Pasaron horas y ella no llegaba. La inspiración se había marchado, ¿acaso por culpa del agobio?, mientras las palabras esperaban sobre el banquillo “de lo por decir”.
Entonces vi un video y, posteriormente, un “mensaje” de Trujillo. Ambos, cual si hubiesen sido sacados de un trhiller, ponen en evidencia hasta dónde llegarán los ultranacionalistas con tal de sembrar el terror en aquellos que pecan por ignorancia y omisión.
La idea de que un grupo de Haití gesta una revolución contra República Dominicana es tan peregrina como la frase de Trujillo diciendo abiertamente que sus manos están manchadas de sangre para evitar la haitianización del país.
Ambas cosas circulan en las redes y se multiplican, trayendo consigo comentarios que provocan pena y vergüenza por el odio que destilan y lo irresponsables que son.
Si de verdad temen tanto a la haitianización el camino para hacerlo es aplicar políticas migratorias y no es exacerbar rencores y miedos infundados. ¿No son acaso los propios ultranacionalistas que están al frente de la Dirección Nacional de Migración? ¿Por qué no presentan sus propuestas para hacer más eficiente el control fronterizo? No, eso no interesa: interesa manipular, joder, molestar porque así, confabulando, creen que conquistan votos, ganan adeptos y mejoran su patética imagen.
No sé qué tanto mal hemos hecho pero es duro ver cómo esas teorías de la conspiración conspirada calan tanto en nuestra sociedad. ¿Será que nos estamos graduando de imbéciles? Ojalá que algún un día no nos termine saliendo el tiro por la culata. Sería terrible.
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