El dictador ofuscado

Edgar Fonseca

30 de marzo de 2016

El dictador no esperaba la pregunta.

Jamás imaginó que alguien se atreviera a hacérsela.

Por eso reaccionó ofuscado. Malhumorado. Molesto. Alterado.

Pero debió guardar cierta compostura porque, en medio de su histórico encuentro con el presidente Obama, no podía ni debía quedar en ridículo ante una audiencia global.

Desacostumbrado a atender consultas de la prensa independiente, aquel episodio de tan solo 40 segundos, lo retrató de pies a cabeza.

El reportero Jim Acosta de CNN no desperdició su turno y en medio del show de una pseudoconferencia de prensa en el Palacio de la Revolución, lanzó un misil:

¿Por qué tienen presos políticos?, le preguntó.

El rostro del dictador se descompuso.

Dijo no haber entendido la pregunta.

Se acomodó los audífonos.

Intentó una gracejada.

Pidió que se la repitieran.

Y cuando vio que la cosa sí era con él, respondió airado.

“Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos. Menciónala ahora”, le espetó al reportero.

“Si hay esos presos políticos, antes de que llegue la noche van a estar sueltos”, afirmó desafiante.

Con sus ojos vidriosos, su ceño arrugado, su voz gruñona y alzando sus manos, amenazante, remató “y ya”, como advirtiendo, “no me preguntes más”.

En medio de los memorable pasajes de la visita de Obama a La Habana, el episodio queda grabado para la historia de cómo el ejercicio irrestricto de la libertad de expresión pone contra las cuerdas a ciertos detentadores de poder, los dictadores, por supuesto.

Al dictador isleño, su círculo íntimo lo preparó para la danza de rituales y coqueteos con el ilustre visitante, pero no se percataron que aquel gran detalle de dejar por la libre las preguntas de los periodistas les podría llevar a semejante incidente.

Ni, mucho menos, le aconsejaron cómo reaccionar.
… La lista de presos políticos sí existe.

La más reciente la componen al menos 89, dice Elizardo Sánchez, uno de los más reconocidos dirigentes disidentes cubanos.

Es una lista que puede ampliarse a centenares o miles de personas en desacuerdo con el régimen.

Porque la dictadura echa preso a quien ose protestar y les acusa de delitos comunes.

Y así llenan sus mazmorras. Hay unos 70 mil cubanos presos, advierte Sánchez.

Y es una lista levantada a duras penas.

A los dirigentes disidentes no les permiten entrar a las cárceles.

Entonces dependen de las versiones de los familiares, dice Sánchez en el sitio 14ymedio.

– “En su lista no se menciona el concepto de delitos políticos sino de motivaciones políticas. ¿Cuál es la diferencia conceptual?, le pregunta el periodista Reinaldo Escobar de 14ymedio a Sánchez y responde:

-“El gobierno criminaliza el ejercicio de los derechos civiles y políticos. Si un grupo de 4 o 5 ciudadanos se agrupa en el Parque Central con un cartel donde se quejan, denuncian o protestan por algo que no le gusta al gobierno, no son juzgados por un delito político, sino por desorden público, cuando en realidad solo intentaron ejercer el derecho de manifestación pacífica”.

-Entonces, ¿cuáles son las figuras legales por las que encauzan a casos como estos?

-“Los delitos más frecuentes por los que llevan a prisión a un opositor son desacato, peligrosidad social predelictiva, resistencia al arresto, desobediencia o atentado. Si al momento de ser detenido un ciudadano se aplica alguna violencia, defenderse de los golpes con las manos ya puede ser interpretado como resistencia y si en el forcejeo el detenido le da un codazo al policía, eso se considera atentado. Algunos casos se desfiguran totalmente y acusan a la persona de hurto o de invasión de un edificio publico”. “El gobierno tiene un arsenal grande de posibles condenas y además un absoluto control sobre los tribunales, que carecen de independencia” enfatizó Elizardo Sánchez.

De esa lista y de ese régimen opresivo que trataron de maquillar con la visita del bueno de Obama y con el concierto de Rolling Stones, es que el dictador no supo dar cuenta. Por eso se ofuscó.

Master en Periodismo, University of Missouri-Columbia.

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