Por GERADO ROA OGANDO
Algunas fuentes afirman que el sustantivo holokáutoma (ὁλοκαύτωμα) describe uno de los genocidios humanos más perversos de toda la historia de la humanidad.TheUnitedStatesHolocaust Memorial Museumdice que el holocausto“fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado de seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores”. Además, incluyó la muerte de alrededor de doscientos mil marroquíes y doscientos mil discapacitados, así como a miles de testigos de Jehová y homosexuales, etc.
En enero de 1933, Adolf Hitler se convirtió en el Führer o jefe del tercer Reich (imperio). Desde su nacimiento, en el senode una familia desequilibrada, Hitler llegó a odiar intensamente a su padre. No era para menos.Su progenitor era muy beligerante. Humillaba y golpeaba a su esposa frente a sus hijos. Sin embargo, Hitler también lo amaba, polaridad que lo llevó a desarrollar serios problemas de personalidad.
Al mismo tiempo, su mente fue el resultado de las secuelas de la Primera Guerra Mundial. Desarrolló un fuerte sentimiento de inferioridad, porque sentía que muchos de sus compañeros de clases pertenecían a estratos sociales más altos. Asimismo, se ha escrito que a los doce años sorprendió a sus padres teniendo relaciones sexuales, escena que lo torturó hasta algo más de la adolescencia. Según el psiquiatra HenryMurray (1943), Hitler no sostenía la mano con firmeza, al saludar. Este autor interpretaque era incapaz de mantener relaciones sociales pacíficas y duraderas.
Cuando Adolf Hitler abrazó el nacionalsocialismo, encontró un espacio para alimentar su patología consistente en un agudo sentimiento de inferioridad y profundo odio a los judíos, y a cualquier otra raza considerada inferior a la suya. Recordemos que el fascismo es una ideología caracterizada por otorgar poder absoluto al Estado, por un antisemitismo radical y por considerar que la raza “aria” era superior a toda otra(Prior, A. 1991).
Los absolutismos no son sanos, mucho menos cuando son de poder. Su odio excesivo a las diversas formas religiosas estaba alimentado, en parte, por los planteamientos de Karl Marx, quien afirmabaque “la religión es el opio de los pueblos”, destacando el poder de enajenación que ejercen las ideologías religiosas, a través de sus discursos para inhibir a los ciudadanos al grado de que se abstengan de participar en los escenarios de luchas sociales. Es cierto que cada ideología es en sí misma cerrada, puesto que todas consideran poseer la verdad, su verdad. Esto no significa que todas sean expresiones discursivas protervas. Son, más bien,el reflejo de la diversidad cultural del mundo. Contribuyen con la formación cultural y humana de sus miembros, puesto que en casi todas (socialistas, fascistas, gremialistas, religiosas, educativas, culturales…) la lectura y el debate de ideas son frecuentes (Althusser, L. 1972; van Dijk, 2011)
La maledicencia del nazismo consistió en desconocer,en su discurso, que ninguna ideología, ni raza es mejor que otra. La única raza es la humana, por lo que la idea de que los nacionalsocialistas eran descendientes de una raza ancestral ideal, que hablaba la protolengua indoeuropea, de acuerdo con las especulaciones de los lingüistas histórico-comparatista del siglo XIX,es falsa en su totalidad (Coseriu, E. (1985); Roa, G. (2016).
El Holocausto, como producto de los esquemas mentales de Adolf Hitler, muestra la ya vieja tesis de Rousseau, que suele traducirse, grosso modo, como sigue: “el hombre es bueno por naturaleza, pero el ambiente lo corrompe”. Aunque no sabemos hasta qué grado el hombre es malo por naturaleza, como afirma Hobbes, lo que sí podemos decir es que en el caso de Hitler, su historia, el conjunto de experiencias que vivió, el discurso ideologizante al que se sometió, y que a posteriori asumió a motu propio, fueron los responsables de configurar suenfermiza personalidad totalitaria y nefasta para la humanidad.
Lecciones para nuestros días
Es posible extrapolar algunos principios del tema que nos ocupa, al papel que deben desempeñar los procesos educativos, entendidos como ideología familiar y como discurso ideológico, más que como mera transmisión de conocimiento. El Führerera educado en el sentido de haber acumulado en su mente un amplio bagaje de saberes porque conocía diversas teorías sobre la vida, la muerte y el más allá.Profesaba el principio darwinista de la supervivencia del más apto, y negaba el principio del altruismo propio del cristianismo.
La educación en valores, contrario a la transmisión irreflexiva de conceptos, implica reconocer que el conocimiento que no se comparte, en función del bien,no sirve de mucho. Conlleva comprender que no existen seres superiores a otros, sino seres diferentes y necesarios para dar sentido a la vida. Envuelve cultivar valores como la tolerancia, igualdad, respeto, humildad, modestia, solidaridad, indulgencia, compasión, cualidades en las que el Führer, Adolf Hitler, probablemente nunca creyó.
Un discurso ideológico, cualquiera que sea, si soslaya al género humano y su diversidad como principal activo de la sociedad, está indeteniblemente condenado al fracaso, como sucedió con Hitler y su nacionalsocialismo dogmático y desamorado.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Althúser, Louis (1972) Aparatos Ideológicos de Estado. PDF en línea.
Coseriu, Eugenio (1985) Lecciones de lingüística general. Gedisa. Barcelona.
Hobbes, Thomas (1651) Leviatán. PDF en línea.
Marx, Karl y Engels, Friedrich (1932) La ideología Alemana. MaGraw y Hill.
Murray, Henry (1943) La personalidad de Adolf Hitler. 229 páginas. Perfil Psicológico de Hitler que hizo la CIA.
Prior, Allan (1991) Führer. Bibliografía novelada de Hitler. (Vol. 1) PDF versión.
Roa, Gerardo (2016) La taxonomía del discurso: aspectos de la teoría lingüística. Capítulo I) Soto Impresora. Santo Domingo, RD.
Rouseau, Jean-Jacques (1999) El contrato social. PDF en línea.
United States Holocaust Memorial Museum. El Holocausto. Consultado el 20 de mayo de 2017, en: www.ushmm.org.
Van Dijk, T. A. (Ed.). (2011). Discourse Studies. A multidisciplinary introduction. Second Edition. London: Sage (several chapters)
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