Entre las páginas 103 y 106 de “Trujillo: monarca sin corona”, cuarta edición ampliada; celebrada obra del Dr. Euclides Gutiérrez Félix, se cita al Ing. Pedro Delgado Malagón haciendo el relato recibido de su abuelo, el médico militar Ángel Delgado Brea, actor de primer orden en aquel episodio de 1931.
Algunos párrafos del relato de Delgado Malagón dicen lo siguiente: “Es un día olvidado de 1931 y Trujillo acampa, desde la mañana, en la fortaleza de Santiago de los Caballeros. A media tarde, el oficial médico recibe escuetas instrucciones de preparar instrumental y materiales sanitarios de emergencia.”
“Luego se le llama a ocupar uno de los tres o cuatro automóviles de una caravana que encabezará el General Trujillo, sin noticias ni explicación alguna los vehículos toman rumbo de la Línea Noroeste. Algunas horas después, al llegar al río Yaque, a pocos kilómetros de Mao, los automóviles se detienen. No existe puente y es obligatorio cruzar el Yaque en una barcaza.”
“En la orilla está el Teniente Ludovino Fernández quien informa a Trujillo, _General, allá le tengo la cabeza de Desiderio_, a lo que Trujillo contrariado responde: Muy mal hecho.”
Se evidencia que la hiena que comenzaba a manifestarse en la personalidad del Dictador, podía ordenar los crímenes políticos más feroces imaginados, pero se preocupaba de como aparentaran los difuntos; porque de ahí dependían las leyendas que se iban a hilvanar en torno a su personalidad en el futuro.
Continúa relatando Malagon, que luego de arribar a la Alcaldía Comunal de Mao (según la designación de la época) en las primeras horas de la noche. Trujillo dispone: “Doctor, la cabeza del General Desiderio Arias está en la gaveta de aquel escritorio. He dado órdenes para que traigan el cuerpo. Prepárelo y procure que no se advierta que la cabeza ha sido cercenada.”
El Dr. Ángel Delgado Brea tendría que esperar varias horas de la noche, para que le trajeran el resto del cuerpo del occiso Desiderio Arias, y al final poder completar la macabra labor que le había encomendado El Jefe; quien horas después se apersonó para exclamar: “Magnifico, Doctor; era exactamente lo que yo quería”.
Rafael L. Trujillo Molina, no fue un dictador cualquiera; fue un terrible personaje de la historia latinoamericana; comenzó masacrando aliados como el General Desiderio Arias y terminó tratando de hacer lo mismo con presidentes de otros países, como el caso del presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt.
Quienes intentan hoy, lavar la sangre y las impúdicas acciones del régimen de Trujillo, tienen una increíble ignorancia de la historia o esconden tan malsanas intenciones como el mismo Sátrapa.
JPM
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