Por acento.com.do . 30 de mayo de 2016 -
Este 30 de mayo se conmemoran 55 años del tiranicidio en la República Dominicana.
Rafael Leónidas Trujillo Molina, que había impuesto su nombre a la capital dominicana, sádico como pocos, megalómano, titulado a sí mismo como generalísimo, padre de la patria nueva, reconstructor de la Independencia financiera, el bienhechor de la patria, el hombre que reescribió la historia del país para imponer un criterio único, encontró su fin de la manos de unos cuantos valientes dominicanos, que lo ofrecieron todo, incluyendo sus propias vidas y las de sus familiares, para liberar al país de la opresión.
El recuerdo no se borra. Pese a que han transcurrido 55 años de aquel momento hay que seguir recordándolo, porque esa muerte representó el surgimiento de un Estado democrático, el despertar de nuevos valores y el aplastamiento de la sumisión, de la vergüenza, de la delación, del terror en que vivía la sociedad dominicana.
Desde el 30 de mayo de 1961, luego de la sorpresa y el miedo inicial, las calles del país se llenaron de pueblo, de personas que tuvieron que mantenerse ocultas, bajo la opresión de la dictadura, y la rabia no podía ser mayor. Las estatuas del tirano y de sus familiares comenzaron a caer, los matones del Servicio de Inteligencia Militar (un cuerpo criminal que actuaba con total impunidad) también comenzaron a huir, se decidió la disolución del Partido Dominicano, comenzaron a surgir nuevas leyes y fue el momento del comienzo de la transformación de la sociedad dominicana.
Es cierto que los acontecimientos que siguieron estuvieron afectados por el caos, la falta de comprensión, la división de la sociedad dominicana, pero todo ello fue mejor a la continuidad de la dictadura trujillista o al mantenimiento de los descendientes de Trujillo en el poder.
El Partido Revolucionario Dominicano, con Juan Bosch a la cabeza, ganó las primeras elecciones democráticas del país, celebradas el 20 de diciembre de 1962, pero ese gobierno apenas se mantuvo 7 meses en el poder, como consecuencia de un golpe de Estado. Hubo inestabilidad y al final una guerra civil que se inició el 24 de abril de 1965, más una intervención militar de los Estados Unidos.
Hubo elecciones controladas por la intervención militar, y desde 1966 hasta 1978 el país vivió bajo una dictadura que mantuvo el control político y el asesinato de ciudadanos como norma, salvo algunas libertades que se mantuvieron como la libertad de información en los medios de comunicación, con las consabidas presiones y crímenes contra periodistas que cruzaban la raya trazada por las autoridades y los matones de la llamada Banda Colorá.
Trujillo representó lo peor que se pueda incubar en alguien con poder. Robo de los fondos públicos, con impunidad y total desenfado, control de la justicia, del Congreso, de los grupos sociales. La actividad empresarial dependía esencialmente de la voluntad del tirano, que era a su vez el principal empresario del país. Los fondos públicos, incluyendo los descuentos a los empleados, mantenían una maquinaria política sin control y sin respeto a nada, porque no había institucionalidad, y las leyes y la Constitución eran un mero formalismo que podían quitarse o cambiarse cuando el dictador lo necesitaba. Y se guardaban las formas.
Esos tiempos pasaron. La dictadura es apenas un recuerdo. La decapitación del tirano el 30 de mayo de 1961 fue el nacimiento de la libertad del pueblo dominicano.
Como bien lo dijo un merengue popular, surgido en los primeros días de mayo de 1961, el 30 de mayo es el día de la libertad.
Mataron el chivo
en la carretera
Dejénmelo ver, dejénmelo ver
Dejénmelo ver
mataron el chivo
y no me lo dejaron ver.
El pueblo celebra
con mucho entusiasmo
la fiesta del chivo
el 30 de mayo
Vamos a reir, vamos a bailar
vamos a gozar…
el 30 de mayo
día de la libertad.
(¡Ay, María! ¡Ay María! Ay María!
Canta y no llores
porque cantando se alegran
cielito lindo, los corazones)
Matán a chapita
en la carretera
La mamá gritaba, la mamá gritaba
de esta manera
Matán a chapita y no me lo dejaron ver.
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