Por: Bernardo Vega
11/07/2017 09:53:00 p.m.
11/07/2017 09:53:00 p.m.
La reciente publicación por parte del gobierno norteamericano de miles de documentos relativos al asesinato de J. F. Kennedy ha vuelto a despertar localmente interés sobre el papel estadounidense en la muerte de Trujillo, hecho que ocurrió durante el gobierno del luego asesinado presidente. Pero los nuevos documentos no revelan nada que no se supiese y que también fuese publicado en español en la República Dominicana en 1999, ya que en los archivos de la Comisión Warren apareció lo relativo a ese involucramiento norteamericano.
EISENHOWER Y KENNEDY..
El ascenso de Fidel Castro al poder creó en la administración de Eisenhower (enero 1953-enero 1961) lo que se llamó “el síndrome de una segunda Cuba”, Batista había generado a Fidel y Trujillo lo haría con otro líder comunista. Los apresamientos y torturas de miembros del 14 de Junio en enero de 1960, la subsecuente Pastoral de la iglesia así como el atentado contra Betancourt, hacían pensar que la dictadura de Trujillo sería sustituida con violencia y por un régimen de izquierda. Lo aconsejable pues era salir pronto del dictador dominicano. Eisenhower dijo que quería ver tanto a Trujillo como a Castro “aserrados” y se instruyó al embajador norteamericano en Ciudad Trujillo Joseph Farland, quien había trabajado para el FBI, contactar a elementos “disidentes” pero conservadores, como resultaron ser Gianni Vicini (Mr. X), el Dr. Jordi Brossa (El Chico), Andrés Freites (Azuano), Luis Manuel Baquero, Manuel Enrique Tavares y Donald Reid Cabral.
Conformaron lo que se conocería como el “grupo político”, para diferenciarlo del “grupo de acción”, compuesto por los héroes que actuaron la noche del 30 de mayo y a quienes los americanos nunca contactaron. Eisenhower pidió en noviembre de 1960 a William Pawley, empresario conservador y amigo de Trujillo, que tratara de convencerlo de que se retirase y se dedicase a la ganadería en la Florida.
La respuesta del dictador fue: “Me dijo, con el dedo en alto y lágrimas rodando por sus mejillas: ustedes podrán venir aquí con la infantería, y podrán venir con el ejército y podrán venir con la marina, o hasta con la bomba atómica, pero yo nunca saldré de aquí a no ser que sea en una camilla”.
El 15 de abril de 1961, por sugerencia de Joseph, el padre del presidente Kennedy, un conservador diplomático norteamericano Robert Murphy fue a ver a Trujillo, pues se hablaba de un plan de reunir a Joseph con Trujillo en alta mar, pero después de conversar con el dictador se le sugirió a Kennedy padre que no lo hiciera.
El 15 de abril de 1961, por sugerencia de Joseph, el padre del presidente Kennedy, un conservador diplomático norteamericano Robert Murphy fue a ver a Trujillo, pues se hablaba de un plan de reunir a Joseph con Trujillo en alta mar, pero después de conversar con el dictador se le sugirió a Kennedy padre que no lo hiciera.
El “grupo político” pidió a los norteamericanos todo tipo de armas sofisticadas y estos hasta llegaron a traer ametralladoras el 19 de abril, pero lo único que entregaron a los dominicanos, fueron tres revólveres y las tres carabinas que habían dejado los “marines” que habían custodiado la embajada, las cuales fueron desarmadas el 7 de abril, colocadas en fundas y llevadas a su casa por una puertorriqueña, secretaria del oficial de la CIA, donde allí las entregó el 26 de abril a Lorenzo (“Wimpy”) Berry, quien las pasó a Thomas Stocker, un norteamericano, ex militar, casado con una dominicana, quien, a su vez, las pasó a Antonio de la Maza el 26 de abril. Fueron utilizadas la noche del 30 de mayo aunque luce que mucho más efectiva fue una escopeta recortada que utilizaría De la Maza.
Ante el fracaso de la expedición, el 18 de abril, de Bahía de Cochinos, o Playa Girón, el presidente Kennedy decidió que no quería más inestabilidad política en el Caribe y el 5 de mayo decidió que su país no debería iniciar el derrocamiento de Trujillo y, además, que como asunto de principio Estados Unidos no debería involucrarse en un asesinato. Se le ordenó a Henry Dearbon, el funcionario de más alto nivel en el consulado americano, (no había embajada en ese momento), pedir a los complotadores que no matasen a Trujillo. La valiente respuesta dada el 29 de mayo fue: “Simplemente dile a Washington que no es un asunto de ellos. Es un asunto nuestro. Lo hemos planeado y lo vamos a hacer y no hay nada que puedas hacer sobre el asunto”.
Por: BERNARDO VEGA...
11-07-27
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