Madrid
La Casa de América en Madrid ha querido rendir homenaje a las víctimas del Holocausto estos días. Lo ha hecho con dos películas en las que sobrevivientes de aquella barbarie recuperan y recuerdan aquellos días desde los países a los que llegaron huyendo del terror. Son parte del proyecto Broken Silence (Romper el silencio), dirigido por el cineasta Steven Spielberg para mantener viva la memoria de aquella infamia. El objetivo: que aquella atrocidad nunca se repita.
De alguna forma, el cineasta norteamericano, tocado por la dureza de la realidad que contó en su film, La lista de Schindler (1993), quiso que el cine fuese una herramienta útil en manos de la humanidad gracias a los testimonios de quienes sufrieron el horror nazi. Tras la premiada cinta, el director creó la Fundación Shoah, desde la que empezó a grabar y recoger entrevistas con más de 52.000 testigos de aquel disparate. Su misión: superar los prejuicios, la intolerancia y el fanatismo –así como el sufrimiento que causan- a través del uso educativo de testimonios visuales. Con ese gigantesco archivo llevó adelante el proyecto, cinco películas entre las cuales se muestra cómo el holocausto se puede repetir y llegó a todos los continentes, también llegó a América del sur. De esas miles de entrevistas, unas 800 corresponden a los testimonios de unos 800 judíos que viven hoy en América del Sur.
El oscarizado director argentino Luis Puenzo fue uno de los elegidos para contar su historia a partir de ese ingente material. Y lo hizo a partir del documental Algunos que vivieron (2002), donde mediante una serie de charlas mezcladas con imágenes de archivo, lo que más impacta es la intencionalidad del autor. Las secuencias tantas veces vistas de “paladas” de muertos judíos tirados en fosas comunes durante el nazismo, acompañadas de las palabras de esos argentinos, uruguayos y chilenos que pueden todavía contarlo, recuerdan a las paladas de muertos que hoy dejamos ahogarse en el Mediterráneo ante la indiferencia de muchos, si lo traemos a la actualidad. En sus testimonios, los sobrevivientes recuerdan el clima de creciente antisemitismo y nazismo durante la pre-guerra, la guerra y la etapa posterior a ella. Porque Puenzo no limita la perspectiva de su película al Holocausto, su cinta incursiona sobre otras barbaries como el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires o la represión de la dictadura argentina.
Por su parte, la realizadora argentina Poli Martínez Kaplun cuenta en Lea y Mira dejan su huella la historia de dos mujeres en Buenos Aires que en el final de sus vidas recuerdan sus vidas y su paso por Auschwitz-Birkenau, el más grande de los campos de concentración y exterminio construido por el régimen de la Alemania nazi tras la invasión de Polonia a principios de la Segunda Guerra Mundial. “La locura humana. Lo que el ser humano es capaz de hacer y no de manera individual, sino de forma organizada, racional y consensuada. Fue además cometido por el hombre moderno, hace pocos años y en países con gran desarrollo. Entender bien lo que sucedió y cuáles fueron las causas que la gestaron puede quizás a estar muy atentos cuando algo de esta simiente pueda volver a ocurrir”, declaraba la directora el estreno de su película, en 2017. Pocos meses después de su estreno, una de sus protagonistas ha fallecido; perdura su voz, queda un testimonio para siempre en contra del horror en esa carrera contra el tiempo a la que decía Spielberg que nos enfrentábamos para presentar sus voces, el mayor número de testimonios posibles de supervivientes antes de que sea demasiado tarde.
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