Santo Domingo.- Un 30 de mayo fue ejecutado el dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien era un militar y político que gobernó de forma déspota a la República Dominicana desde 1930 hasta su ajusticiamento en 1961.
Su gobierno fue el responsable de la muerte de más de 50, 000 personas, incluyendo miles de haitianos asesinados en 1937. Los estimados totales sobre el número de muertos en la masacre varían desde 5,000 hasta 25,000.
La noche del martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, en el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que viajaba Trujillo fue ametrallado en una emboscada tramada por Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel (Tunti), Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda.
El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte, mientras que su chófer, Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.
Las armas proporcionadas por la Central Intelligence Agency CIA habían sido ocultadas por el estadounidense Simon Thomas Stocker Wimpy, como también se le conocía, propietario del único supermercado del país y residente en la República desde 1942, fue contactado por la CIA bajo el nombre en clave de (Héctor). Stocker rehusó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, aduciendo su convicción moral.
Las armas fueron ocultadas por más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, hoy ya demolida y que estuvo ubicada en un solar en el lado sur de la avenida Independencia, próximo a la avenida Máximo Gómez.
Algunos afirmaron que dichas armas nunca llegaron a las manos de los organizadores del ajusticiamiento, debido a la supuesta falta de una autorización explícita de la CIA para su entrega.
Esta opinión fue contradicha por testimonios de viva voz, comunicados por Stocker a familiares y personas de confianza, afirmando que las armas fueron entregadas por él a un dominicano, después de haberlas ocultado en su propiedad, según su relato. No obstante, esa versión fue negada por el único sobreviviente del ajusticiamiento, el general Imbert Barrera.
Algunos analistas mencionan que el interés de Estados Unidos en acabar con Trujillo se debió a que la represión de su gobierno podría desembocar en una revolución filocomunista en República Dominicana, similar a la Revolución cubana, que fue una consecuencia del rechazo del pueblo cubano al dictador Fulgencio Batista.
La familia de Trujillo trató de huir con el cuerpo del dictador en su yate, pero no fue posible. Su funeral, realizado el dos de junio del mismo año y una larga procesión lo acompañó desde el Palacio Nacional hasta la localidad de San Cristóbal, donde fue enterrado.
Miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro con los restos de Trujillo. El entonces presidente Joaquín Balaguer dio el discurso laudatorio, diciendo, entre otras cosas:
“El momento es pues propicio para que juremos sobre estas reliquias amadas que defenderemos su memoria y que seremos fieles a sus consignas manteniendo la unidad.
Querido jefe, hasta luego. Tus hijos espirituales, veteranos de las campañas que libraste durante más de 30 años, miraremos hacia tu sepulcro como un símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los dominicanos”, expresó.
Después de esto, ante la presión popular, la familia Trujillo salió del país y Ramfis Trujillo tuvo que sacar el cuerpo de su padre. Trujillo fue enterrado en París, en el Cementerio del Père-Lachaise, a petición de sus familiares.
En 2009 se generó una controversia en la República Dominicana. En ocasión del 48 aniversario de su muerte, se planteó el traslado de los restos de Trujillo a la República Dominicana, para ser enterrados junto a los héroes nacionales. Esta idea generó un fuerte rechazo popular.
Actualmente los restos de Trujillo se encuentran en un cementerio de la pequeña comunidad de El Pardo, a 25 minutos de Madrid en España, cementerio muy por debajo de las características de los demás cementerios madrileños, en una tumba que probablemente no se asemeja en nada a aquella mandada construir por el dictador en la década de 1950 en su natal San Cristóbal.
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