Por JOSE C. NOVAS
La noche del 30 de Mayo de 1961 cuando el dictador Rafael L. Trujillo fue asaltado por un grupo de inconformes con su régimen, el pueblo dominicano vivió momentos de misterio e incertidumbre. Había muerto el gobernante más temido y estudiado en la historia del pueblo dominicano y con ello nacía una esperanza en las masas la esperanza de una democracia que fue convertida en pura ficción por la generación de políticos que le siguió.
Los que vivimos esa histórica fecha sabemos después de la emboscada hubo un período muy confuso, que se despejó al siguiente día cuando el doctor Joaquín Balaguer en un discurso radial anunció el trágico desenlace del más notable de los nativos de San Cristobal.
La reacción en la poblacion fue la de una catástrofe y muchos se negaban a creer que el hombre fuerte había caído bajo una lluvia de balas. Muy pocos entendiamos por qué aquel 31 de Mayo de 1961 las fuerzas armadas y los cuerpos policiales fueron llamados a los cuarteles. Se especulaba que se había producido una invasión como la de 1959 por Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Pero para la interioridad del régimen no hubo sorpresas. Trujillo, sus familiares y un grupo de sus colaboradores sabían que se gestaba una conspiración entre amigos del tirano, la interrogante que hoy sigue en el aire es por qué no hicieron nada para evitar el tráfico final.
Lo que si se sabe que los familiares de Trujillo para garantizar su futuro económico transfirieron decenas de millones al extranjero; hay testimonios que implican la esposa del gobernante Maria Martínez de Trujillo y su hijo Ramfis. Se afirma que ambos llevaban tiempo sacando millones en moneda extranjera y lo depositaron en bancos extranjeros.
Virgilio Alvarez Pina fue quizás el colaborador más cercano a Trujillo en su etapa final. En el libro que recoje sus memorias, Don Cucho afirma que su hijo Virgilio Alvarez Bonilla, que era gobernador del Banco Central, tuvo problemas con Doña María y con Ramfis debido al exceso de transferencias que le solicitaban, pese a que el dictador le dio instrucciones de no aprobar entrega de dólares sin antes consultar con él en el Palacio.
Entre las personalidades ligadas al Jefe que aseguraron que Trujillo sabía que se conspiraba, están Don Cucho Alvarez, el general García Urbáez, el doctor Hans Wise Delgado, director de la Corporación Azucarera propiedad del dictador y el arquitecto Antonio Ocaña, miembro del Consejo de Administración de Ciudad Trujillo, que era como se llamaba la capital del país.
Y entre los familiares del generalísimo su hija Flor de Oro Trujillo y su sobrino Luís Ruiz Trujillo manifestaron que la familia sabía que se conspiraba y que para ellos no fue sorpresa el asunto. Por lo que se ve, parece que el asalto que acabó con la dictadura fue el sancocho de chivo al que asistirian muchos invitados.
jpm
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