Editorial periodico el Día
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El Día
12:01 amTodavía no salimos del asombro por la noticia de que dos fiscales y oficiales de la Dirección Central Antinarcóticos (Dican), incluido su director y el jefe de operaciones, están acusados de haber robado, repartido y vendido al menos 950 kilos de cocaína, cuando otro hecho llama la atención de la gente. Hay pus por todos lados.Crisania Soriano, una joven de Hato Mayor que se autodefine como una narcotraficante retirada, declara con toda la naturalidad del mundo que dejó el oficio de repartidora de drogas porque ya estaba harta de darle miles de pesos a agentes de la Dican, la DNCD y la Dirección Central de Investigaciones Criminales (Dicrim) que la extorsionaban.La gota que rebosó la copa, según narró ante una cámara al periodista Odalis Vega, fue cuando le exigieron que además del “peaje” que les tenía que dar a los de la Dican, la DNCD y la Dicrim, también había que “sacarle lo suyo” al fiscal, porque este se había enterado del asunto.Es posible que esta joven ‘emprendedora’ del microtráfico esté exagerando. Pero lo que denuncia es fácil de creer para cualquiera que conozca los barrios, donde es vox pópuli la complicidad de agentes de la DNCD y la Policía con los vendedores de drogas.
En cuanto al escándalo de la Dican, como bien ha dicho el Procurador, las investigaciones deben continuar, pues no es fácil creer que oficiales y subalternos estuvieran involucrados en la distribución de drogas, dando “tumbes” a los narcotraficantes y que las jefaturas de la Policía, el DNI, ni de la DNCD se dieran cuenta.
Pero la podredumbre va más allá de militares, policías y fiscales. Aquí hay bufetes de abogados “honorables” cuya especialidad es defender a narcos y hasta servirles de testaferros.
También hay periodistas al servicio de este sucio negocio. Incluso gente que vive pontificando en contra se beneficia del asunto.
Bancos y empresas funcionan como lavadoras de un dinero ensangrentado.
Definitivamente, no es solo la Dican. Lo que está podrido es todo el sistema
caricatura CBaez.
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