudadanía, sino señalarlos y condenarlos.
Jorge Emilio Lince es guayaquileño, amante de la libertad enemigo del Estado. Es estudiante universitario, miembro delMovimiento Libertario del Ecuador y coordinador de campus deEstudiantes por la Libertad Ecuador. Síguelo en @jorgelincep.
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