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martes, 19 de junio de 2018

Una cortina de silencio cuando el tirano de dominicana fue operado de antrax

Por:Chichí de Jesús Reyes chichidejesusreyes@gmail.com

A mediados del año 1940, estando en la Presidencia de la República el licenciado Manuel de Jesús Troncoso de La Concha, comenzaron a correr rumores de que el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo estaba gravemente enfermo.
La prensa tan solo lo confirmó días después, al ofrecer una escueta nota de evidente procedencia oficial, en la que decía que el “jefe” estaba recluido en su hogar, luego de haber pasado dos días en el hospital.
Una semana después, el 11 de junio del mismo año, otra nota expresaba que Trujillo se encontraba en franca mejoría, agregando que “sus quebrantos en ningún momento han tenido carácter de gravedad”.
Los periódicos no comentaron nada más… pero los familiares del dictador habían llamado al médico de cabecera de Trujillo, el doctor Francisco Benzo, para que examinara al paciente y rindiera el diagnóstico correspondiente, pero el galeno, por razones inexplicables, tardó en rendir su informe, razón por la cual perdió el favor del jefe y el cargo de secretario de Salud Pública.
Doña María, la esposa del dictador, que siempre se caracterizó por su temperamento fuerte y agresivo, en tono enérgico, reclamó los servicios del doctor Darío Contreras, que había regresado de Francia, donde realizó estudios especializados. El prominente médico estaba en bajo perfil, luego de haberse negado a firmar un manifiesto en respaldo al régimen trujillista.
“Búsquenme al doctor Contreras donde quiera que se encuentre”, instruyó la primera dama al oficial de servicio en la “Estancia Ramfis”, residencia del generalísimo, donde hoy está la Cancillería de la República.
Contreras se encontraba tranquilo y solícito en una gallera de la parte alta de la ciudad capital, donde fue localizado por un contingente militar que sin ofrecerle explicación alguna, lo montaron en un vehículo oficial y lo condujeron a la mansión presidencial. “Ha llegado el fin de mi existencia”, comentó para sí mismo el médico.
Ya en la residencia “imperial”, doña María condujo al doctor Contreras a la habitación donde estaba Trujillo, a quien el facultativo tocó por diferentes partes del cuerpo y diagnosticó que el jefe estaba afectado de un ántrax, y por tanto, se “impone una rápida cirugía”. Realizados los arreglos el enfermo fue referido al hospital Padre Billini, y de inmediato Contreras, asistido de dos auxiliares de confianza, se puso en acción y realizó la cirugía que duró alrededor de una hora, según me explicó uno de los hijos del destacado profesional de la medicina, que pidió no revelar su nombre.
La intervención al generalísimo fue todo un éxito y al poco tiempo se anunció el total restablecimiento del “jefe”, que todavía con el cuello vendado se trasladó en avión a Miami, Florida, a recuperarse de la cirugía.
El viaje se disfrazó con formalidades diplomáticas que después se presentaron como un gran triunfo de Trujillo, por haber viajado con rango de Embajador y “enviado especial del Gobierno dominicano” y firmar en Washington, el 24 de septiembre del mismo año 1940, el denominado acuerdo domínico-americano, que abroga la Convención de 1924, y en tal virtud, las aduanas dominicanas volvieron a ser administradas por el Gobierno nacional, al tiempo que éste se comprometió a ir pagando la deuda externa con sus fondos generales.
Más adelante el doctor Contreras alcanzó el afecto y la distinción de Trujillo y sus familiares y llegó a ocupar los cargos de Ministro de Salud Pública, Senador, embajador en Washington y otros. Y en el año 1959 se dispuso bautizar con el nombre del prominente Dr. Darío Contreras el hospital traumatológico de la parte Este de la ciudad.
Lo que no se dice en este articulo es la actitud de hombre de respeto y valentia que fue el Doctor Contreras. Lo demostro antes de la operacion cuando un acolito del tirano le pregunto : y si el jefe muere. Que pasa?
Hiede a los tres dias le contesto friamente el Doctor

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