Por Miguel Espaillat.
1- “Ramfis presidente”; no solo puede considerarse una propuesta temeraria e imprudente, sino también, inconsecuente, antihistórica, obscena, cavernaria, desafortunada, irreverente, desaprensiva, desconsiderada, esquizofrénica, etc. Y no lo es tan solo porque sea el nieto de Trujillo el aspirante, sino, por la forma inescrupulosa con que este individuo está tratando de reivindicar a su abuelo, al afirmar – obviando la realidad – que ese bestial engendro, ladrón y criminal, fue un “gran ser humano”, cosa que hace, concomitantemente, hablando muchas mentiras, tergiversando la historia, para presentar un abuelo bonachón, nacionalista y patriota, lo que constituye una ofensa, una provocación, un desafío brutal, una burla imperdonable a todo un pueblo que todavía al día de hoy sufre los grandes efectos directos y colaterales de aquella tiranía. En los párrafos siguientes, expondré algunos argumentos diferentes a los que anteriormente he tenido en cuenta para dar sustentación a la impugnación: “Ramfis Trujillo, presidente”.
2- Ramfis ha expresado públicamente que no viene a calzarse las botas de su abuelo Trujillo, pero eso es imposible, porque él ha demostrado con su discurso y acciones, que es trujillista de pura cepa; veamos: El nombre completo del Ramfis que nos ocupa es, Luis José Ramfis Rafael Francisco Miguel Domínguez Trujillo. Sus dos primero nombres (Luis José), responden a dos personajes siniestros de la historia dominicana. Uno de ellos en vida fue, el tenebroso coronel Luis José León Estévez, el primer esposo de Angelita, y quien tuvo a su cargo el asesinato de las hermanas Mirabal, además, éste Luis fue un torturador de primera línea en “La Cuarenta”, donde se destacó abriendo el vientre de sus víctimas para después sacarle los intestinos con sus propias manos para gozarse viéndolos morir agonizando lentamente. “Luis José”, es también el nombre del padre de Ramfis (Luis José Domínguez Taveras), un coronel retirado de la Fuerza Aérea Dominicana, quien fuera en aquella época uno de los duros del régimen de Trujillo. Añádase a esta historia, que el patronímico Ramfis responde al psicópata asesino de su tío Ramfis; y que el nombre de Rafael le fue puesto para honrar la memoria de su satánico abuelo Trujillo, a quien Ramfis idolatra. De los restantes patronímicos (Francisco Miguel), ignoro sus motivos.
3- El recuento anterior viene a colación, para caer en cuenta el significado que tiene para los cabalistas, numerologos, psicólogos y psiquiatras, el hecho, de que entre tantos nombres a elegir de los puestos al nieto de Trujillo, éste ya en su adultez elija el nombre de “Ramfis Trujillo”, descartando los restantes. Ramfis Trujillo, es pues, el nombre que corresponde a la aleación patronímica y genética de la maldad y la perversidad humana hecha carne en su más alto grado.
4- Según los cabalistas, los numerólogos, los mayas y otras culturas, el nombre de una persona está intrínsecamente ligado a su alma, a su carácter y su a vida. El nombre actúa como el canal por medio del cual la fuerza vital fluye al cuerpo. Cada letra de nuestro nombre – dicen ellos – tiene una fuerza divina única. Nuestra relación con los nombres es de naturaleza mística; ello sugiere un elemento misterioso e imperceptible, cuyas raíces se adentran en lo desconocido.
5- El nombre puesto a un niño o niña, expresa una proyección, sentimientos y deseos muy íntimos y profundos, atadura y enlace de lazos familiares, una querencia, la figura, la personificación que los padres ven y quieren que sea su hijo o hija en este mundo. En el caso del Ramfis Domínguez, sus progenitores no quisieron desligarlo de sus macabros ancestros, que era lo de lugar, sino, que al contrario, lo entroncaron con premeditación y alevosía con todos los asesinos y ladrones de esa saga maldita al ponerle los nombres referidos. Pero, lo peor es, que ya adulto, Luis José Ramfis Rafael Francisco Miguel Domínguez Trujillo, en vez de tender a desligarse de esa saga, mejor gustó por unirse más a ella, optando en esa querencia por llamarse Ramfis Trujillo, descartando los demás nombres, lo que para los místicos, psicólogos y psiquiatras es una decantación de éste hombre por su verdadera naturaleza biológica y espiritual, que dicho sea de paso, se ha concretizado en los muchos cigotos, que han dado origen a una de las familias más siniestras que han existido, no solo en nuestra tierra dominicana, sino también en todo el mundo.
6- La decisión del nieto de Trujillo, de orgullosamente llamarse “Ramfis Trujillo”, deriva de sus íntimos sentimientos, que lo atan fuertemente a sus tenebrosos ancestros, lo que también lo ha llevado a defenderlos, contra vientos y mareas. Esa ligazón es tan fuerte, que el consciente y subconsciente de él, en conciliación, han conformado un “alter ego” con su díscola familia, lo que lógicamente nos revela, que Ramfis, es uno más de los Trujillo, y que su prédica, de que es distinto a ellos, es una mentira. El, en cuerpo y alma es un Trujillo, si no lo fuera, hace tiempo que hubiese pedido el perdón que tantas personas le han sugerido pedir, tal como lo hicieron los hijos de Pablo Escobar y la iglesia Católica por boca de los papas Juan Pablo II y Francisco I. Si él lo hubiese hecho así, su situación frente al país hoy fuera otra, porque con la consumación de ese pedimento de perdón, nos hubiera “matado el gallo en la funda”, y en consecuencia, nos hubiera dejado con un motivo menos para impugnarlo.
7- En este escenario, Ramfis no pide el perdón sugerido, porque a su juicio – eso sería echar por el suelo su tesis de que su abuelo y sus tíos fueron grandes seres humanos; lo que también, de igual manera tocaría a su padre Luis José Domínguez Taveras y a su madre Angelita Trujillo, los cuales, de ser su hijo presidente de la República, volverían al país con todo el poder que significa el ser los padres del presidente de una república bananera.
8- De su aspiración presidencial, Ramfis no ha comprendido, que la misma es una aberración, dado los conflictos morales, psicológicos, sociales e históricos que la ésta representa para el pueblo dominicano, y muy especialmente para los familiares aún con vida del panteón de mártires que ofrendaron sus vidas y bienes combatiendo aquella terrible dictadura. En éste torbellino, Ramfis no se ha dado cuenta, que su candidatura despierta pasiones y conflictos dañinos, semejantes a los que ocasionaría en dos familias, el que una muchacha decida casarse con el hermano del asesino de sus padres, alegando que su novio o novia (según fuere el caso), nada tiene que ver con aquel asesinato. Incluso, para más ilustración, podemos casar a la muchacha aludida, con el matador mismo de sus padres.
9- Remontándonos al caso que nos ocupa, ¿sería posible un matrimonio entre Ramfis Trujillo y Aida Rosa del Pilar Awad Baez (Pachy), o de un hijo de ésta, con una de las hijas de Ramfis, sin que lo conflictos sicológicos, morales, familiares y sociales propios de esta situación se interpongan, no solo entre los desposados, sino también entre ambas familias? ¿Serian resolubles o salvables esos conflictos? ¿Ambas partes olvidarían el pasado macabro que los separa, para entonces llegar a una conciliación y armonía, a la paz espiritual y al amor?
10- No nos engañemos, hay cosas y amores que matan. El cacareado amor de Ramfis por la República Dominicana, es de esos amores que matan; en consecuencia, por las mismas razones de desatar pasiones y conflictos morales y psicológicos dañinos, tampoco es posible un matrimonio entre el pueblo dominicano y un Trujillo de pies a cabeza.
11- Partiendo de la recreación de los hechos precedentes, hay que tener atrevimiento, ser temerario, poco delicado e inescrupuloso, para que un individuo con ese historial familiar, se presente como aspirante a presidente, ante un pueblo que ha sido víctima de los más grandes abusos, fechorías y atrocidades cometidas por esa familia, principalmente por su abuelo, que como bien señala Minou, saqueó y robó hasta más no poder, que le faltó a la dignidad de todas las mujeres, y que fue el más cruel de los déspotas que azotaron América Latina. Para colmo, Ramfis condiciona su aspiraciones, reclamando que le asiste ese derecho, como a cualquier otro dominicano, como si él fuera en verdad, el descendiente de un tronco familiar con una historia, igual a la de cualquier otro dominicano, y más cuando lo hace, soslayando los grandes crímenes y robos de todos sus ancestros, y remachando con desfachatez, a despecho de la realidad, que su abuelo y sus otros parientes, fueron grandes seres humanos.
12- Para fines de análisis del tema que nos ocupa, doy por cierto parte del contenido del primer párrafo del artículo de mí amigo Tony Raful intitulado, “Ramfis, no es la saga, ¡son las ideas!”, en el cual expresa: – “Nadie escoge la familia donde nace, ni el país, ni la fecha, ni el tiempo histórico en el cual va a vivir. Una especie de lotería cósmica en su diversidad infinita, parece poblar de impredecibles ocurrencias los más insólitos hallazgos del destino”-. Tony, esto es cierto, pero también es verdad, que no escogemos las enfermedades que heredamos de nuestros progenitores, pero desgraciadamente las heredamos. Ante esta realidad ¿sería de lugar cuestionar la justicia o injusticia de ésta y otras heredades?
13- Igualmente, a más de la mitad de la humanidad, por su pobreza paupérrima, le toca sufrir las desdichas que acarrea esa pobreza, donde ni en sueño se da la posibilidad de superar las desgracias inherentes a esa condición, la cuales, sí pueden ser superadas en otra nacencia donde la pobreza aludida, no sea el pasado, el presente y el futuro, sino, todo lo contrario, donde al hombre -tal como dice Raful – le sea permitido a través de su conciencia como fenómeno acumulativo de conocimientos y experiencias, trazarse su propio sendero, sus objetivos y fines.
14- En su artículo Tony también nos dice: Un porcentaje elevado de seres humanos no alcanzan a empoderarse de sus vidas y las arrastran como embalajes, como ataduras, repeticiones burdas sin trascendencia alguna”. A ese grupo, también pertenece la media humanidad paupérrima referida, no porque no quiere superarse, sino, porque la misma pobreza se lo impide. Pero hay otros, que teniéndolo todo no superan esas lacras, ya sea porque no se han dispuesto, o porque han tomado un camino equivocado. Es el caso de Ramfis Trujillo, que queriendo ser presidente de un país donde no ha nacido, ni vivido lo suficiente, en su loca ambición, está conduciendo su vida, la de su prole, y la de otros, a un infierno, sino, a un despeñadero para un encuentro con lo intrascendente y desgracias.
Posdata
Me resulta muy duro y a la vez triste escribir una catilinaria como ésta contra un hombre que a primera vista luce bueno, pero que anda por un camino equivocado, al desafiar y provocar con un discurso irrespetuoso, desconsidera y falaz al sentimiento patriótico y de vergüenza nacional de un pueblo, que en su defensa reaccionará removiendo el pasado muy feo de la familia Trujillo. En esta ingrata labor, pienso en las hijas de Ramfis, a las que él – no dudo – debe amar profundamente, la cuales, me imagino, son afectadas emocionalmente al leer estas narraciones que navegan profusamente por la internet y otros medios. Para ellas ese pasado-por su tranquilidad y salud mental – debiera permanecer oculto e intocable o reducido a la categoría que los psicólogos llaman el “Tercer Secreto”.
Esta remoción del pasado del sátrapa Trujillo y de los demás Trujillo, es uno de los daños directos que conlleva las aspiraciones presidenciales de Ramfis Domínguez Trujillo. ¿O será, que la ambición de poder de éste Ramfis es tan fuerte, que la misma está por encima del cuidado, la tranquilidad y la salud mental de su familia? ¿Será que ha heredado la patología compulsiva de su abuelo por el poder? ¿Será que Trujillo se ha le ha “montao”? ¿Podrá Ramfis por estos señalamientos tomar consciencia del desatino en que está incurriendo, y en consecuencia, enfrascarse a fondo en revertir esa insana ansia de poder, por la cual es poseído, para romper con esa cadena hecha con eslabones de ambiciones, mentiras y falsedades, para poner fin a esa especie de maleficio, que por lo visto pesa sobre la familia Trujillo?
A Ramfis Domínguez y a mis lectores les dejo la palabra
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