La guerra a muerte contra Trujillo estuvo anunciada, el 23 de enero de 1959, en un discurso pronunciado por Fidel Castro, en la Universidad Central de Caracas, Venezuela, donde fue objeto de un cálido recibimiento, durante varios días del pueblo de Venezuela, por su hazaña de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Castro, emocionado, luego de alzarle el brazo a Enrique Jiménez Moya, a quien llevó como parte de su escolta, dijo: “Yo sé que el día en que se esté combatiendo en Santo Domingo, no faltarán voluntarios entre el estudiantado y entre el pueblo de Venezuela, que quieran ir a combatir allá. Lo que sí les puedo asegurar a los revolucionarios dominicanos, es que no los dejaremos solos, y es con esa promesa con la que me quiero despedir de ustedes: nos veremos en la Universidad de Santo Domingo”. La promesa sólo se cumpliría 40 después en 1999, cuando Castro visitó la Universidad dominicana en otro contexto de libertad y democracia. Factores diversos, fallas en la sincronización de los desembarcos del 14 y 20 de junio de 1959, masacre inmediata de los expedicionarios, contradicciones internas, movilización de Trujillo ante organismos hemisféricos acusando a Cuba de agresión, hicieron imposible el encuentro de Castro con los estudiantes dominicanos, en un Santo Domingo liberado por la sangre generosa de la raza inmortal de 1959.
Cuba rompió relaciones diplomáticas con República Dominicana el 26 de junio de 1959. El Canciller interino de Cuba lo era Armando Hart, quien al justificar la ruptura señaló que la embajada cubana en Ciudad Trujillo había sido baleada el día 5 de junio de 1959, matando en la balacera al niño dominicano Ovidio Méndez, siendo atacado el recién nombrado embajador de Cuba, Juan José Díaz del Real y su acompañante, Mario Rivas, a quien sustituía Díaz del Real, ese mismo día, en el Banco de Reservas. El Canciller cubano adujo también que Trujillo no había devuelto los aviones en que aterrizaron Batista y su gente, ni extraditado a los criminales de guerra. Hart añadió también como causa del rompimiento, el bombardeo indiscriminado de civiles y el asesinato de prisioneros de guerra de las expediciones del 14 de junio de 1959. Fidel Castro en un discurso que pronunció en Santa Clara el 21 de junio de 1959, cuando todavía había esperanza de victoria del ejército de liberación dominicana sobre Trujillo, dijo, refiriéndose a los esbirros batistianos que estaban apoyados por Trujillo: “Qué gran negocio sería si una mañana nos despertáramos con la noticia de que los criminales de guerra están aquí; aquí mismo en nuestras playas. Nuestras instrucciones son que los dejen desembarcar y que les corten la retirada, y si vienen con Trujillo, mejor todavía, porque matamos dos pájaros de un tiro y le haremos de paso un gran favor al pueblo hermano y heroico de Santo Domingo”.
Trujillo había creado en enero de 1959 “La legión anticomunista del Caribe”, una especie de respuesta a “La legión del Caribe”, creada a finales de los años 40, por los líderes de la “izquierda democrática” de Centroamérica y el Caribe, para derrocar a Trujillo, Somoza y los regímenes dictatoriales. Su principal líder lo era el dominicano, general Juancito Rodríguez.
“La legión anticomunista del Caribe” se creó con unos trescientos hombres (150 españoles, 100 cubanos y el resto, croatas, alemanes y griegos) que se entrenaban en República Dominicana. A estos integrantes Trujillo le sumó una cantidad de reservistas, soldados dominicanos y voluntarios.
El objetivo central de la “Legión anticomunista” era derrocar a Fidel Castro, invadiendo territorio cubano, previa ayuda y reclutamiento de una parte de la oficialidad cubana, descontenta por el giro a la izquierda del proceso cubano, entre quienes estaban los comandantes Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan, quienes engañaron a Trujillo, y con el apoyo de las fuerzas desplazadas del poder. Como dato más que curioso, que solamente podemos achacar al “azar concurrente”, Trujillo designó como jefe de “La legión anticomunista del Caribe”, al general Fausto Caamaño, quien era el padre de quien sería el héroe nacional dominicano de abril de 1965, coronel Francisco Alberto Caamaño. Menos de diez años después, el hijo de Fausto Caamaño, encontraría albergue político en Cuba y establecería nexos de amistad y afectos con Fidel Castro, el gobernante cubano a quien su padre invadiría al frente de la “Legión anticomunista del Caribe”, si no hubiese sucedido el fracaso de los planes de Trujillo el 13 de agosto de 1959 en la ciudad de Trinidad.
Fidel Castro se vio obligado a interrumpir el engaño del plan original de invasión a Cuba de parte de Trujillo, cuyo momento culminante lo sería el bombardeo masivo de las bases militares cubanas por parte de la Aviación Militar Dominicana y el desembarco de “La legión anticomunista del Caribe”, al apresar a los tripulantes del tercer desembarco aéreo en la pista del aeropuerto de Trinidad el 13 de agosto, debido a que se había difundido como rumor que la trama estaba descubierta, por la cantidad de apresamientos en La Habana y otras ciudades. Castro dijo en su discurso del 14 de agosto de 1959, que “de haberse podido mantener el secreto durante un tiempo mayor, tengo la seguridad que se hubiese logrado no solo capturar el avión y sus tripulantes, sino también a los criminales de guerra, el ejército de Trujillo (se refiere a la legión anticomunista) y hasta a Trujillo mismo”. El comandante Gutiérrez Menoyo (quien posteriormente desertaría) se ocupó de que la operación final contra Trujillo se hiciera el día 13 de agosto. Era el regalo de Menoyo a Fidel en su cumpleaños.
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