20 marzo 2016 |
El Mandatario de Ecuador lanzó una alerta al mundo que no puede ser subestimada, los procesos de desestabilización impulsados desde Washington en contra de los gobiernos progresistas de la región obedecen a un nuevo complot contra las democracias latinoamericanas como el que se produjo en las décadas de los 70 y 80
“La derecha tiene sed de venganza, porque son 10 años que no ha podido como antes elevar el teléfono para ordenarle a un presidente hacer tal o cual cosa. Entonces, tiene sed de venganza, no solo que viene a derrumbar lo logrado sino a tratar de perseguir, masacrar a los que osaron desafiar su poder”, advirtió de manera contundente el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en una entrevista en la que alerta al mundo sobre la reedición de un nuevo Plan Cóndor, cuyo objetivo es desestabilizar los gobiernos progresistas electos democráticamente en la región.
Para el Mandatario ecuatoriano, lo que está sucediendo en la actualidad en nuestro continente, con el irregular proceso emprendido contra el expresidente y máximo dirigente del Partido de los Trabajadores, Luis Inácio Lula da Silva, a fin de propiciar una confrontación entre el Ejecutivo brasileño y el Poder Judicial; lo sucedido en Bolivia, con la campaña de difamación para afectar la imagen y el respaldo popular de Evo Morales; los intentos de golpe parlamentario y empresarial y la guerra económica en Venezuela para derrocar a Nicolás Maduro; la misma campaña desestabilizadora que sigue la ultraderecha contra él en su país, no es algo fortuito.
“Usted cree que todo eso es casualidad, este es el nuevo Plan Cóndor. Ya no se necesitan dictaduras militares, se necesitan jueces sumisos, se necesita una prensa corrupta que incluso se atreva a publicar conversaciones privadas –lo cual es absolutamente ilegal-, pero lo aplauden, en el odio, en su vorágine de insensatez, cierta derecha lo aplaude cuando mañana pueden ser también ellos los espiados”, señaló Correa.
Ante esta realidad, el líder regional, también impulsor del nuevo esquema de integración propuesto por el comandante Hugo Chávez, sustentado en los principios de respeto, solidaridad y complementariedad y no en la competencia comercial, auguró que los pueblos latinoamericanos no permitirán un retroceso.
Su llamado a la unión ha sido replicado y respaldado por las fuerzas humanistas, progresistas, socialistas, democráticas y antiimperialistas de la región. La reciente convocatoria de urgencia realizada por el mandatario Evo Morales a una reunión extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para impedir un golpe de la derecha en Brasil, demuestra que los pueblos y gobiernos de izquierda se mantendrán unidos y en alianza para defender la democracia.
La situación actual no es la misma que permitió la imposición de dictaduras en el Cono Sur, en las décadas de los 70 y 80, sin embargo los enemigos de la democracia son los mismos que hace cuatro décadas: el imperialismo estadounidense en su afán por conservar su hegemonía en el hemisferio, en alianza con las oligarquías nacionales que buscan expoliar y saquear los recursos para obtener ganancias sin invertir en el bienestar social de la población.
¿CÓMO SERÍA ESTA NUEVA VERSIÓN?
Ya experimentamos en nuestra región un asomo de cómo sería un nuevo Plan Cóndor diseñado no solo para el Cono Sur, sino para toda Nuestarmérica, con el golpe de Estado institucional propinado en 2009 al presidente hondureño Manuel Zelaya, que derrocó un gobierno progresista electo democráticamente y pretendió propinar un zarpazo a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestarmérica (ALBA).
Fue un golpe al viejo estilo de la Operación Cóndor, que después lavó su cara con la fachada institucional. Ciertamente, nunca se vieron militares gorilas detrás. Ese papel lo asumieron “las instituciones” controladas por la contrarrevolución y la derecha.
Lo mismo sucedió en Paraguay, con el golpe parlamentario a Fernando Lugo. Es el nuevo esquema que Estados Unidos pretende imponer en la región, adaptado al siglo XXI y con el apoyo de la oligarquía proimperialista de cada país.
Tal y como lo advirtió el presidente Correa, lo que sucede en Brasil y en Venezuela, donde se genera la falsa matriz de “confrontación de poderes” con fines desestabilizadores; lo que acontece en Argentina, es la adaptación moderna de la Operación Cóndor en América Latina para erradicar los movimientos populares que luchaban contra las dictaduras militares.
Anteriormente, el imperialismo empleaba golpes fascistas militares, guerras e invasiones para lograr sus objetivos. Ahora se apoya en sobornar, comprar y dominar a las instituciones de un país, es decir, dar golpes institucionales, cuyo objetivo es igual al de los golpes militares del pasado.
Por ello la importancia de las reuniones convocadas por los cónclaves de integración latinoamericana y caribeña, como Unasur y al Alba, para impedir el avance de esta estrategia que pone en riesgo las democracias del continente.
NUESTRO HOLOCAUSTO EN EL SUR
¿Qué es el Plan Cóndor? El Plan Cóndor fue la mayor operación de terrorismo de Estado contra la población civil realizada en Sudamérica, coordinada desde el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Agencia Central de Información estadounidense (CIA), efectuada durante las décadas de los 70 y los 80 en seis los países: Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia, del denominado Cono Sur.
El entonces secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger fue el “cerebro” de este genocidio.
Kissinger alentó y procuró las relaciones políticas entre las dictaduras que participaron en esta megaconspiración contra la democracia y las fuerzas progresistas latinoamericanas; su objetivo era asegurar la supremacía estadounidense en la correlación de fuerzas a objeto de que prevalecieran las tendencias capitalistas y neoliberales en la región, ante el surgimiento de un importante movimiento popular y de izquierda de inclinación socialista.
El veterano diplomático estadounidense, fue el responsable directo de la instauración de las dictaduras de Augusto Pinochet en Chile; del golpe militar del 24 de marzo de 1976, en Argentina, que dio al período dictatorial conocido como Proceso de Reorganización Nacional, del que se estiman dejó más de 30 mil desaparecidos y de la dictadura militar en Uruguay (1973-1985).
La Operación Cóndor fue apalancada por Pinochet en complicidad con los demás dictadores de la época, quienes intercambiaron información, recursos y tecnologías para eliminar a los “enemigos políticos”. La meta era aniquilar el comunismo en el Cono Sur y evitar su expansión, tal y como correspondía a la doctrina de la Guerra Fría que diseño EEUU para imponer su hegemonía en el mundo y exterminar los proyectos socialistas en ascenso. Recordemos que el 12 de marzo de 1947, se promulgó la Doctrina Truman como línea de política exterior, la cual justificaba la intervención de EEUU para frenar en cualquier país el avance comunista.
De este modo, militares de los países “aliados” se desplazaban sin restricciones por las fronteras para cometer crímenes de lesa humanidad, secuestro, asesinato, tortura, desapariciones, en contar de dirigentes y personas señaladas de ser militantes de izquierda o de oponerse a las dictaduras en sus países.
Un papel muy importante jugó la tenebrosa Escuela de las Américas, donde las fuerzas armadas estadounidenses entrenaban a los militares del Cono Sur para reprimir, perseguir, torturar y eliminar a “los enemigos”.
Algunas investigaciones reseñan que incluso, de la Operación Cóndor se ha heredado la organización y los métodos paramilitares de grupos de ultraderecha que aún pululan en nuestro continente. En aquel momento, se reconocían por ejemplo la Triple A en Argentina, Alianza Anticomunista Argentina, o la célebre Alianza Americana Anticomunista, fundada en Colombia en 1979, que hoy pretende ser revivida por la contrarrevolución anticubana y antivenezoalna en Miami.
Hasta los momentos, solo se tienen cifras sin confirmar obtenidas de las investigaciones de grupos defensores de derechos humanos que se han encargado de revelar al mundo una verdad que oscuros intereses han tratado de ocultar, pero las muertes y las heridas aún laten en varias generaciones de suramericanos.
Es así como por ejemplo, gracias a las investigaciones del activista y abogado Martín Almada, se llegó a conocer que solo en Paraguay se estima que la Operación Cóndor asesinó a más de 50 mil personas y el número de desaparecidos puede rondar los 30 mil.
De la Operación Cóndor se cumplirán 41 años en 2016, y sin embargo, jamás puede hablarse en pasado del horror que causó. Todavía la mayoría de los crímenes permanecen impunes, aún se desconoce el número exacto de muertes, los culpables se encuentran sin castigo, las víctimas y sus familiares aún sufren consecuencias de torturas y desapariciones forzadas. Tuvimos nuestro holocausto en el Sur. Por ello es necesario que la juventud conozca qué fue este proceso de represión y violencia estatal que se ejecutó contra miles de personas inocentes en nuestro continente; y por qué es tan importante ahora alertar sobre la existencia de fuerzas de la derecha y la contrarrevolución que pretenden reeditar un escenario como este en nuestros países.
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