VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA
Día 31/12/2014 - 07.26h
El «SS Columbus», echado a pique por su propia tripulación, inició la lista de hundimientos de la lujosa flota de buques de pasaje germanoEl «SS Columbus» se hunde, al fondo de la fotografía, mientras, en primer término, uno de sus tripulantes rema en uno de los botes salvavidas
Mientras el frente occidental languidecía en la inactividad de la «Falsa Guerra», el frente marítimo, la Batalla del Atlántico, bullía en una lucha permanente entre convoyes, submarinos, corsarios y los buques de guerra de la Royal Navy y de la Kriegsmarine, siempre bajo la atenta y preocupada mirada de todos los países del continente americano salvo Canadá, que, como dominio del Imperio Británico, estaba plenamente involucrada en el esfuerzo de guerra de la metrópoli.
Durante los cuatro primeros meses de la guerra, las costas del continente americano habían visto cómo, a pesar de su estricta neutralidad, se habían convertido en un frente más de la lucha entre el Tercer Reich y los aliados. La Batalla del Río Plata, entre el finalmente barrenado «Graf Spee» y los buques británicos enviados para su captura, sería el principal incidente y provocaría una protesta oficial de todos los estados americanos. Pero, tanto en el Atlántico sur como en el Norte, muchos más fueron los actos, unos dramáticos, otros menos, y en algunas ocasiones simplemente curiosos, como fue el caso del «SS Columbus».
Trasatlántico alemán botado en 1914 y construido en astilleros del por entonces puerto alemán de Danzig ―hoy Gdansk, en Polonia―, el «Columbus» fue el buque estrella de la compañía naviera Norddeutscher Lloyd (NDL) hasta finales de los años veinte, siendo un habitual de los cruceros invernales por el Caribe, cuyas aguas surcaba al estallido de la contienda.
Habiendo recibido órdenes de regresar a Alemania para incorporarse al esfuerzo de guerra ―como transporte de tropas, mercancías o un destino similar―, jugó durante unos meses una suerte de juego del gato y el ratón con los buques de superficie de la Royal Navy en patrulla por todo el Atlántico. Dos meses duró su nuevo periplo hasta que el 19 de diciembre de 1939 fue localizado por el destructor «HMS Hyperion» en frente de las costas de EEUU. Y antes que rendir el buque y que fuese capturado por los británicos, su capitán decidió hundirlo. La tripulación ―el pasaje había sido desembarcado en La Habana― fue recogida por el crucero estadounidense «USS Tuscaloosa», de patrulla en la zona, y llevada a puerto estadounidense, donde quedaron en libertad al ser los EEUU neutrales en aquel momento.
Tres días después, el almirante Raeder, comandante de la Kriegsmarine, promulgaba un decreto en el que se ordenaba que "todo buque de guerra alemán deberá luchar con la totalidad de los medios disponibles hasta resultar victorioso o irse a pique sin arriar bandera".
Otros trasatlánticos y cruceros de línea de la NDL sufrieron similar destino durante la guerra, el «Bremen», uno de los más modernos y lujoso de su época, utilizado como buque de transporte de tropas, resultó destruido en un incendio provocado a bordo por rencillas entre miembros de la tripulación y la naviera. El «Steuben», hundido por el submarino soviético S-13 en aguas del Báltico en febrero de 1945, con cerca de 4.000 refugiados alemanes ―soldados heridos, civiles y personal médico― que huían del avance del Ejército Rojo, salvándose tan sólo 300 personas. Más suerte tuvo el «Europe», reclamado por Francia como compensación de guerra y que rebautizado como «Liberté» siguió surcando los mares.
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