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“La burla al Islam debe seguir hasta que burlarse del Islam sea tan banal a como lo es burlarse del Catolicismo” – Stéphane Charbonnier.
Los ataques de la semana pasada en Francia que iniciaran con la ejecución de caricaturistas, editores y colaboradores del semanario parisino Charlie Hebdo, han sido vistos como un ataque directo a la libertad de expresión. Sin embargo, la tragedia no debiera limitarse a la libertad de expresión en si, sino a lo que representan Charlie Hebdo y otros medios como este; demostrar que ninguna idea, creencia o hecho puede quedar exonerado de crítica, sátira, burla o discusión. Es ese el mensaje que debe prevalecer, si se busca que hechos como los del miércoles pasado nunca más vuelvan a repetirse.
Si bien la mayor parte de la respuesta pública ha sido de apoyo a favor del semanario Charlie Hebdo, en las redes sociales e incluso en algunos medios internacionales una parte de la crónica de la historia giró alrededor de la “provocación” y la “falta de respeto” de los caricaturistas. Muchos medios internacionales se rehusaron a publicar las caricaturas de Charlie Hebdo por temor a herir susceptibilidades, casi ninguno de los líderes políticos del mundo se atrevió a referirse a los actos como un resultado del extremismo islamita, y casi todo el relato de la historia se ha alejado de atacar “el derecho a ofenderse de los provocados”.
La cita que encabeza este artículo, emitida por el asesinado editor en jefe de Charlie Hebdo, es la verdadera historia detrás de esta tragedia. La era de lo “políticamente correcto” en la que vivimos ha estado levantando vacas sagradas de la opinión que se han convertido en un retranca a la libertad de expresión, no empleando AK-47s si no la autocensura, un arma más efectiva que cualquiera con la que grupo de terroristas jamás podrá soñar.
Las más básicas de las normas sociales deben fundamentarse en el respeto a las personas, pero es inconcebible que ese respeto deba ser extensible a las ideas o creencias de las personas en un ejercicio de falsa tolerancia. Ninguna idea, opinión o creencia social, política, religiosa o de cualquier tipo merece respeto, todo lo contrario, estas deben estar sometidas a constante burla, crítica y escrutinio tanto para la refinación y mejora de las ideas mismas o para que estas sean totalmente descartadas, operando esto en beneficio de la humanidad.
Las verdades históricas y científicas generalmente aceptadas hoy, no adquirieron ese estatus por un tratamiento dogmático que les blindó de cualquier crítica o escrutinio desde sus inicios, todo lo contrario, el haberse sostenido a pesar de estos es lo que hoy les mantiene como lo más cercano a verdades absolutas que tiene la raza humana. Es impresionante como las creencias religiosas se rehúsan a someterse a similar ejercicio.
El derecho a la crítica, burla o sátira de una creencia no debe quedar supeditado al derecho a ofenderse de algunos cuantos. Es tiempo de que muchos crezcan y aprendan a manejar mejor sus susceptibilidades, después de todo, si realmente existe un Dios todopoderoso, estoy seguro que este sería capaz de aceptar un chiste. E.P.D. Charb, Cabu, Tignous, Honoré, Cayat, Maris, Wolinski y todos los vilmente asesinados en los atentados de esa semana.
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