Hace unos 25 años, la Universidad de Harvard celebró un seminario sobre la relación EE.UU. - Cuba, abordando en particular la Crisis de los Misiles de 1962. Para dicha ocasión se invitaron actores relevantes de la época que aún sobrevivían, entre ellos Robert McNamara, secretario de Defensa de EE.UU., Andréi Gromyko, ministro de Relaciones Exteriores de la antigua URSS de Nikita Krushev, incluso para la ocasión el colega William Ury conversó directamente con Fidel Castro. Esta crisis se ha estudiado en Cuba, y en el cuadragésimo aniversario del hecho se celebró la conferencia internacional denominada “La Crisis de Octubre: Una Nueva Visión Política 40 años después”, al momento en que se inauguraba el evento, Robert McNamara y Fidel Castro se dieron un abrazo muy celebrado por la audiencia.
Uno de los errores de la negociación entre la antigua URSS y EE.UU., que puso fin a la Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre, fue no tomar en cuenta a Cuba, sus intereses, sus necesidades, ni su posicionamiento geopolítico frente a EE.UU. y el resto del mundo, ni la relación de conflicto entre La Habana y Washington. Lo peor fue que tampoco la URSS tomó en cuenta su aliado en el Caribe para negociar y tomar decisiones con respecto a los EE.UU., en detrimento de la imagen e intereses de Cuba.
Ahí están los cables entre Castro y Krushev, y toda la información desclasificada por Estados Unidos y los antiguos soviéticos. De los encuentros realizados en Harvard y Cuba también se comprobó que la crisis devino en un punto de inflexión en la mente de los líderes del momento. Hasta entonces, todas las guerras tenían un perdedor y un ganador, de pronto las partes se vieron todas como perdedoras.
A partir de esta crisis se instaló en la Casa Blanca y el Kremlin el famoso teléfono rojo a fin de agilizar la comunicación entre ambas potencias, pues uno de los aprendizajes era que ambas naciones tomaban decisiones en base a percepciones y opiniones, no en base a hechos comprobados, lo cual era alimentado por una escasa comunicación.
Cincuenta años de confrontación se pueden transformar en relaciones que contengan espacios de colaboración. Las negociaciones internacionales se nutren de precedentes y uno de los más exitosos fue el proceso entre EE.UU. y Vietnam, el cual llevó a ambas naciones hacia la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales.
“Hay una historia complicada entre EE.UU. y Cuba”, ha señalado Barack Obama en el discurso televisado. El presidente norteamericano ha apuntado que si las relaciones con China, también comunista, se habían retomado décadas atrás, así como Vietnam, ahora también es tiempo de hacerlo con Cuba. “No podemos continuar haciendo lo mismo que durante 50 años, y esperar un resultado diferente”. “El aislamiento a Cuba no ha funcionado”.
En otro discurso al país, el presidente cubano, Raúl Castro, ha mostrado su agrado y compromiso en retomar el diálogo para normalizar las relaciones diplomáticas tras 53 años. Pero ha advertido que la apertura de negociaciones no supone “que se haya resuelto el bloqueo económico, que es lo importante”, ha afirmado. “Como hemos repetido ya, debemos aprender el arte de convivir de forma civilizada con nuestras diferencias”.
Creer que estas negociaciones se limitan al intercambio de presos, comercio, la mediación por meses del Papa Francisco y otros temas hasta aquí revelados, es ver algunas de las partes y no el todo. Este acuerdo debe entenderse más allá de las relaciones bilaterales de ambas naciones, y apreciarse con una visión amplia de las relaciones internacionales. Nos referimos al carácter tridimensional de las negociaciones, esto es, todo lo que esta fuera de la mesa de negociación. El contexto económico y geopolítico facilitó y llevó al acuerdo que venía negociándose en forma secreta desde hace varios meses.
En efecto, Arabia Saudita prefiere precios bajos de petróleo con el objetivo de frenar la expansión de productores rivales, incluyendo a su aliado los EE.UU., quienes desarrollan la tecnología de extracción hidráulica (fracking), la cual a precios internacionales debajo de US$70 no es rentable, y de paso ahogar económicamente los gobiernos poco afines a Riyadh.
Esta estrategia saudí le atrasa a los EE.UU. en unos 10 años su objetivo de hacerse autosuficiente energéticamente. Pero afecta económicamente y de manera permanente a Rusia e Irán, lo que surte gran beneficio geopolítico a EE.UU. Tema de importancia capital. Además, los bajos precios del petróleo también le infringen daño a la Venezuela de Maduro, que está en graves dificultades económicas.
Dado que los saudís y los EE.UU. son aliados políticos y socios comerciales, estos precios del petróleo benefician a Washington geopolíticamente respecto a Rusia e Irán y no comprometen su liderazgo en el Cercano Oriente. También avanza aislando a Venezuela y aumentando su capacidad de influencia estratégica dentro de Cuba y el resto de América Latina.
Hoy Cuba negoció en secreto y en forma directa con EE.UU., teniendo en cuenta la vulnerabilidad de sus aliados, Venezuela, Rusia e Irán. Recordando que al inicio de la Guerra Fría su aliado la URSS negoció directo y en secreto con EE.UU., sin tomar en cuenta a Cuba.
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